Debemos tener claro que con la confrontación de Estados Unidos con Venezuela lo que está en juego no es la droga que como ya vimos es un elemento estructurador de las finanzas de Estados Unidos, sino el relato o el cuento que prepara los Estados Unidos como instrumento de guerra e intimidación a otros países. Es su dominación. Es su esquema, donde nadie debe oponerse al relato del régimen de Estados Unidos, por lo que Venezuela aparece entonces como una amenaza por lo que defiende: su derecho a expresarse, a gobernarse con sus leyes, con dignidad y soberanía. Simón Bolívar pues. Me atrevería inclusive a decir que con su defensa Venezuela defiende también el bienestar del pueblo norteamericano para que entienda que luchar contra las drogas es luchar por su bien.
Trump quiere ser recordado como Donald Trump El Grande, pero para ello tendría que hacer lo que Pedro el Grande hizo, romper con las estructuras que esclavizan. En lugar de atacar pueblos que se le resisten, tendría que transformar el sistema que produce la adicción, la violencia y la desigualdad.
Pero si quiere ser recordado al igual que Pedro El Grande, deberá emprender la tarea de limpiar de drogas a los Estados Unidos que no es tarea marginal ni para marginales, por lo que se recomienda mandar a alguna parte a María Corina conocida aquí como La Loca, pues otra loca urdió la muerte de su esposo por robarle el trono de su reino. Cuídese Gran Trump.
Y no es una tarea marginal, porque la tijera para cortar de raíz la droga y el narco en Estados Unidos tiene dos hojas, la de eliminación de las bandas y los bandoleros que comercian y trafican con ella, y la otra hoja más sutil es desculturizar la droga en la vida de los Estados Unidos. Es más difícil y lleva más tiempo pero es muy necesaria. Es el momento que ese pueblo deje de doparse y ver sus realidades, pues China pudo hacerlo, y arrancó a su población del consumo de opio impuesto por Inglaterra. Podemos hilar entonces, si Inglaterra se enriqueció con la droga en China, también debe estar enriqueciéndose drogando al pueblo de los Estados Unidos.
Con eso lo que queremos decir es que la verdadera lucha por ser los primeros y por la paz de Estados Unidos no se libra en el mar Caribe con misiles, sino en los barrios de Chicago, en las cárceles de Texas, en New York, donde se acentúa el consumo de la droga. En sus relaciones internas.
Venezuela no vive del narcotráfico. Vive de su esfuerzo cotidiano, del poco comercio que permite el bloqueo, y de una ética que convierte la escasez en emprendimiento. Trump quiere proyectarse pero también quiere intimidar a Venezuela con misiles y submarinos atómicos, pero con eso dejó atónitos a sus amigos y enemigos. La historia no premia al que dispara, sino al que transforma, y sino hace las transformaciones internas pacíficas, no será recordado como Trump El Grande sino como el rubio Trump, El Que no llegó a nada en su país.
Pedro el Grande puso a marchar hacia un cambio estructural histórico a toda la elite rusa, Trump tiene la fuerza, pero la visión con la cual debe construir el mapa de ruta se nubla por la asesoría de los miopes que le acompañan, por lo que no puede ser cismático al estar atado a esa elite que le rodea. Y sumando a María Corina le ira peor, pues con ella ni con GPS Estados Unidos encontrará la ruta del bienestar para su población.