Rastros del tiempo (XXIX)

Relaciones entre los pueblos aborígenes Ayamanes y Jirajaras

Los pueblos ayamanes, ubicados en los territorios originarios de la parte norte del hoy Estado Lara y el Sur del Estado Falcón, son un ejemplo significativo de la resistencia aborigen en Venezuela, frente a la invasión europea. A lo largo de la historia, estos pueblos han enfrentado diversos desafíos, desde la conquista y la colonización, hasta la opresión cultural y territorial, de los últimos años, con los descendientes de estos pueblos ayamanes y jirajaras, que aún seguimos en resistencia, manteniendo fuertes rasgos culturales ancestrales. En este artículo revisaremos la relación entre los ayamanes y los jirajara, así como los enfrentamientos con las tropas invasoras lideradas por Nicolás de Federmann

La etnia Ayaman fue un pueblo originario que habitó principalmente las regiones que comprenden parte Norte del Estado Lara, y el Sur del Estado Falcón. Su cultura y modo de vida estaban profundamente enraizados en su entorno natural, y su organización social se basaba en un sistema comunitario, que priorizaba la cooperación y la solidaridad entre sus miembros.

Los jirajara, fue un pueblo aborigen que habitó en las tierras limítrofes de los ayamanes, en el territorio del hoy Estado Falcón. Compartían ciertos aspectos culturales, pero también presentaban diferencias significativas. A pesar de sus particularidades, ambos pueblos tenían relaciones de intercambio y, en ocasiones, alianzas estratégicas para enfrentar las amenazas, y asedios producidos por las incursiones de los colonizadores europeos, a pesar de las disputas entre ellos, por territorio y recursos naturales, situación que le había provocado rivalidades, antes de la conquista española, por lo que las relaciones entre los ayamanes y los jirajaras no siempre fueron amistosas, según lo explica Nicolás Federmann en su diario, en el que existen relatos de conflictos territoriales y disputas por recursos. Estos conflictos fueron utilizados por los conquistadores que aprovecharon, para ajustar la dominación sistemática, durante la Colonia, para invadir y explotar las tierras y demás recursos naturales y convertir a los habitantes originarios en mano de obra esclavizada. A pesar de estas tensiones, ambos pueblos llegaron a entender la importancia de unirse en la lucha contra un enemigo común: las fuerzas invasoras colonizadoras.

Nicolás de Federmann fue el primer conquistador que realizó expediciones en esta región, en el año 1530, para establecer control sobre los territorios aborígenes, tanto ayamanes, jirajara, gayones xaguas entre otros. Su llegada a tierras de los ayamanes, marcó el inicio de una serie de enfrentamientos violentos y aniquilación de los pueblos aborígenes, desde Coro hasta las riberas del rio Cojedes, según los relatos del mismo Federmann. Los ayamanes, y Jirajaras, al igual que otras comunidades aborígenes, se resistieron fervientemente a la invasión, utilizando sus conocimientos del terreno y su capacidad de organización, para combatir a las tropas españolas, aplicando la metodología de guerra de guerrillas.

Las batallas entre los ayamanes y las tropas de Federmann fueron intensas y difíciles, que a pesar de la valentía y determinación de estos guerreros originarios, las armas de los conquistadores y su estrategia militar era superior, donde la ventaja aborigen se hizo poco significativa. Sin embargo, los ayamanes al igual que los Jirajaras y demás nativos, utilizaron tácticas de guerrilla, emboscadas y su conocimiento del territorio para resistir durante más de cien años de guerra de conquista y colonización europea. Según Silva Uscátegui, en su obra "Enciclopedia Larense", el primer combate armado que se cuenta históricamente, en el hoy territorio larense, entre europeos y Ayamanes, se dio en las montañas de Parupano, hoy Municipio Urdaneta, en octubre de 1530, donde murieron muchos aborígenes, resultando algunos cristianos heridos, y ciento cincuenta ayamanes capturados.

A lo largo de los enfrentamientos, los pueblos ayamanes sufrieron grandes pérdidas, tanto humanas como territoriales. La llegada de los europeos trajo consigo enfermedades, que diezmaron a las poblaciones aborígenes, como Moroturo –según el historiador Juan E. Jiménez- donde sus habitantes murieron de fiebre amarilla, que a finales del siglo XIX, solo quedaban once habitantes ayamanes, que salvaron sus vidas por migrar a sitios más saludables,

Las autoridades coloniales impusieron un nuevo orden social que despojó a los ayamanes y demás pueblos originarios de sus tierras y recursos naturales. A pesar de esto, la resistencia de los ayamanes y Jirajaras se convirtió en un símbolo de lucha por la autonomía y el derecho a la existencia en su territorio y su cultura ancestral que aún a más de quinientos de esa tragedia, los descendientes ayamanes hoy conservan la danza ritual de las turas, como un legado palpable de la resistencia y valentía, de aquel pueblo que supo defenderse del invasor europeo.

En el amplio territorio ocupado milenariamente por los pueblos ayamanes, nos encontramos con una rica toponimia que nos evoca la férrea resistencia de quienes fueron nuestros ancestros como: Siquisique, Parupano, Moroturo, Macuere, Moroaye, Coeriye, Iriye, Orogueye, Orocaye, Mororoy, Tunere, Turiquía, Turagual, Satiare, Urucure, Tururucú, Pirital, Arire, Parariye, Mapararí, Mapará, Iragua, Quiragua, Baragua, Tamuraye. Limpuye, Sicuá, Caritá, Sahoa, Guaidú, Curairima y tantos otros topónimos, así como la presencia del ritual de la danza de las turas de los ayamanes, en el Cerro de Moroturo (Lara), Mapararí (Falcón) y otros pueblos, como un testimonio de la resistencia originaria, ante la invasión europea.

La relación entre los Ayamanes y jirajaras, marcada tanto por la cooperación como por la competencia, refleja la complejidad de las dinámicas interétnicas en la época. Los enfrentamientos con las tropas de Nicolás de Federmann son un recordatorio de la valentía y la lucha de los pueblos originarios por preservar su identidad y sus territorios, frente a la invasión de los europeos. Aunque las consecuencias de estos encuentros fueron devastadoras, la memoria de la resistencia Ayaman, Jirajaras, Gallones, entre otros valientes, perdura como un símbolo de la lucha por la dignidad y el reconocimiento de los derechos de los pueblos aborígenes en Venezuela, sobre todo cuando los colonizadores determinaron fundar los pueblos de Doctrina, en el caso de la fundación de Siquisique 9 de febrero de 1621, secuestraron aborígenes ayamanes y jirajaras de los diferentes territorios, para llevarlos a fundar al Pueblo de San José de Siquisique en el Valle de Sicare, hoy Municipio Torres, del Estado Lara, doscientos kilómetros más allá de donde hoy se encuentra esta ciudad capital del Municipio Urdaneta de esta mismo Estado, desde donde se escapan los aborígenes y vuelven a sus territorios originales, razón por el cual dos años después las autoridades coloniales deciden refundar a Siquisique en el sitio donde hoy se encuentra esta ciudad. Rescatemos la memoria histórica para la honra de los valientes pueblos aborígenes.

 



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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