El verdadero revolucionario no puede ser pesimista...

“Por la ignorancia nos han vencido más que por las armas”
Simón Bolívar.

Admitámoslo, el pueblo no supo entender lo que estuvo en juego y ahora pagará las amargas consecuencias... La permanente guerra psicológica operada por los poderosos grupos mediáticos venezolanos y extranjeros lograron malograr el promisorio futuro que la reforma propuesta por el Presidente Chávez nos deparaba. En el corto plazo comenzarán a sentirse los perversos efectos del revés propinado. El pueblo que se dejó seducir con la idea de que le iban a quitar la vivienda que el mismo gobierno le dio tendrá ahora que reevaluar su miopía política y enfrentar la realidad de un gobierno que, tal como está planteada la Constitución actual, no tiene medios para asistirlo más eficaz y expeditamente. Un gobierno que queda supeditado a un anclaje de leyes que, enfrentadas con la Carta Magna vigente, casi nada puede operar para empoderarlo definitivamente. “Transferirle poder al pueblo”, eso que tanto espanta a nuestra criolla oligarquía es ahora un vago anhelo de los que realmente nos hemos comprometido a tener una patria liebre e independiente de poderes internos o externos.

Quienes se dejaron embobar con el cuento del castrocomunismo y la paranoia desatada por globovisión, los más pobres de ellos, estarán ahora pensando quién los va ayudar cuando Chávez deje la presidencia en 2013 y las Misiones y demás logros se vayan al carajo. Conozco personalmente a mucha gente buena que realmente se tragó el cuento de la Venezuela hecha Cuba y demás pendejadas parecidas, los más de ellos, con un escaso conocimiento de nuestra historia lejana y reciente, tan enajenados que nada puede cambiarles. Imbuidos en el diario tormento de las telenovelas y los Simpson hay miles de jóvenes que se dejaron intoxicar con el cuento de que Chávez los iba a enviar a Cuba o Vietnam o cualquier otro “malvado” país de esos que tanto arrechan a El Nazional, el Universal o la insurrecta Globovisión. Pero el peor de los daños nos lo infligieron quienes se largaron a la playa o al cine o al templo del consumismo llamado Sambil. Aquellos que simplemente se apoltronaron en sus casas viendo televisión o la película más violenta del momento o hartándose de cervezas porque el SÍ ya ganó ya que Chávez es un vergatario.

En esta oportunidad los fulanos batallones fueron aniquilados por el chavista sin compromiso, por el revolucionario parlanchín y por tantos otros miserables más que se han venido coleando en la revolución. Incluso gente miserable que se valió de la infausta publicación de artículos en medios tradicionalmente revolucionarios para propagar aquella especie de que se debía “votar nulo” para salvar a Chávez y la revolución. En fin, los invito a leer el estupendo artículo de José Sant Roz titulado “Análisis de la derrota”. Allí encontrarán argumentos más contundentes para continuar nuestra lucha. Recordemos lo que nos enseñara Fidel Castro: “El verdadero revolucionario no puede ser pesimista, está obligado a ser optimista”

henryboscn@yahoo.es


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Boscán B. Henry M.


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