Esclavos del tiempo, nos esforzamos por dar realidad de presente al porvenir

A todas horas oímos hablar del juicio de la posteridad, del fallo de la Historia, de la realización de nuestro destino (¿cuál?), de nuestro buen nombre, de la misión histórica de nuestra nación. La Historia lo llena todo; vivimos esclavos del tiempo. El pueblo, en tanto, la bendita grey de los idiotas, soñando su vida por debajo de la Historia, anuda la oscura cadena de sus existencias en el seno de la eternidad. En los campos en que fue Munda, ignorante de su recuerdo histórico, echa la siesta el oscuro pastor.

A medida que se pierde la fe cristiana en la realidad eterna, búscase un remedio de inmortalidad en la Historia, en esos Campos Elíseos en que vaga la sombra de los que fueron. Perdida la visión cordial y atormentados por la lógica, buscamos en la fantasía menguado consuelo. Esclavos del tiempo, nos esforzamos por dar realidad de presente al porvenir y al pasado, y no intuimos lo eterno por buscarlo en el tiempo, en la Historia, y no dentro de él. Así inclinamos la frente al fatum, al Progreso, tomándole de fin e ídolo, y nos hacemos sus siervos en vez de ser sus dueños. Y el Progreso nos tritura como el carro de Yargen Aut a sus fantásticos adoradores.

Con frecuencia la nostalgia de la Edad Media; quisiera vivir entre los espasmos del milenario. Si consiguiéramos hacer creer que en un día dado, sea el 5 de julio de 1811 del grito de la independencia, se acababa para siempre Venezuela; que en este día nos repartían como borregos, sería el más grande de nuestra historia, el amanecer de una nueva vida.

No se comprende aquí ya ni la locura. Hasta el loco creen que lo será por tenerle su cuenta y razón. Lo de la razón de la sinrazón es ya un hecho para todos estos miserables. Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia, fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos: "¿Qué irá buscando en eso? ¿A qué aspira?" Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con dólares: otras que es por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o envidioso; otras que lo hace no más meter ruido y que de él se hable, por vanagloria; otras que lo hace por divertirse y pasar el tiempo, por deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les dé por deportes semejantes!

Sólo los apasionados llevan a cabo obras verdaderamente duraderas y fecundas. Cuando oigas de alguien que es impecable, en cualquiera de los sentidos de esta estúpida palabra, huye de él; sobre todo si es artista. Así como el hombre más tonto es el que en subida no ha hecho ni dicho una tontería. Cada cual debe procurar hacer a los demás a su imagen y semejanza, como dicen que a su imagen y semejanza nos hizo Dios.

Cada poder humano tiene su método; su procedimiento, su modo de conducirse. Lo que llamamos lógica es el método de la razón, el modo de buscar conclusiones que a la razón satisfagan. Así se hace la ciencia. Pero cuando ni se trata de hablar a la razón ni de satisfacerla, no hace falta la lógica. Y, raras veces, me dirijo a la razón de los que me leen, y esas veces no soy yo sujeto, me han echado encima los que leen.

Se ha dicho que el corazón tiene su lógica; pero es peligroso llamarle lógica al método del corazón; SERÍA MEJOR LLAMARLE CARDÍACA.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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