Aquel Diego Arria: cojo y descojonado, una historia impresionante…

  1. Carlos Andrés Pérez (CAP) anduvo mucho tiempo deslumbrado por la ignorancia de aquel enano de largas trenzas llamado Diego Arria. Al igual que su maestro Rómulo Betancourt, CAP no podía intimar con un burgués porque inmediatamente se enloquecía por él e inmediatamente lo ponía por los cielos. Betancourt entró en paranoia romántica demencial al conocer a don Diego Cisneros y por ello le regaló el canal que luego sería Venevisión. Así eran aquellos adecos, no se diga cuando se entregaban en brazos de los gringos como Nelson Rockefeller, los Kennedy, los Reagan, Otto Reich…
  2. El petulante enano de cuerpo y alma don DIEGO ARRÍA, en un punto de su carrera, una vez que se había metido a los adecos en el bolsillo, siendo tan amado por CAP, buscó horizontes de prestancia más elevados en la crema de la crema caraqueña. Su próximo paso, luego de este romance con los adecos, fue coger cierta altura, digo, buscándose una mujer burguesa que lo eleva por los cielos de la alta suciedad, y lo consiguió enmaridándose con doña TIKI ATENCIO.
  3. Con doña Tiki en sus brazos, don Diego se la pasaba de fiesta en fiesta mostrándola. La espectacular dama aparecía en todas las revistas del corazón con unos trajes y unas joyas que le sacaba alaridos de entusiasmo al adecaje que buscaba debutar en sociedad. Don Diego le aconsejó a CAP en estos desbarajustes de la burguesía que se buscara una amante para poder mejor partir la cochina en los grandes saraos que se daban en la Lagunita Country Club. CAP se buscó a Cecilia Matos que cuando se prendó de ella tenía apenas dieciséis años.
  4. Eraaquella Venezuela Saudita de los grandes botarates de AD y COPEI.
  5. El petulante enano del Arria llegó a impresionar tanto a CAP que éste lo hizo diputado al Congreso, ministro de Información y Turismo, gobernador de Caracas y le consiguió harto billete para que fuera candidato independiente en las elecciones presidenciales de 1978, director del Banco Interamericano de Desarrollo ante la ONU, presidente del Consejo de Seguridad y empresario multifacético. Diego Arria con tanto billete que llegó a coger se hacía propaganda por todos los poderosos medios gringos: TIME, The New York Times, The Washington Post, Newsweek,…
  6. Profundamente, aquellos adecos padecían un tremendo complejo de inferioridad y buscaban con locura parecerse a los grandes jeques de la oligarquía, de la burguesía. Los adecos andaban deslumbrados, pues, por doña Tiki y se desvivían por darle la mano y tratar de hacer con ella una selecta corte de aristócratas. Doña Tiki era además la hija de un rico zuliano, que tenía el hipocorístico de Tiki…
  7. Un día, doña Tiki descubrió que su chulo marido le estaba gastando en demasía lo suyo y estalló la guerra de mil denuestos, y en uno de esos agarrones y golpes conyugales, ella en llegando a su residencia y él en abriéndole el portón para que entrara su Dulcinea, ésta embistió su bello deportivo con furia dejándolo cojo para toda la vida. Don Diego quiso vengarse de su cojera comprándose bastones con empuñadora de oro, y todos los pesados adecos le regalaban uno. Llegó a ser don Diego el cojo más cojonudo en eso de coleccionar bastones, varas largas y garrotes con empuñadoras de oro.
  8. De creerse tan cojonudo pudo durante un tiempo olvidarse un poco de su cojera llegando a usar dos bastones al mismo tiempo de tantos que tenía, y andaba entonces como quien dice en cuatro manos. CAP era el mejor bastón de cuantos usaba y le hizo llamar doctor a don Diego Arría, cuando éste el título que tenía era de técnico en administración.
  9. Al que los adecos endiosaban no necesitaba de títulos. En este país, en el que los más asomados y mediocres son los académicos y los de las universidades autónomas, se les dio por llamar doctores a los más burros y a éstos mientras más dinero tuvieran más doctorados les encasquetaban en sus curricula. Llegaron a hacer de don Diego Arria todo un genio plenipotenciario.
  10. Convertido en genio Arría por obra y gracia de los adecos, entonces el consabido enano arrasó con los dineros del Centro Simón Bolívar, quebró la cadena de Hoteles de la Conahotu, se posesionó de bienes materiales invadiendo haciendas; hizo estafas tremendas como la de los Autobuses Ensa para Caracas que ocasionó muchos muertos, que hubo que desecharlos como chatarra porque tenían pisos de cartón masonite. Más, con este record de simples travesuras que lucían al muñequito del bastón, llegó a ser nombrado por el acomplejado CAP, Embajador de Venezuela en la ONU. Así era aquella horrible Venezuela, coño.

 



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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