Señor: hay que ser caradura

—La Revolución Francesa. Con la esperanza de despertar un movimiento en los Derechos del Hombre, sobre cuya obra descansa principalmente su fama de Demócrata. La Revolución Francesa, considerada grandemente subversiva durante la reacción antijacobina, "puede estar todos comprendidos bajo tres encabezamientos. Primero: superstición; segundo: poder; tercero: el común intereses de la sociedad y los derechos comunes del hombre.

La crítica se permite en un amplio campo, pero cuando se la considera realmente peligrosa, su autor es castigado en alguna forma. La libertad en este país está amenazada por dos lados: la plutocracia y la corrupción, que luchan entre sí por establecer una censura económica y tiránica. Ambas se ponen de acuerdo para lanzar la acusación de imperialista a cualquier persona cuyas opiniones les desagradan.

Me temo que se esté acabando la época del "madurismo". Dos cosas que la matan: primero es la creencia de que no hay peligro con tal de que no se haga daño a nadie; la segunda es el aseo de la farsa, un asco tanto estético como moral. Ambas rebeldías fueron fomentadas por la miseria. Cuando estaban en el Gobierno, (todos ellos son ladrones del erario público, rasparon "Setecientos mil millones de dólares") y en nombre de la más alta moralidad inducían al pueblo a matarse los unos a los otros. Cuando todo hubo terminado, los sobrevivientes comenzaron a preguntarse si las mentiras por odio y corrupción constituían la más alta virtud.

Me temo que pase algún tiempo antes de que se les pueda convencer para que acepten esta doctrina fundamental de toda ética realmente elevada. Han variado de tal manera que ninguno de ellos ha sido permanente. Por lo tanto, no podemos decir que el "madurismo" conoce el bien y el mal, sino sólo que algunos lo conocen. Los enemigos de la libertad sostienen que hay que tomar en consideración otras condiciones aparte del conocimiento que tenga un "madurismo" de su especialidad. Debe, según ellos, no expresar nunca una opinión contraria a la de los que detentan el poder.

Ese peligro no puede evitarlo la democracia por sí sola. Una democracia en la cual la mayoría ejerce sus poderes sin restricción puede ser tan tiránica como una dictadura. La tolerancia de las minorías es parte esencial de una prudente democracia, pero esa parte no se recuerda siempre lo bastante.

Los enemigos de la libertad, si se salieran con la suya, reducirían este país al nivel de "Haiti", con respecto a la promulgación de las doctrinas que reprueban. Sustituirían con la tiranía organizada el pensamiento individual; proscribirían todo lo nuevo; harían que la comunidad se osificara; y al final producirían una serie de generaciones que pasarían del nacimiento a la muerte sin dejar huellas en la historia de la humanidad.

¿Qué importancia tiene, se podrá decir, la libertad en un mundo destrozado por la miseria, atormentado por las persecuciones, y lleno de campos de concentración para los que no quieren ser cómplices de la iniquidad? Recordemos que lo que está en juego, tanto en lo grande como en lo chico, es la libertad del espíritu humano individual para expresar sus creencias y esperanzas con respecto a la humanidad, ya sea éstas compartidas por muchos, por pocos o por ninguno. Las nuevas esperanzas, las nuevas creencias y los nuevos pensamientos son siempre necesarios a la humanidad, y no puede esperarse que surjan de una absoluta uniformidad.

—Tenemos el robo: En el Gobierno en la cual todos roban es inconvincente para el pueblo, y es evidente que la mayoría de los políticos (dirigencia) viven mejor que el pueblo. Pero en ausencia de leyes moral, surge una de dificultad, para cada político. La comunidad ideal sería una comunidad en la cual todos fueran honrados y él solo ladrón. Esto se efectúa, con la ley criminal y la policía. Pero los criminales no son siempre detenidos, y la policía puede ser indebidamente benévolo, cuando la policía falle (convivencia con el ladrón), probablemente esta creencia fomentará la honradez. La utilidad de la religión a este respecto queda ilustrada por la historia de la viña de Nabot donde el ladrón es el rey, que está por encima de la justicia terrestre.

Gómez Grillo: La moderna sociología criminal ha desplazado la anterior acentuación que en la génesis del delito se adujaban a las factores económicos y sociales. Es probable que eso sea cierto, pero en lo que respecta a ciertos delitos como son todos los conocimientos a la propiedad, pues, en lo que se refiere a los actos criminales contra el erario público, es cada vez más cierto lo que sobre la extraordinaria importancia que en estos casos hechos tienen los factores biológicos. Aunque los pueblos primitivos o muchos de ellos no ejercían de presalias directa en nombre del grupo contra el homicida".

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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