Fidel muere todos los días en la gusanera de Miami

Hay hombres que no pueden morir, precisamente por que hicieron de la vida una lucha permanente en favor de la Humanidad. Y ese ejemplo es epidémico, es capaz de contagiar a Pueblos enteros. Nada, ni nadie por muy poderoso que sea su enemigo, el imperio norteamericano, podrán doblegar la rebeldía, y la condición combativa de este guerrero estadista, que nació para quedarse siempre en lo más hondo de la condición humana.

La gusanera de Miami va a cumplir cincuenta años matando a Fidel todos los días, como si fuera una operación interminable de metamorfosis entre la muerte y la vida. Ya los gusanos no saben si clasificar a Fidel entre los muertos o los vivos de este Mundo. La confusión es tal que hay gusanos mayameros, que no aciertan a dedicarse a otra cosa que esperar la eminente muerte de Fidel mientras que hay otros que deliran creyendo que Fidel murió después de la crisis de los Misiles, o que fue arrollado por la turba de “los marielitos” intentando llegar a los muelles donde se embarcarían para llegar al soñado “Mundo Libre”.

Gigantescos nudos de gusanos en el exilio paradisíaco de Miami festejando la muerte de un hombre, sin saber cuándo murió o cuando va a morir, sí es que va a morir. En tal caso la palabra de los gusanos se devalúa o por lo menos se hace poco confiable hasta para los indigentes de la Florida. La sin cuestión, ya no es matar a Fidel, puesto que los gusanos no tienen la certeza de si vive o está muerto, la sin cuestión es decir que va a morir, por que ese es el último reducto de un discurso fosilizado que pretende con la muerte de Fidel, la muerte del Socialismo.

La muerte del Socialismo es otro delirio de la disociación psicótica sembrada por el Imperio en su solemne gusanera de Miami. Y es hasta cierto punto comprensible que los partidarios, los usufructuarios de ese muerto insepulto qué es el Capitalismo, intenten por todas las vías demostrar que ese muerto vive como el cadáver de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador atado a su caballo dando su último paseo. El Imperialismo sabe que no puede acabar con el Socialismo. Cuando llegó a esa convicción, cambió de táctica, y enarboló las banderas del reformismo, aquel discursillo de la pluralidad de pensamiento, aquella jergucha del llamado post modernismo, qué es su última jirafa de Troya.

La Gusanera de Miami nada puede contra Fidel, no puede decidir sobre su desaparición física, pero lo más triste para ella, es que nada puede contra la fuerza de su Ejemplo. La obra de Fidel vivirá en la conciencia de todo latinoamericano que se respete, como la obra que trascendió la obra de José Martí.


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Eduardo Mármol


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