La vejez que llevo encima

Los pasatiempos sobran y año tras año se suma uno tras uno, solo uno. Volver atrás imposible. Imaginar cosas, grandioso. La vileza de otros tortura, aunque sea un pequeño entretenimiento. Soñar, siempre soñar que la voluntad persista. Egoísta hasta la muerte que para eso existe la palabra. Nuestro destino viene de un largo camino sin cruz alguna y conocer el mundo debe ser la mayor ambición del ser humano que es el compartir que nos llevamos a la tumba y, siempre recordar que "se hace camino al andar" como lo han hecho otros que lo han dado todo por una mejor vida. Pero la vejez hiede y hiede tanto que nadie quiere llegar a viejo, le huyen.

Reír nos llena de emoción y, reír siempre que los momentos pasan y hasta inolvidables son, que el que no ríe muere de rabia y el talento servir de espejo. Nos desangramos de ira ante tantas estupideces que circundan a diario en las redes sociales y como rituales vacíos corren por la sangre hasta ambicionar la cobardía de desconfiar uno del otro y, reprimir la subsistencia de la lealtad es traición, pero traición a la Patria es otra cosa como perderse en uno mismo de no tener conciencia de sus actos, porque la Patria es la cosa.

Allá voy paso a paso que cada día cuesta más darlos, esa pendiente está a la vuelta de la esquina, por eso cada esquina lleva un nombre, la dolencia del alma influye en nuestra voluntad. Niños nuevamente. Ser libre, el mejor pretexto de supervivencia. Vive y deja vivir. Actúa y deja actuar. Hoy aquí, mañana allá. Nada obligado es bueno y, quien pretenda huir sin combatir las adversidades del tiempo desconoce las tempestades de la indolencia. Ser y no ser. Vida y muerte. Sufre el que llora. Maldecir es el peor ingreso que adquirimos y además es de ingratos. Sabemos más del pasado que del presente, es decir, el ayer siempre está presente y, lo que ayer fuimos hoy no lo queremos ser, por eso el acurrucarse es buena idea y, de cambiar todo se cambiaría.

Llegar a viejo es como bailar en la cuerda floja o, quizás en un tusero y a veces hasta olvidamos que existimos. Lo temerario es pensarlo. Agonizamos despiertos y la rutina del trasnocho no cansa. La voluntad alcanza a dar los pasos sucesivos de lo que alguna vez fuimos, creyentes algunos, pensadores otros, interesados en acomodarnos mejor siempre, luchamos por lo que nunca se tendrá, aunque tuvimos metas y muchos objetivos, enamoradizos con causa, nuestro machismo es rancio, compartir lo ajeno es una mala maña que da coraje y presencia.

Amamos hasta morir y posible que amemos hasta el más allá, eso dilata nuestra personalidad, aunque a veces improvisamos pensando que nacimos para alguna vez no morir, la muerte no es ningún trasfondo, aunque pensarla asusta e inquieta. Hoy en día nos duele todo, pero quejarnos no tiene sentido.

La rutina de la vejez mete miedo y cada día queremos y deseamos ser buenas personas, no solo abuelos, nuestras dolencias es el compartir que nos domina, somos progresistas de lo inmediato, todo a su justo tiempo, algunos fanfarronean para olvidar, hemos frito tantas mañanas y tardes de ironías que a veces pensamos que la noche no existe, quisiéramos tener para dar, aunque sea un beso de tertulia como el que besa la luna.

Nací y crecí sin darme cuenta y sigo pensando que la amistad es lo más tierno en nuestras vidas, incluyendo a la familia y a nuestros seres queridos, en fin, lucharemos sin la arma de la desesperación y con el corazón siempre abierto a bombear amor.

A veces pienso que morí hace años, aunque la soledad es mi mejor amiga, me abriga de esperanzas y hasta me tutea y la prefiero a ella que estar mal acompañado por lo que enviudé para vivir en plena libertad de paz, mi paz os doy, y sigo siendo yo y como tal, me quiero y me respeto como lo hago con los demás, aunque me quejo de todo, pues nací en otro mundo demasiado pobre y me malacostumbre a él y por lo tanto no envidio a nadie, he admirado a todo el que se lo merezca.

La vida me ha dado la voz, el llanto y mi risa y, siempre le daré gracias a la vida por haberme dado tanto que, aprendí a leer y a escribir y no me arrepiento y, con Mercedes Sosa, la vivo hasta que...

Ser malo o malvado no aprendí a dominarlo, solo sé que lo que no suma buenas razones hay que apartarlo del camino, por eso no tengo enemigos, sino amigos, y lamento en el alma que los que fueron de toda la vida partieron antes.



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Esteban Rojas


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