Verdades que le sacan la piedra a la sociedad civil

El paro no fue cívico. Imposible considerar civilizado a cualquiera que esté dispuesto a quebrar a su propio país porque no le gusta el presidente.

La idea del paro era muy sencilla: establecer un caos socio-económico con la esperanza de provocar la salida de Hugo Chávez. El paro fue como un adolescente que decide quemar su casa porque su papá no lo deja salir.

El paro fue una inmadura irracionalidad. Peor aún, fue un acto apátrida. No es sorprendente que el comportamiento de los líderes de la histórica jornada ciudadana también haya dejado mucho que desear.

Recuerdo a Juan preguntándole a la sociedad civil si quería detener el paro. Lo hacía por una sencilla razón: él, aunque era el “líder”, era incapaz de tomar decisiones. Mucho menos si eran contrarias al deseo colectivo de disociarse voluntariamente. Es la triste historia de una oposición acéfala que busca una cabeza que haga lo que el cuerpo le diga.

Ahora Juan “el presidenciable” dirige la resistencia desde el exterior. Desde el sur de la Florida hace “valientes” llamados a la resistencia activa:

¡Ni un paso atrás! ¡A menos de que sea para venirse para acá!

Hay un dato aún más revelador sobre la “ética” de estos líderes de la desvergüenza. Este detalle se barrió y se tapó debajo de la alfombra. No es ningún secreto. Solo que no se ha vuelto a mencionar: Estos héroes de la resistencia a la moral y las buenas costumbres cobraron salario durante el paro.

Pregúntenle a Juan...

La mejor campaña a favor de la reforma constitucional es tener presente y recordar a aquellos que están en contra.

elio@vheadline.com


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Elio Cequea


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