En la fragua de los tiempos, donde el eco de batallas lejanas amenaza con eclipsar el sol, Caracas, nuestro oasis de paz, se erigió por unos días en el corazón de un Egipto milenario. No fue un espejismo, sino la materialización de un secreto ancestral, un refugio donde el clamor por la vida ahogó el estruendo de una élite "anglonazisionista", empeñada en sembrar la muerte. La Feria Internacional del Libro de Venezuela, la FILVEN, no fue solo un evento; fue un acto de resistencia lumínica, un punto de inflexión en la balanza del destino.
El Renacer de un Oasis: Un Llamado a la Vida en Tiempos de Conflicto
La luz, tenaz y persistente, se coló entre las piedras centenarias de la Galería de Arte Nacional y el verdor vibrante de la Plaza de la Juventud. Allí, donde el tiempo se diluye en risas eternas, un mar de humanidad desbordó la incertidumbre, levantando un frente inquebrantable por la paz. Fue un milagro tejido con la hebra de la esperanza, una alquimia bolivariana que, espada en mano, nos recuerda que la guardia nunca debe bajarse. Esta espada no solo camina por América Latina; se entrelaza con las épicas líneas de tiempo, con las lámparas encendidas en los pueblos árabes, persas y de Asia Central. Es la multipolaridad hecha de carne huesos, consciencia , alma y espíritu no solo geopolítica, sino cultural, que nutre la tierra con raíces que se transforman en semillas, abonando la humanidad con la magia de una fotosíntesis poética, producto de las luces primigenias, equilibradas en la lucha por la vida.
La FILVEN fue un reencuentro cósmico, un sincronismo de vidas y luces en medio del torbellino global. La presencia de Egipto, país invitado de honor, no fue casualidad; fue la confirmación de que hay culturas ancestrales que se resisten a la desaparición del orbe, que la existencia misma del planeta depende de nuestra capacidad para reconectar. Artistas, escritores, diplomáticos, niños, militares , poetas, ministros, estudiantes, y soñadores de las calles , aceras, senderos, que regaron con sus ilusiones reales sobre todo, el mar de luchadores resilientes del pueblo, confluyen esperanzados en este espacio increíble. Fue una amalgama de almas, de embajadores de la palabra global, de soñadores incansables. Compartir con hermanos de toda la vida, alumnos, profesores, maestros, militares y camaradas, fue nutrir el espíritu y renovar las energías.
Esta epopeya de luz es un grito en el silencio, una respuesta profunda a las causas de los conflictos actuales: la dominación, la recomposición y el reacomodo de fuerzas teutónicas en el orden mundial. Es la emergencia del bloque BRICS, con sus raíces arraigadas en la configuración contra la supremacía imperial agotada y excluyente, que perpetúa escenarios de conflicto en Asia-Pacífico y Oriente Medio. Es África, nuestra nueva sonrisa, entrelazando las regiones originarias en una danza de renacimiento.
La labor monumental de los organizadores de la FILVEN, desde los más altos cargos institucionales hasta las guías, trabajadores, editores, escritores y lectores, sembró esperanzas. Fue una gran labor, un karma elevado, logrado por aquellos que comulgamos con el credo de Aquiles Nazoa y... "Creó en los poderes creadores del Pueblo" y recordaron al mundo que la luz siempre se abre paso.
¿Qué nuevos jardines crees que debemos cultivar para seguir expandiendo este oasis de paz? Sigamos la siembra para acercar la cosecha próxima.