Es frecuente, por parte de la mayoría de las personas el uso del vocablo vergüenza, pero para efectos de este artículo estoy obligado a precisar. Según la RAE, "la vergüenza es la turbación del ánimo ocasionada por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante". Para otros, la vergüenza es el sentimiento degradante experimentado como consecuencia de alguna incorrección perpetrada por uno mismo o persona con quien se está ligado. En este concepto se evidencia la vergüenza ajena. En cualquier caso, la vergüenza es un comportamiento que se manifiesta con la consternación del ánimo como resultado de la gestión de alguna acción humillante e infamante, ya sea propia o ajena, o simplemente por la timidez que alguien padece como característica de su forma de ser.
Aclarado lo anterior se me ocurre pensar en ciertos sujetos, como por ejemplo, algunos políticos que una vez que gana la presidencia y comienza su discurrir como jefe de gobierno, los votantes que sufragaron por él advierten que la mayoría de sus promesas no fueron cumplidas. Es decir, que aquel candidato en el que muchos forjaron sus esperanzas es un mentiroso. Pero lo más notorio del comportamiento del personaje en cuestión es, que a pesar de ser descubierto en sus mentiras, este no presenta ninguna turbación en su semblante o en su estado de ánimo. Si esto ocurre pensamos que el político no tiene vergüenza. En caso de que esto sucediera, qué es lo más frecuente, los votantes tildan al jefe de estado de sinvergüenza, no, por no haber cumplido con lo prometido, sino por no dar muestra de arrepentimiento de cambio de actitud por sus mentiras, es decir por su acción deshonrosa.
Un ejemplo palmario de lo planteado en los párrafos anteriores es Donald Trump quien pregonó durante su campaña electoral que gobernaría para consolidar la paz del mundo. Sin embargo, a los pocos días de iniciar el gobierno manifestó su intención de anexar a EEUU a México, Canadá, Groenlandia, el canal de Panamá y la franja de Gaza, además, está repatriando de forma humillante a las familias centro y sudamericana que trabajan en EEUU y no poseen documentación. Agregado a lo anterior, aspira llegar un acuerdo con Zelensky para compensar la ayuda militar y económica a Ucrania a cambio de las "tierra raras" donde existen minerales estratégicos. Así mismo, le ofreció a genocida Netanyahu armas más efectivas para acabar con la franja de Gaza en la guerra de exterminio contra el pueblo palestino. Como se observa, el comportamiento del recién reelegido presidente de los EEUU contradice de forma rotunda los ofrecimientos de consolidación de la paz mundial, además, en su rostro no se nota ningún rubor, a pesar de su aspecto rubicundo, por sus mentiras al descubierto. Luego, por definición, se puede deducir que Donald Trump no tiene vergüenza, es decir, el presidente de EEUU es un sinvergüenza. Extraña forma de consolidar la paz mundial.
En Venezuela, es decir, en el entorno nacional, se pueden enumerar una cantidad de políticos de la nueva camada que hicieron de la mentira una forma de hacer política. Se presentan en los medios de comunicación y en las redes sociales con tramas desvinculadas con la realidad, además, se erigen en una plataforma utilizando una perorata encendida basada en mentiras, solo para soliviantar el ánimo de los escuchas. Tienen más de veinte años haciendo oposición al gobierno bolivariano con informaciones inventadas en laboratorios especializados para generar angustias en la población, "fake new" cocinados por agencias extranjeras expertas para ser retransmitidas nacional e internacionalmente, solo para desprestigiar a los gobiernos, primero al de Chávez y recién, al del presidente Nicolás.
La falsedad se convirtió en un arma para hacer política. Son inusitados los argumentos y los adjetivos utilizados por los abanderados de la mentira para desprestigiar la acción de gobierno y un paladín de esta forma de hacer política es la goda María Corina Machado. Desde hace más de veinte años está utilizando falsos argumentos para desacreditar la acción de las últimas dos décadas de gobierno, manteniendo engañados a un grupo de incondicionales sobre la posibilidad de alcanzar el poder a corto plazo. Un plazo que nunca llega y nunca llegará.
La codicia y la ambición de poder de la goda MCM no tienen límite. Para satisfacer su ego busca alianzas con los líderes corruptos locales y con los no nacionales, además, recurre a todo tipo de falacias sin medir las consecuencias que tales podrían acarrear. Acusa a Nicolás de tirano o dictador, de mafioso, narcotraficante y jefe del Tren de Aragua, conjuntamente divulga por las redes sociales, por la mass media que este gobierno es una dictadura, a pesar de que ella ganó un curul en una gesta electoral durante el gobierno de Chávez; quien convocó a elecciones primarias durante el gobierno de Maduro, a pesar de estar inhabilitada; además, hizo campaña electoral por el candidato Edmundo Gonzales elegido a dedo por la goda MCM. Acusa al gobierno de utilizar la tortura contra los opositores y denuncia ante organismo internacional de violar de los derechos humanos, todo esto sin presentar prueba alguna. En las recientes elecciones donde fue reelegido Nicolás proclamó fraude a través de todos los medios nacionales e internacionales y en las redes sociales sin presentar alguna evidencia ante las entidades venezolanas que le competen tal irregularidad o delito. Solo mostró, fuera de Venezuela, las actas elaboradas por Sumate, una empresa dirigida por la goda MCM. Son aquellas de las tantas falacias sobre las que se sustentan la campaña de desinformación de la representante de los intereses de la derecha internacional que opera en Venezuela.
Da la impresión, por la mirada fija y penetrante de la goda MCM, por su rostro adusto y amargado, por su vocabulario gestual, por su reiterado comportamiento de aguafiesta, que a la requerida está afectada de alguna forma de locura y este tipo de demencia la constriñe a pregonar a troche y moche inopinadas mentiras, sin medir las consecuencias de esta conducta.
Como recurso para apuntalar sus mentiras la goda MCM acusa al ministro Diosdado, sin presentar pruebas, de acecharla y perseguirla tanto a ella como a su familia. Son tantas las barrabasadas que esta señora denuncia que ya se duda, si es una mentirosa compulsiva o es producto de una forma de demencia por no lograr satisfacer su ambición, codicia y su incapacidad para llegar al poder, solo para entregar nuestras riquezas a las trasnacionales. Se debe tener presente que, quien miente, algo ganará con la mentira.
Las penúltimas mentiras (nunca llega las última) de la goda MCM es la denuncia que hizo de su rapto por parte de la policía del régimen de Maduro y la herida de bala ocasionada a uno de uno de sus motorizados y perpetrada por un agente del gobierno. Algo que fue demostrado con evidencias que todo fue una vulgar y estúpida farsa. Después de tales mentirosas osadías pensé que la goda MCM se retiraría de la política activa, como una muestra de arrepentimiento, dado que su rostro no muestra ningún rubor, ni tampoco turbación por sus faltas cometidas. De todo esto saco como conclusión que la "linajuda" no tiene vergüenza y más cuando la escuché comentar por la redes digitales que el enviado de Trump para conversar con Maduro, le había consultado sobre el tema a tratar, además, el gringo le informó respecto al desenlace de la reunión. Entonces dudé por sus reiteradas y aciagas mentiras, si la goda NCM es más demente que sinvergüenza o si es más sinvergüenza que demente. Razón tuvo el filósofo francés R. Descartes. "Es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez". Lee que algo queda.