El pulso entre EE.UU. e Irán deja al descubierto una realidad incómoda para Washington: su poder militar ya no es incontestable. La combinación de tecnología iraní avanzada y las profundas debilidades estructurales del imperialismo estadounidense han creado un escenario donde la guerra directa sería un suicidio estratégico.
Los misiles que cambian las reglas del juego. Los hipersónicos Fattah-1 y los Haj Qassem con capacidad de evasión han hecho sistemas obsoletos como la Cúpula de Hierro israelí o los THAAD estadounidenses.
La tasa de interceptación inferior al 50% contra estos misiles (fuente: Janes Defense 2025).
Costo del misil iraní: $500,000 vs. $10 millones por interceptar uno (relación 1:20).
Huida hacia adelante
Trump necesita mostrarse fuertes ante sectores de su base que exigen mano dura y dominio global.
También busca distraer a la opinión pública de la crisis económica, social y política que atraviesa EE.UU., desatando una ofensiva exterior. Trump cree que una guerra puede salvar su presidencia. Pero puede provocar lo contrario.
Amenazar el Estrecho de Ormuz (20% del petróleo global) es un "arma de destrucción masiva financiera". Las reservas estratégicas de EE.UU. están en mínimos (402 millones de barriles). Cada día de cierre costaría $200+ el barril, disparando la inflación y provocando la destrucción del poder adquisitivo del proletariado estadounidense. Un cóctel peligroso que puede llevar a una explosión social grande con consecuencias políticas impredecibles, e incluso implicaciones revolucionarias y el posible surgimiento de un nuevo partido de izquierda de masas.
EEUU tiene un ejército sin soldados: Solo 23% de jóvenes aptos para reclutamiento (obesidad, drogas, problemas mentales, etc.).
Mercenarización creciente: 50% de fuerzas en zonas calientes son contratistas (ej: Blackwater).
Estados Unidos es el mayor productor mundial (13,6 millones de bpd), pero dependiente de 7,8 millones de bpd de crudo pesado importado. El fracking es crudo liviano y dulce, pero las refinerías (60% de ellas) están adaptadas para procesar crudo pesado y agrícola (como el de Venezuela). Estados Unidos debe comprar petróleo.
La bomba de tiempo social: 60% de estadounidenses rechazan otra guerra (Pew Research). Sindicatos como Dockworkers Union amenazan con huelgas si hay intervención. Es un movimiento donde hay todas las condiciones dadas para que se propague como la pólvora.
Según encuestas de Economist/YouGov (13-16 de junio), el 60% de los estadounidenses se opone a toda participación militar en el conflicto Israel-Irán, y solo un 16% la apoya.
Las protestas de 2020 (BLM) fueron solo un ensayo de lo que vendría. 5 millones en las calles el pasado 14 de junio es una cifra histórica en EE.UU., superior incluso a la Marcha de las Mujeres de 2017 o las protestas tras el asesinato de George Floyd.
Se puede abrir el escenario para el surgimiento de una coalición de izquierdas o un partido de Izquierda de masas con mucho peso político, dando expresión política al proceso de maduración de las masas en los últimos 15 años.
La deuda que asfixia: $36 billones de deuda pública (122% del PIB). Pagar intereses ya consume 1,1 billones de dólares anuales (más que todo el presupuesto militar ruso). Una fuerte recesión debido a la intervención militar haría saltar eso por los aires.
Arabia Saudita compra misiles chinos, socavando a la OTAN y ahora es aliado de Rusia en la OPEP Plus.
Una guerra haría caer el dólar y dispararía el precio de la gasolina con ello prácticamente todo lo demás.
Y, sin embargo, Trump responde no con diálogo o concesiones, sino con una guerra exterior, lo que Lenin llamaba la huida del régimen adelante hacia.
Cuando el imperialismo ya no puede garantizar la estabilidad interna ni la legitimidad popular, apela a la militarización, el enemigo externo y la represión interna. La guerra no fortalece al régimen, sino que abre grietas explosivas.
El síndrome romano
EE.UU. Se enfrenta a su momento romano: como el Imperio en el siglo V, tiene fronteras sobreextendidas y soldados inexistentes. Tiene 800 bases militares en 80 países pero depende de contratistas porque me faltan soldados.
Imperio Romano (Siglo V dC) y sus límites colapsados: Desde el Muro de Adriano hasta el Éufrates, Roma no pudo contener a godos, hunos y vándalos.
Guarniciones fantasmas: Las legiones se redujeron de 500.000 a 150.000 soldados, muchos de ellos mercenarios bárbaros.
A Estados Unidos en el 2025 cada base militar le cuesta $150 millones anuales en mantenimiento (total: $120 mil millones anuales).
Los fracasos geopolíticos hablan como las retiradas de Afganistán en el 2021 y Yemen en el 2025 muestran que el control territorial es ilusorio.
Ambos imperios confundieron presencia física con dominio real, subestimando a enemigos asimétricos (hunos = hutíes).
La crisis de reclutamiento nos señala un ejército sin pueblo. Los ciudadanos romanos eludían el servicio. La élite pagaba impuestos para evitar las legiones. Para el 450 dC, el 60% de las tropas eran mercenarias godas o hunas.
En Estados Unidos hoy prácticamente igual. Solo 23% de jóvenes aptos. En cuanto a los mercados por ejemplo Blackwater, Triple Canopy, representan el 50% de las fuerzas en Irak y Siria. Soldados extranjeros: 18.000 "aliados" (ej: Colombia, Filipinas) reciben visas por servir. En 2024, el Ejército de EE.UU. no cumplió su meta de reclutamiento por sexto año consecutivo.
En Roma las calzadas y murallas no compensaron la falta de soldados motivados.
Para Estados Unidos los F-35 ($80 millones cada uno) son inútiles contra misiles iraníes de $500,000. La IA militar falla ante tácticas de guerrilla (ej: drones hutíes en el Mar Rojo).
Roma dependió de caballería pesada (cataphractos) cuando necesitaba flexibilidad; EE.UU. gasta en portaaviones ($13 mil millones cada uno) para guerras terrestres.
"Cuando un imperio ya no puede reclutar entre su pueblo, está escribiendo su epitafio".
(Adaptado de Tácito sobre el ejército romano).
Pero hay una clave de diferencia.
La clase trabajadora global hoy tiene herramientas (redes, sindicatos transnacionales) para convertir esta crisis en oportunidad revolucionaria, por eso es necesaria la construcción de un partido revolucionario basado en las ideas y métodos del marxismo revolucionario.