Carta a un presidente que no la leerá

Señor presidente, no soy un burgués, provengo de uno de los barrios pobres de Maracaibo. Siempre he militado en movimientos sociales, no me pueden acusar de apátrida. Mis padres les dieron estudios a 8 hijos. Obtuve un título universitario y me hice un camino en la academia. Pasamos necesidades, pero salimos adelante.

Ingresé a la universidad como docente y me formé con dos maestrías y dos doctorados. Desarrollé la investigación con publicaciones y proyectos. Siempre dije que me jubilaría cuando tuviera 80 años o más, pues quería dar lo mejor en la formación de nuevas generaciones. No pudo ser, la crisis golpeó a mi familia, no podía costear los gastos en medicina, alimento, transporte, servicios, calzado y vestido. Menos aún libros y tecnología.

Mis hijas, que pudieron tener un futuro profesional, dejaron de estudiar por la crisis de las instalaciones universitarias y porque no podíamos con los costos. Así que decidieron trabajar y después de mucho luchar para levantarse, se dieron cuenta de que no tenían ni para un pantalón nuevo, y este año exploran suerte en otro país.

Yo opté por jubilarme el año pasado para buscar un trabajo extra y mantener gastos de sobrevivencia. Con más de 20 años de servicio, titular y doctorado, mi salario era de unos 60 dólares mensuales. A usted le consta que eso no alcanza para mucho. En estas circunstancias lamentables, es bueno decir que aun así creo en la educación pública, aunque haya sido destruida por usted. Y estoy dispuesto a contribuir en la recuperación de la Universidad necesaria cuando se me requiera. Pero valorándola como merece.

El drama de millones de venezolanas incluye familias separadas como la mía. Hijos, hermanos, parejas, sobrinos, tíos, padres y abuelos separados por la migración. Esto ha devastado la estabilidad, armonía y lazos de unión que eran parte de la venezolanidad. En el barrio donde crecí y he vivido ya no están amigos y familiares.

Quienes quedan sobreviven en zozobra diaria en busca de agua, colas por horas y días para la gasolina o una bombona de gas. Rendir el poco dinero que se consigue para cubrir gastos nos llena de angustia. Por si fuera poco, los apagones empeoran todo. Después de sortear algunas de las circunstancias del día, nos quedamos sin electricidad por varias horas, sin saber si será en el día, la noche o la madrugada.

La alegría que caracterizaba este país maravilloso acabó hace años. Vecinos lánguidos, cabizbajos, melancólicos, pensativos, vistiendo harapos, zapatos desgastados por el largo caminar. La alegría es para unos pocos, una élite que se ha fortalecido con su gobierno, nuevos ricos a la sombra de negocios mal habidos. NO, lo que prometieron no lo han cumplido. Del buen vivir hemos pasado a la humillación de mendigar un bono. Eso no es dignificación del pueblo, no es libertad, no es SOCIALISMO. No porque lo vocifere en cada alocución es realidad. No se ha reivindicado a los más pobres. Ahora somos más pobres. De qué vale que se diga que estamos venciendo, cuando estamos peor que en la Cuarta República. Y aquí voy a enumerar lo que es nuestra realidad.

  1. La educación: la universidad como motor del conocimiento está en terapia. Las universidades están entre los sectores más golpeados en el país. Es inentendible cómo un gobierno se ensaña con este espacio vital para la nación. En muchos países son tazas de plata. Aquí se ha destruido su infraestructura e ideologizado sus contenidos y se desmejoró la calidad de vida de profesores, administrativos y obreros. No hay razón para eso. Nuestras universidades han aportado al desarrollo nacional. Teníamos laboratorios y centros de investigación, revistas, docentes de primer orden, con reconocimiento a nivel internacional. ¿Por qué acabar con eso? Se formaban miles de venezolanos con calidad anualmente en diferentes áreas. No graduar por graduar, por una estadística, como se hace ahora en las instituciones administradas por el gobierno. ¿Por qué llevar a los miembros de la comunidad universitaria a padecer la inclemencia de una pobreza inducida? Los jubilados que esperaron toda su vida de esfuerzo para vivir sus últimos días con felicidad y bienestar ven esa esperanza desvanecer por las políticas de salarios de hambre de un presidente que solo nos muestra el show mediático de su egolatría. La educación primaria y básica no está mejor. No hay docentes en áreas prioritarias del conocimiento, no hay posibilidad de formación, las escuelas parecen campos de guerra. Todo está destruido, sin equipos y materiales. Los maestros, de vital importancia para un país, con sueldos miserables que no les permite ni sobrevivir. En estas condiciones ¿cómo cree usted que se están formando las nuevas generaciones de jóvenes?

  2. La salud: los centros de salud están sin insumos ni personal capacitado pues un porcentaje alto se ha ido del país. ¿Sabía usted, presidente, que hay que llevar hasta la gasa para que nos atiendan? Esos centros de salud que usted enseña en VTV solo representa el uno por ciento, el resto está en la decadencia. No sé si lo tienen engañado o mira para otro lado para no enfrentar la realidad. Ancianos muriendo por falta de tratamientos o alimentos. Los pacientes inmunodeprimidos sufren un calvario para lograr sus medicamentos, los enfermos renales mueren por falta de máquinas de diálisis y trasplantes. Los niños mueren por enfermedades antes de fácil curación o por no tener tratamientos. Es verdaderamente una tragedia la que vivimos. No le bastó con arremeter contra los hospitales, sino que acabaron con el IPASME y los institutos de Previsión Social de las Universidades e instituciones del Estado. Eso descongestionaba los hospitales y los CDI. Ahora toda esa gente tiene que acceder al mismo mal servicio de salud produciéndose mayor colapso del que había.

  3. Los servicios: la falta de electricidad, servicio básico en esta contemporaneidad, es un calvario que padecemos. Las fallas y cortes eléctricos diarios por periodos inhumanos. Los daños a los electrodomésticos por las fallas son innumerables y acarrean gastos no previstos que muchas veces no se pueden costear. Lo del agua es realmente una aberración. Dejar un país sin agua es un crimen. Sí, señor presidente, no tenemos el vital líquido. Grandes sectores tienen años sin agua por tuberías. Solo les ha quedado comprar a un costo inaudito a las cisternas. NO hay solución a este gran problema. El transporte es un caos por la falta de gasolina. Hay zonas donde el transporte público dejó de existir. Solo queda caminar por horas para ir al trabajo o diligenciar algo. El gas doméstico es una calamidad. Entonces, ¿si nada sirve y estamos peor que en la CUARTA, regresando a principios del siglo 20 en la época gomecista, de que valió tanta lucha? ¿Por qué sigue diciendo que se ha reivindicado al pueblo y superamos los gobiernos adecos/copeyanos cuando no es cierto? Los únicos que han vencido son los CORRUPTOS.

  4. Los salarios: el tema salarial es significativo pues llevamos 4 años con salarios por debajo de la línea de pobreza crítica estipulada por la ONU, equivalente a un dólar diario. Se ha violado la Constitución, la Ley Orgánica el Trabajo y los Contratos Colectivos para mantener unos salarios de hambre. Todo ello para complacer a una elite gobernante que no tiene ni idea de cómo funciona la economía de un país. Se persigue a los sindicalistas críticos y se excluye de las discusiones salariales a los sindicatos independientes. ¿Entonces, dónde está el gobierno obrero? La situación de los trabajadores es grave. No se puede mantener calidad de vida con estos salarios. Con un CLAP cada seis meses usted ha arreglado la alimentación de millones, eso no solventa nada, por el contrario, se ha acumulado más frustración. Sobrevivimos con el mínimo de alimentos, calzado, vestido y electrodomésticos. No hay para mantener vehículos, ni para utilizar lo que queda en transporte público y menos para entretenimiento o turismo. Nos encontramos realmente en la pobreza y en la indigencia.

  5. Migración: La huida de venezolanos es cierta. La podemos corroborar en nuestros barrios, urbanizaciones y en cada rincón del país. Nosotros, que vivimos cada día la marcha de seres queridos, podemos referirle mejor qué sucede. NO se engañe con el plan vuelta a la patria. Regresan cien, pero se van diez mil. Es cierto. Muchos talentos se han ido, no porque no amen al país, sino porque se cansaron de tanta miseria y necesidades. Vieron sus sueños truncados. Se quedaron sin esperanzas para construir un futuro, una familia, un bienestar, la felicidad. Los venezolanos regresarían si de verdad hay voluntad gubernamental de sacar el país adelante. Y no con falsedades y discursos. No mostrando la Venezuela de VTV. Sino hablando claro al pueblo para saber hacia dónde vamos. No con narrativas de la Venezuela potencia que solo existe en los imaginarios televisados del presidente y sus ministros. Esa Venezuela potencia puede ser real, pero no encubriendo el desastre que existe.

  6. Aniquilación de la industria: comenzaré por decir que la destruición de PDVSA está relacionada con la desinversión. A la industria la han canibalizado, es un Frankenstein. Se ha deteriorado de tal manera que los complejos petroleros que antaño eran la envidia de Latinoamérica, hoy se han transformado en escombro y chatarra. La producción ha caído al mínimo como jamás había sucedido en el país. Si esto lo llaman estar mejor que en los Gobiernos adeco/copeyanos, están mal. Las industrias de alimentos que siguen en manos del gobierno están quebradas. El resto de las industrias que el gobierno nacionalizó no existe. Lo poco que queda en el país funcionando está en manos privadas. Pero nos dijeron que nos liberaría del yugo del capital privado para lograr la independencia y la equidad en la distribución de los recursos. Sin embargo, ¿cómo es posible que sea la empresa privada quienes pagan mejores salarios? Mientras el gobierno engaña, menosprecia a los trabajadores y les niega sus justas reivindicaciones salariales.

  7. Destrucción del medio ambiente y genocidio de indígenas: los proyectos mineros encaminados por el Estado son antiecológicos y causan deterioro ambiental irreversible. Los daños por explotación de oro en Amazonas y Bolívar son ejemplo palpable. La explotación de carbón en la Sierra de Perijá tiene destruido ese pulmón vegetal. Además, se ha acorralado a los pueblos indígenas hasta el punto de producirse masacres para despojarlos de sus territorios. Esto ha quedado impune, no hay dolientes, la justicia está ausente.

  8. Corrupción militar y policial: la crisis ética en los cuerpos de seguridad del Estado es enorme. No es un secreto para nadie los desmanes que se cometen a diario por las instancias policiales y militares. No hay puesto de seguridad donde no te exijan dinero para continuar el viaje. Aduanas, aeropuertos, alcabalas se han convertido en referentes de corrupción y matraca a nivel nacional. Hoy se le teme más a los cuerpos policiales y militares que a los mismos delincuentes.

Señor presidente usted podrá mostrar su alegría, la opulencia de Miraflores, organizar festivales de música, pero esa no es la realidad de los venezolanos que se sumen en innumerables situaciones que no les permiten ser felices y vivir una vida plena. Las penurias de los venezolanos son muchas, no las evada. Camine al lado del pueblo para salir de la crisis. Deje de hacer caso a los aduladores de oficio que lo rodean. Nada está bien.

Y lo digo un millón de veces, este es el país más hermoso del mundo. Pero lamentablemente, ha sido administrado por el PSUV/gobierno como una pulpería al mejor estilo gomecista.

Presidente Maduro, regrésenos el país que tiene secuestrado.



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Johnny Alarcón Puentes

Docente/investigador. Universidad del Zulia. Licenciatura en Antropología.


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