Las relaciones entre Venezuela y los Estados Unidos han sido históricamente tensas, pero en los últimos 25 años se han deteriorado aún más debido a la postura intransigente de ambos gobiernos. Donde recaer el mayor peso a los EE.UU., por su constante juego en mantener su dominio y su influencia en la esfera de los países que para ellos debe orbitar a su alrededor. De eso no hay dudas. Pero la estrategia negociadora de Nicolas Maduro con respecto a EE.UU. ha sido ampliamente criticada por ser inapropiada e ineficaz, porque no tomó en cuenta las perversas consecuencias que se desprendieron con el decreto de Obama. Fueron y son unos decapoda, cuando no retroceden se duermen, y a la hora de despertar comenten o caen en una sumisión tapada de antiimperialismo. Ahora, especialmente en el contexto de la negativa del expresidente Donal Trump de cancelar, renovar, manipular o calibrar la reacción del gobierno de Maduro a través de la licencia de importación de petróleo a Chevron. En este análisis exploro cómo esta relación afecta el desarrollo de Venezuela, comparando su situación con otros países que han enfrentado desafíos similares en el ámbito internacional.
La estrategia de Maduro ha sido caracterizada por una combinación de confrontación abierta y dependencia económica hacia EE.UU., lo cual resulta contradictorio y contraproducente ¿el cerebro reconstruyendo recuerdo o tiempo? Aunque el gobierno venezolano ha intentado presentarse como un actor soberano frente a las presiones estadounidenses, su insistencia en mantener relaciones comerciales limitadas, como la exportación de petróleo a través de Chevron, revela una debilidad estructural: la economía venezolana sigue estando profundamente ligada al mercado estadounidense y dependiendo del antiimperialismo ¿qué contradicción mayúscula? ¿Cómo se explica?
La negativa de Trump de cancelar (por verse) la licencia de Chevron no solo refleja la influencia política de EE.UU. sobre Venezuela, sino también la incapacidad de Maduro para diversificar las fuentes de ingresos del país. Esta dependencia económica limita la capacidad de Venezuela para desarrollar una política exterior independiente y fortalecer sus intereses nacionales. El petróleo es poder, la posición geográfica del país es poder, el tiempo es poder, hablar poco y conciso es poder, hasta callarse es poder, ignorar es poder, y el abandono de Citgo es un enorme poder. ¿Es qué que nadie habla de estas categorías en las escuelas superiores de estudios Internacionales? Y no hay nadie qué le asesore al presidente Maduro que debe llenarse de paciencia y prudencia, de acto y palabras y seguir estas estrategias. Ya queda como un bocón para adentro y para fuera. Y el tiempo deteriora, es implacable, nadie se salva de él. Vender petróleo a los Estados Unidos no es ni debe ser una prioridad. Maduro, entiende eso, no es una prioridad, deja que sean ellos que toque a tu puerta, no la abra, si los términos no son favorables al país, no comiences una negociación si esta no aporta al desarrollo científico y tecnológico, no lo veas en dólares, ve más allá de las necesidades reales y de lo que tiempo dicte, y de los recursos naturales te den, incluso de la capacidad y poder que tenga o se hagan en cada etapa del desarrollo del país, y eso no depende de tu gobierno, ni del socialismo del Siglo XXI, ni de Comunas o reformas. Estás poco o mal asesorado.
El caso de Venezuela, demuestra que su desarrollo económico y político debe estar intrínsecamente vinculado a su capacidad para reducir su dependencia de EE.UU. y buscar alianzas estratégicas con otros actores internacionales. Maduro ha fallado en aprovechar plenamente estas oportunidades, como las ofrecidas por China y Rusia, eso, debido a la falta de una visión clara y coherente de política exterior. Por el contrario, Irán a pesar de las sanciones económicas impuestas por EE.UU., ha logrado mantenerse como una potencia regional gracias a su alianza estratégica con China y Rusia. Además, su capacidad para desarrollar su parque industrial, su tecnología nuclear y energética le ha permitido negociar desde una posición de fuerza en el escenario internacional. Así mismo, Corea del Norte, aunque aislada económicamente, Corea del Norte ha utilizado su programa nuclear como una herramienta de disuasión y negociación frente a las presiones internacionales. su enfoque autárquico le ha permitido sobrevivir bajo condiciones extremas, aunque a costa de un alto costo humano. También Argelia, como ejemplo más cercano a Venezuela, ha logrado mantener su independencia, aunque teniendo su diferencia con Marrueco, un vecino hostil respaldado por potencias occidentales. Argelia ha buscado aliados en el mundo árabe, pero se centra en Rusia y China, lo que ha permitido equilibrar las presiones externas y proteger sus intereses nacionales.
Venezuela podría a prender de estos casos al priorizar alianzas con actores no tradicionales y reducir su dependencia de EE.UU. Sin embargo, esto requiere una reestructuración profunda de su economía y política exterior. Por otra parte, Colombia y Brasil, como vecinos directos del país, juegan un papel crucial en la geopolítica regional. Ambos países tienen intereses que pueden entrar en conflicto con los de Venezuela. Veamos, Colombia, históricamente aliada de EE.UU., ha sido un obstáculo para la política exterior del país. La presencia de bases militares estadounidenses en territorio colombiano representa una amenaza directa a la seguridad nacional de Venezuela. Sin en embargo, la reciente mejora en las relaciones bilaterales entre ambos países podría abrir nuevas oportunidades para la cooperación, pero por dónde van los tiros, eso se ve algo dudoso. La sumisión de Petro a la política migratoria de Trump marcó que Petro no manda, obedece. La debilidad o el lacayo socialista está vivo con un Petro disminuido políticamente. También Brasil, aunque ha mantenido una postura más "neutral" (recordemos la negativa de Brasil dentro de BRICS, y ahora invita a México, Uruguay y nada menos que a Colombia, como duele Maduro y así te preparas para venderle electricidad a Lula), Brasil por su tamaño y poder económico lo convierte en un actor clave en la región. Venezuela podría beneficiarse de una mayor integración económica como Brasil, pero esto requiere superar las tensiones políticas y fronterizas, además de superar a un Lula más débil y obediente a las pautas dictadas desde Washington. En este sentido, Venezuela debe buscar fortalecer sus relaciones con China, Rusia e Irán que con estos países vecinos sin comprometer su soberanía ni ceder antes las presiones de EE.UU.
Insisto, el desarrollo venezolano requiere reducir la dependencia de EE.UU., pero no su aislamiento. La historia reciente sugiere que los países que logran avanzar bajo sanciones son aquellos que construyen alianzas alternativas sin caer en el aislamiento total. Venezuela, en cambio, oscila entre una retórica anti-EE.UU. y una dependencia implícita de su mercado petrolero. La insistencia de Maduro en negociar con Washington sin un plan claro (similar al enfoque fallido de Cuba durante el embargo) solo profundiza la crisis, porque la estrategia es errónea, débil y con mucha dependencia. Mientras el gobierno no democratice el acceso a recursos, combata la corrupción y diversifique su economía, cualquier alivio de sanciones será temporal y no resolverá el colapso de su gobierno.
La postura de Maduro refleja un pragmatismo desesperado, no una estrategia de desarrollo. Venezuela necesita un cambio de modelo que priorice la reconstrucción institucional y la reinserción internacional multilateral, aprendiendo de errores de países como Irán (aislamiento costoso) y aciertos de Brasil (pragmatismo con sumisión). Mientras el chavismo insista en negociar con EE.UU. desde la debilidad —sin reformas creíbles—, el país seguirá atrapado en un ciclo de sanciones, pobreza y migración masiva. El desarrollo de Venezuela como nación pasa necesariamente por su capacidad para alejarse de la influencia de EE.UU. y construir una política exterior independiente basada en alianzas estratégicas con otros actores internacionales. Sin embargo, esto requiere superar las debilidades estructurales que han limitado su poder en el escenario global. Al observar ejemplos como Irán, Corea del Norte y Argelia, queda claro que la clave para el éxito radica en la capacidad de negociar desde una posición de fuerza y diversificar las fuentes de ingresos y apoyo internacional. En este proceso, Colombia y Brasil representan tanto desafíos como oportunidades para proteger los intereses nacionales de Venezuela y asegurar su soberanía en el largo plazo, pero no son esenciales ni prioritario, no que nos alejemos de la región, hay que ser astutos para sacar ventajas mientras nos fortalecemos con crecimiento científico y tecnológicos. ¡Ojos! y cerrar las puertas o los huecos de flujo migratorios que vienen desde Colombia principalmente.