Los dos períodos presidenciales de Nicolás Maduro se han caracterizado por ser turbulentos, el primero más que el segundo; sin embrago, en el segundo se hace presente la asfixia económica devenida de la aplicación de sanciones unilaterales por parte del hegemón del planeta.
Ahora bien, a parte de las enormes y palpables consecuencias que ha traído al país el acto írrito de parte de Estados Unidos ya mencionado, hay dos cosas que, sin duda alguna, han restado fuerza electoral y moral al madurismo. La primera es la cuestión de los salarios. Bien sabemos que éstos, en Venezuela, al menos en el sector público, están casi extintos, y no sólo ellos, sino todos los derechos y conquistas laborales que costaron muchas e intensas luchas por parte de los trabajadores durante décadas. El venezolano está depauperado y, por su parte, el gobierno no consigue la fórmula para al menos atenuar esta terrible realidad. Recientemente, los argentinos, como dijo el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, se metieron un autogol eligiendo a Javier Milei como presidente. Ese hecho nefasto, se sustenta ampliamente (sin omitir otras consideraciones) en el marcado malestar económico del pueblo argentino. El mismo caudal de votos que perdió el peronismo, puede ser perdido en Venezuela por Maduro, aunque éste último ha sabido echar mano del argumento del bloqueo económico y de la agresión imperialista para tapar, aunque sea un poco, su terrible gobierno. La segunda causa para que el presidente Maduro haya perdido muchos votos se centra en el caso supuestamente anticorrupción que se llevó a cabo en PDVSA, con el cual se llevó a varios integrantes del propio gobierno a la cárcel; sin embrago, el gobierno no puede elegir tal acción como muestra verdadera de lucha anticorrupción, ¿por qué? Pues por el simple hecho de que Tareck El Aissami fue escondido por Maduro y su gente y, hasta ahora, nada sabemos los venezolanos de quien puede ser, con casi total certeza, la punta del iceberg del caso de corrupción en la estatal petroleara nacional. El pueblo, y esto lo sabe bien el gobierno, recuerda y repudia a cada instante el trato que se le ha dado al asunto El Aissami; la realidad es que quiere verlo preso.
En conclusión, aparte del desastre nacional generalizado, el gobierno madurista ha perdido y seguirá perdiendo votos por dos causas fundamentales (que no exceptúan las demás), y éstas dos causas son: La increíble pobreza del pueblo venezolano que ya puede decir que su salario se extinguió; y la segunda, la inconmensurable corrupción que, por si fuera poco, el mismo gobierno se empeña en tapar desapareciendo corruptos sin dar explicación a los venezolanos.
He dicho, una y otra vez, que la mayor tragedia de los venezolanos actualmente, es que no tenemos por quién votar, no tenemos opción. Las opciones presentadas son horrendas, una peor que la otra. La suerte del presidente es que la oposición es tan rematadamente mala, que ella misma se encarga de hacerle ganar las elecciones, ¿volverá a ocurrir esto el año que viene?
miguelvillalobos9@hotmail.com