Rafael Ramírez: un ángel disfrazado de tremendo administrador que nos impuso el mismísimo Chávez

¡Oh Rafael Ramírez! Padre de todos los cielos y que la eternidad te cubra de mucha vida y de mucho disfrute. Amasa el pan de todos los días con el afán de que eres y serás grande, inmensamente grande. Envidiarte es poco, y tu gracia pica y se extiende como una luz que ilumina tu imagen. Chávez te puso donde había y demostraste tus destrezas naturales que no caben en un santiamén. Eres inconfundible como una sardina dentro de una lata que hay que conservar quizás, aunque te den escalofríos de brío oportuno nada afrentoso. Eres oportunamente talentoso y el presidente Chávez para ese entonces te puso donde mejor cabías, mal hablado como eras, y te afincó con lucidez: haz lo que quieras posiblemente lo entendiste y, lo hiciste a lo inmediato, trepando donde otros no llegaron y hoy día la fama te cubre sobre el pedestal de la dicha, crea fama y duerme tranquilo que ninguna sombra te opacara, que ir preso en Venezuela es un honor que cubre la vergüenza, que se aguanta de pie y hasta con risas irónicas.

Tu cinismo es excelente en grado sumo y qué decir de tu sinceridad cuando te distraes de una realidad que perfuma el momento que ni san Benito la alcanzó.

Pdvsa fue tuya y solo tuya Rafael Ramírez, mientras Chávez discurseaba para entrar al socialismo SXXI, nada con los gringos y las arcas de la abundancia te abrieron las puertas ansiosas de tu aspiración sin izar banderas inoportunas que no fueran de la prosperidad que, si sumamos bien al contado, cuatro mil millones de dólares son como una esperanza que no caen del cielo y se extiende de aquí hasta el exterior donde te hallas, donde tu vigilia se dilata en retener privilegios que otros buscan con lealtad a sí mismo que, por más que escarben levantando los pellejos de la tierra el río de la conformidad fluye como eslabones que estiran en un proceso nada kafkiano, para que un puñado de cómplices la gocen año tras año sin cúticula en sus uñas por estiramiento de componendas muy mal habidas.

Chávez no existe, pero Rafael Ramírez sí (sin fama ninguna) y por lo menos heredó el poder de ser chavista rojo rojito, lúcido como un alacrán en acción y, no con fraude sino con el heroísmo de tener el otro poder que da la fuerza del dinero para construir la imaginación del poderoso, siempre por encima de los pobres y de los pendejos que nacieron para obedecer y a esperar la dádiva que algún día le llegará, no así a Rafael Ramírez que tiene sus días contados de morir en la carraplana de la invención de ponerse en lo que no debió que, lo perseguirá por más que se esconda de su buena suerte.

Nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario y Rafael Ramírez no es ni será la excepción, a no ser que muera en el intento de demostrar que es el hombre más honesto que hasta Chávez lo perdió vista al que más de uno de sus cercanos colaboradores lo engañaron fraudulentamente. Pero Rafael Ramírez es libre con la terquedad de no querer demostrarlo al tenerle miedo a la justicia venezolana que tarda pero algún día llegará, aunque se vista de inocente, a no ser que comience a cotar: uno, dos, tres, ...,tres mil millones, etc, etc.

Mientras, nosotros seremos pobres hasta no ser ricos por más que miremos para arriba.

 



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Esteban Rojas


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