La corrupción tiene caras, nombres y apellidos

Confieso que a la edad que tengo, para mí ha sido una total desgracia vivir honestamente en un país tan abundante de corruptos en todos los espacios de la vida social, tal y como ocurre en Venezuela. Y sé que a muchos otros les ha sido tan desgraciada o más, la vida, el pretender vivir honestamente en medio de tantos corruptos.

Aquí en Venezuela, desde la época de la Colonia se impuso la corrupción en sus expresiones más comunes, como: el latrocinio, la maña para violentar cualquier norma, la doble moral, la hipocresía, el arribismo, el jalabolismo, el celestinaje, la admiración por el corrupto, el clientelismo y el mal manejo de la cosa pública o bienes públicos, me refiero a robarse lo que es de todos.

Peor aún, la corrupción es algo que todos critican en general y pontifican a los demás, cuando la alusión es en abstracto, o, cuando mucho, cuando han caído tales o cuales corruptos, producto de alguna vendetta entre pillos o pranes, en donde el más fuerte o el que tiene más poder lo expone públicamente, ya sea con bragas anaranjadas, como con allanamientos y juicios a media noche y con sillas alquiladas en agencias de festejo, etc., eso sí, ungidos del óleo de la impolutez y pureza que nadie cree, pero que todos los cercanos celebran en el escenario público de la farsa.

En fin, de la corrupción es mejor -para la mayoría- hablar en abstracto, pero sin ponerle rostro, sin nombres, ni apellidos. Lo curioso es que todos o la mayoría de los venezolanos admiran y desean ligarse, de cualquier manera, con un corrupto, como el sueño de muchos para el ascenso social y del poder que brinda la corrupción, desde lo económico, pasando por lo político y consolidándose en lo social.

En este país es muy común ver -por desgracia– que la mayoría de los venezolanos son honestos hasta nuevo aviso, es decir, hasta que al desgraciado o desgraciada, lo/la ponen en algún cargo o lugar en donde pueda robar y hacerse rico(a), de la noche a la mañana.

Y esto es muy admirado, es decir, ese corrupto es visto con gozo, con temor y con mucha envidia. Es la romantización del corrupto, así como la mitopoiesis es convertida en mitagogia.

Así también, es la mayoría del venezolano frente al corrupto, cuando lo sano y justo debería ser que al corrupto se le hiciese la vida invivible en todo momento y espacio, sin misericordia, ni tolerancia alguna.

No es de extrañar, pues, el ver a unos pobres diablos o crecer viéndolos, de la más pasmosa pobreza y miseria, convertidos en millonarios, como por arte de magia, como si tuvieran una hada madrina; de no tener ni siquiera una modesta casita, a pasar a tener lujosos apartamentos, mansiones, fincas y todo cuanto sea fastuoso derroche de propiedades malhabidas.

La verdad verdadera es que el dinero fácil sirve de mucho. Lo primero, el poder que confiere, como señalaba anteriormente; luego, el confort, el agradecimiento de la madrecita enferma y maltrecha de tanta pobreza y los hermanitos sacados del barrio y del mal vivir, en un cínico acto de caridad, gracias a lo robado.

También, ese dinero da para comprar los servicios sexuales de cuanta scort y puto aguanten esa bragueta y traseros. El placer sexual producto del dinero es la primera causa o motor de la historia de la humanidad, como necesidad para la obtención de riqueza. Y con ello vienen otros placeres, desde el whisky 18 años para arriba, los platos exquisitos y exóticos o el viajar por el mundo, de manera fácil y placentera, porque a fin de cuentas, ese sueño hedonista nos ha sido revelado en todo cuanto nos rodea: las telenovelas subecerro, las propagandas consumistas de televisión, el cine gringo y cada una de las religiones y credos religiosos de este planeta, que lo justifican y explican para una clase privilegiada por encima otros pendejos que lo deben aceptar como algo normal y natural, en la burda esperanza de un más allá u otra vida eterna.

No podemos soslayar que el hambre de la infancia y la falta de educación en valores que no se conocen, son maravillosos afrodisiacos que empujan a la corrupción.

Hay, además, algo que nunca se explica, porque es tabú. Todo millonario o rico en algún momento forjó su fortuna en la corrupción, jodiéndole la vida a otros y, si no fue él o ella, lo fueron sus padres, abuelos o tatarabuelos.

Lo que pasa es que con el tiempo todo lo robado se legítima y, hasta se bendice y santifica. Mala suerte por aquellos a los que no les alcanzó el tiempo para la legitimación de sus capitales, con compra de activos o desvío en criptoactivos. La mayoría, simplemente desvanece los rastros y, si alguna vez, cae preso por corrupción, le esperan sus millones bien guardados a la vuelta de poco tiempo. El dinero abre todas las puertas de la justicia venezolana.

Al fin y al cabo, esto es lo que abunda en la vida social venezolana, desde la I República, hasta la IV. La corrupción con sus corruptos han estado íntimamente ligados al acto de gobernar y de la función pública. Está maldición habrá de acabar, porque de lo contrario, iremos en un péndulo de esperanzas en un mundo mejor, desesperanzas, nuevas esperanzas y otras desesperanzas, hasta que toda la sociedad desaparezca en la más impúdica miseria.

En la actualidad venezolana, tenemos un presidente de la República que después de tantos años de robo al Pueblo venezolano y de una corrupción generalizada de su gobierno, él pretende mostrarse como sorprendido y ofendido porque los ladrones corruptos son sus cercanos colaboradores, cuando, en verdad, los ha expuesto públicamente, para maquillar su imagen y como una vendetta contra quienes lo traicionaron con la intención de cogerse todo el botín para ellos solos, porque, hasta las piedras lo saben, él es tan copartícipe y tan corrupto como ellos.

Además, son tan caraetabla o cínicos, que cuando algún mortal les reclama su corrupción, le reclaman al denunciante que se los demuestre, sin ocultar que ostentan -de manera tan vulgar y exhibicionista- el fruto de sus actos de corrupción. Olvidan que el rey está desnudo.

La corrupción sí tiene nombres y apellidos. No decirlo es complicidad. Estos corruptos están en los que gobiernan, que en nombre de la revolución y del legado del Comandante Hugo Chávez se quieren atornillar al poder para sus fines particularísimos y en la oposición que fuerza por tomar el poder a sangre y fuego, con ayuda imperial estadounidense, para sus fines, también innobles, de reparto del botín; porque para todos ellos, no se trata de ideologías, de patria, ni democracia, ni de ningún alto propósito nacional.

Nuestra historia nacional siempre se ha tratado de llegar al poder, como sea, para devorar todo cuanto haya de los venezolanos, para satisfacer sus afanes de lucro y riqueza súbita.

Ahora bien, el problema no es salir de todos los corruptos que abundan en las instituciones y en los poderes públicos, más los que fuerzan por restaurar sus viejos privilegios y ver de dónde siguen robando. Hay que salir de todos ellos, sin que tengan el privilegio de la impunidad, aunque también, se trata, fundamentalmente, de que cada uno de nosotros aprendamos a odiar la corrupción, para no incurrir individualmente en ninguno de sus tipos de prácticas y aprendamos a odiar a cada corrupto por separado, para hacerlo pagar al mayor y al detal, por todo lo robado a los venezolanos.

Esos corruptos de la IV y los de la V República son los culpables de la gran crisis nacional venezolana; son los culpables de que muchos familiares nuestros estén regados por el mundo entero y hasta pasando grandes penurias, porque aquí no pudieron vivir y soportar esta tragedia. Esos corruptos son culpables y autores de tantos muertos, producto de la falta de insumos médicos, de medicinas a tiempo y del hambre que los ha llevado a morir. Esos corruptos crearon las condiciones para que muchos venezolanos hayan decidido suicidarse, por hastío de vida. Esos corruptos con nombres y apellidos y cualquier acto de corrupción son un cáncer social, que por cada minuto de felicidad que el dinero robado y los privilegios inmerecidos han dado, también han sido muchos años de infelicidad de un Pueblo, de la clase trabajadora que les ha proporcionado la riqueza. Estos corruptos son los culpables de la crisis económica, política y social que los trabajadores estamos pagando con hambre y miseria, individual y colectivamente.

También, es posible ser honestos, individual y colectívamente.

Dr. Luis Pino

@l2pino2



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Luis Alexander Pino Araque


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