Análisis de una victoria pírrica

¿Es posible un análisis clínico de una victoria pírrica? Por supuesto y más que posible es necesario hacerlo porque ayuda a comprender con claridad las obcecaciones de los triunfadores en la gran batalla del referendo constitucional. Ahora bien, para comprender realmente la naturaleza opositora hay que disecar sus órganos internos y examinar cuidadosamente sus alteraciones orgánicas.

Para iniciar nuestro análisis de una manera científica, nos apoyamos en un antecedente clave como es el caso de Pirro (c. 318.297 a. C), rey de Epiro (antigua región costera situada en el noroeste de Grecia), quien nunca comprendió que sus victorias eran en realidad derrotas catastróficas que debilitaban el alma de su ejército y de sus seguidores. De allí la expresión “victorias pírricas”.

Precisamente, un primer diagnóstico de la victoria de los grupos opositores y enemigos del proceso revolucionario, es que la misma se convierte en una terrible derrota.

Al igual que Pirro, la oposición ha quedado desarmada, arrinconada en el miedo y el odio de sus propios discursos. Por más que pujaron, sus lamentaciones y gemidos no condujeron a la tragedia política, tal como lo habían planificado. Apretaron el gatillo y dieron en el rojo, pero se quedaron sin cartuchos ni pólvora. A las primeras noticias corrían de aquí y de allá como fantasmas, buscando desesperadamente las sombras de la noche para ocultar su pasión ardiente por la muerte. Más que triunfar, ellos competían para generar un escenario de caos y cumplir su gran deseo de venganza.

El espíritu de Pirro se hizo presente para recordarles que ellos están condenados a victorias pírricas, que vienen siendo derrotas que le producen un malestar profundo con secuelas de tormento cada vez que revisan los números. Mientras ellos maldicen a Pirro por haberlos conducido por el camino de los laureles marchitos; los revolucionarios vivimos un tiempo excepcional marcado por el entusiasmo extático.

Más pronto que tarde, los iracundos victoriosos se acusarán unos a otros de infames impostores y se desatarán los odios y pasiones dentro de sus filas. En ese escenario agobiante y de contexto claroscuro, el individualismo generalizado se hará presente, donde cada grupo no pensará más que en si mismo, dando origen a una especie de individualismo colectivo, pero arropados siempre con la cobija de Pirro.

Después de las caravanas y celebraciones tristes, al otro día se dieron cuenta que hay victorias engañosas. Ahora deben pisar sobre el terreno de la democracia, sembrado con las semillas de la revolución. El eterno ayer que soñaban se les volvió un hoy lleno de realidades que no admiten delirios trasnochados ni creencias vacilantes.

Tal como lo harían los psicólogos o siquiatras, es necesario un diagnóstico final. Una vez realizado el análisis clínico, detectamos: paciente con fiebre hemorrágica, causada por el virus “victoria pírrica”, que mutó con el “escualidus”, virus causante a su vez de la pandemia que aniquiló la Cuarta República.

(*)Politólogo

eduardojm51@yahoo.es


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Eduardo Marapacuto(*)


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