La mujer como objeto sexual en el capitalismo salvaje

En el capitalismo casi todo es una cosa que se intercambia en el mercado. En el capitalismo, como dice una canción del grupo español “El último de la fila” tanto tienes, tanto vales. En el capitalismo la mujer deja de ser ese sujeto delicioso, estéticamente insuperable para convertirse en un objeto sexual con el cual se pretende vender cualquier bisutería convertida en mercancía. La mujer se usa para vender desde perfumes y tarjetas de crédito, pasando por licores como el güisqui y la cerveza, hasta la música que se pone de moda como el llamado “regaetón”, donde la condición femenina es llevada a grados máximos de indignidad con frases repetitivas como: “tu eres mi cachorrita, mamá, yo soy tu perro y voy a morderte”, “así, así como fiera salvaje, así así como fiera salvaje”, “el meneo, el perreo, el sandungueo”, que ponen a cantar a nuestra juventud y a bailar en bacanales casi orgiásticos.

La mujer ha sido utilizada siempre por la publicidad capitalista y la propaganda creadora de necesidades artificiales, tanto de manera indirecta usando la publicidad subliminal y ahora de manera directa a través de la venta de la sexualidad descarnada.

A la mujer se le usa para vender loterías, vehículos, baterías, repuestos para automóviles y motocicletas. A la mujer se le usa para vender revistas semi-pornográficas que adquieren los muchachos de los liceos y colegios de secundaria, tipo playboy, donde aparecen nuestras modelos y artistas de TV en poses que dejan de ser eróticas para llegar al paroxismo de lo sexual-vulgar.

La mujer es usada para vender telenovelas antes rosa y ahora cada vez más erotizantes donde la envidia, el sexo, la infidelidad, la venganza, la avaricia, el chismorreo, el arribo a un éxito fácil se convierten en antivalores que se pretenden sean asumidos por los venezolanos y latinoamericanos.

La mujer es usada casi siempre semidesnuda, mostrando sus atributos ya no naturales, sino transformados por el bisturí de la cirugía plástica para moldear cuerpos y vender el modelo femenino de belleza que nos quieren imponer: el modelo “bay watch” consistente en la mujer rubia, cabello alisado, anoréxicas pero de senos turgentes, dentadura perfecta y siempre ligera de ropa.

La mujer es colocada en vallas por todas nuestras ciudades anunciando cervezas “light”, “ice” “draff” y cuanta bebida espumosa fría invente la industria licorera para hacernos sentir que, consumiéndolas, podremos poseer la espectacularidad de la chica que se desviste sin pudor ante todo el mundo, todo el tiempo, en todas partes.

La mujer es usada por el capitalismo para generar ganancias, lucro, rentabilidad. Todo ello por cuanto el capital no tiene ética, no tiene límite, no tiene moral, no tiene patria. Sólo hace lo que le haga crecer sin detenerse ante nada.

Ante ello, ¿qué reflexión debe hacer la mujer venezolana y latinoamericana y también del mundo?. ¿Hasta cuándo se dejará utilizar como un objeto que no piensa, que no siente, que no reacciona?. Solo la conciencia femenina de que en una sociedad capitalista las cosas no cambiarán para la mujer, podrá hacer que esta realidad cambie y ella obtenga el trato digno que merece. Es mas, solo la lucha de todos, de hombres y de mujeres sensibles, con conciencia de que la cosificación de lo femenino atenta contra toda la sociedad, contra la humanidad, hará que tengamos una relación mas sana entre todos los que formamos parte del colectivo social.

cecilperez@ucla.edu.ve


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Cécil Gerardo Pérez


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