Hablar de lo que significa "ser de izquierdas" es adentrarse en un terreno complejo, dinámico y en permanente transformación. No se trata de una etiqueta fija ni de una doctrina cerrada, sino de una constelación de ideas, sensibilidades y prácticas que, si bien hunden sus raíces en la crítica marxista al capitalismo, han evolucionado al calor de luchas sociales, debates filosóficos y procesos históricos concretos. Esta aproximación propone una mirada dialógica —que escucha otras voces— y dialéctica —que reconoce las contradicciones y tensiones—, para intentar comprender qué significa hoy, en el siglo XXI, identificarse como una persona de izquierda.
PRIMACÍA DE LAS CONDICIONES MATERIALES Y SOCIALES
Desde una lectura marxista clásica, ser de izquierdas implica reconocer que las condiciones materiales —vivienda, alimentación, acceso al trabajo y a la salud— son las que configuran la vida social, y que las ideas, valores y creencias surgen en relación directa con esas condiciones. No hay conciencia sin existencia (1). Esta perspectiva ha sido enriquecida por pensadores contemporáneos como David Harvey, quien señala que el urbanismo, la desigualdad y la ecología no pueden entenderse sin analizar las lógicas del capital que los atraviesan (2). La izquierda, entonces, parte de la comprensión de que la realidad social está determinada por estructuras económicas que moldean las oportunidades, las decisiones y hasta los deseos de las personas.
CRÍTICA AL CAPITALISMO Y SUS IDEOLOGÍAS
Una característica distintiva de la izquierda es su crítica sistemática al capitalismo, entendido no solo como un sistema económico, sino como una forma de vida que mercantiliza las relaciones humanas, promueve el individualismo y naturaliza la desigualdad. Autores como Nancy Fraser y Slavoj Žižek han argumentado que el capitalismo no solo explota al trabajador, sino que también subsume otras esferas de la vida —como el cuidado, el ambiente o la cultura— bajo la lógica del beneficio (3,4). Frente a ello, la izquierda busca desenmascarar las ideologías que ocultan esas dinámicas de dominación, y propone modos alternativos de organizar la economía y la sociedad.
EL SUJETO COMO RELACIÓN, NO COMO ESENCIA
Lejos de concebir al individuo como un ente autónomo y aislado, la izquierda propone una visión relacional del ser humano. Como lo expresó Marx en sus "Tesis sobre Feuerbach", la "esencia del hombre" no es una abstracción, sino el conjunto de sus relaciones sociales (1). Esta idea ha sido ampliada por corrientes como el feminismo interseccional (Angela Davis, Judith Butler), que señalan cómo la identidad está atravesada por múltiples dimensiones —clase, género, raza, orientación sexual— y que la lucha debe darse en todos esos frentes, sin jerarquizar ni reducir la complejidad del sujeto (5,6).
IGUALDAD Y JUSTICIA SOCIAL COMO HORIZONTE ÉTICO
Ser de izquierdas implica también comprometerse con la justicia social y con la transformación de las estructuras que perpetúan la exclusión. Esto va más allá de la redistribución económica: supone repensar las formas de poder, las instituciones, las prácticas educativas y culturales. La propuesta de las "empresas recuperadas por sus trabajadores", por ejemplo, representa una ruptura con la lógica jerárquica tradicional y encarna un modelo democrático y cooperativo. Teóricos como Boaventura de Sousa Santos abogan por una "epistemología del sur", que reconozca saberes populares y experiencias organizativas no hegemónicas como fuentes legítimas de transformación social (7).
CONCIENCIA DE CLASE Y SOLIDARIDAD ENTRE LOS OPRIMIDOS
La izquierda no es solo una postura intelectual, sino una práctica colectiva. La conciencia de clase —es decir, entender que los intereses de los trabajadores y los sectores populares son distintos y frecuentemente opuestos a los de las élites— se convierte en motor de organización, lucha y solidaridad. Esta conciencia no es espontánea: se construye en la experiencia compartida, en la movilización, en el diálogo con otros y en la resistencia frente a la opresión. En palabras de Paulo Freire, se trata de una "conciencia crítica" que permite leer el mundo para transformarlo (8).
UNA APROXIMACIÓN ABIERTA
Finalmente, ser de izquierdas no puede definirse de una vez y para siempre. Como recuerda Ernesto Laclau, la política es el terreno de lo contingente y de la articulación (9). Las luchas por los derechos LGBTIQ+, la defensa del medio ambiente, la descolonización del conocimiento o la democratización digital son hoy también luchas de izquierda. La clave está en mantener un compromiso ético con la dignidad humana, una mirada crítica frente a las injusticias estructurales, y una apertura al diálogo y la autoevaluación constante.
En suma, ser de izquierdas hoy es apostar por una sociedad más justa, solidaria y consciente de sus contradicciones, sabiendo que el camino no está dado, sino que se construye en la práctica colectiva, en el debate constante y en la imaginación política de lo posible.
rafael.paz.v@gmail.com
Bibliografía :
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Marx K, Engels F. La ideología alemana. Madrid: Editorial Akal; 1970.
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Harvey D. El enigma del capital y las crisis del capitalismo. Madrid: Akal; 2012.
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Fraser N. Fortunes of feminism: From state-managed capitalism to neoliberal crisis. London: Verso Books; 2013.
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Žižek S. En defensa de la intolerancia. Madrid: Sequitur; 2007.
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Davis A. Mujeres, raza y clase. Madrid: Akal; 2016.
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Butler J. El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós; 2007.
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Sousa Santos B de. Epistemologías del Sur: Perspectivas. México: Siglo XXI Editores; 2014.
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Freire P. Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI Editores; 1970.
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Laclau E, Mouffe C. Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica; 2004.