Crónicas cotidianas

"Muñeco e´pobre"

María habla con una resignación pasmosa de la vida y el destino de su primo Edgardo. Dice que había nacido como bobo, era lento para reaccionar e incluso tenía una inocente sonrisa que era como la condición principal de su personalidad. Pero, además, Edgardo se reía de todo. Desde niño, cuando los demás se burlaban de él en la escuela, su respuesta siempre fue la risa. Así creció en aquella gigantesca urbanización del 23 de Enero en Caracas, cuando a los 12 años, policías de Caracas le dieron una golpiza por la inocente expresión de su sonrisa, pero que ellos creyeron se estaba burlando, en tiempos en que los derechos humanos brillaban por su ausencia. Pero eso cambió la personalidad de Edgardo, cuando el odio y la maldad fueron sus nuevos atributos.

"Después de esa paliza, cambió por completo. Una vez vino la policía a buscarlo porque disque él y otros chamos, violaron a una chama del bloque 38. No lo encontraron, pero al otro día lo agarraron por Monte Piedad y le dieron una paliza que hasta le cerraron un ojo. Por ese ojo quedó medio ciego y medio cerrado. Otra vez lo agarraron cuando le quita la cartera a una señora allí en el mercado de Pérez Bonalde. Recuera que en esa época la policía los montaba a las camionetas y le daban palos antes de llevarlos pa´la jefatura. Allí le fracturaron una mano, porque era muy fuerte y se entraba a coñazos con la policía. Era lento para entender, pero ya peleaba con todos y no aceptaba juegos más que de sus amigos. Una vez andaba en una moto y pasó por el bloque 26, y como estaba solo, los malandros de allí creían que lo iban a amedrentar. Le tiraron una piedra, el paro la moto, se bajó y se cayó a coñazos como con ocho tipos, le vació un ojo a uno y le fracturó un brazo a otro, pero con un pico de botella, le cortaron la cara y le quedó una cicatriz horrible. Ya imagínatelo, con un ojo medio apagado y una cicatriz en la cara, a uno de los amigos le dio por decirle "Muñeco e´pobre", mote que lo siguió hasta el fin de sus días. Aunque él no pasaba de ahí, rompía el vidrio de un carro y se robaba que estuvieras mal puesto o le sacaba el reproductor, se robaban algo en una panadería o un abasto, o le quitaban la cartera a alguien, hasta que un día se encontraron una pistola en un carro que abrieron- Edgardo se la quedó y esa fue la segunda parte de su vida, que ahora si fue violenta".

María me cuenta que Edgardo era muy agresivo en sus acciones. Con dos amigos atracó un banco e hirieron a dos vigilantes, atracó a un comerciante y le partió la cara con la pistola, atracaron a un funcionario de la entonces Dirección de Inteligencia Militar (DIM) que vivía por La Silsa y le quitaron dos pistolas, mató a un compinche que los quiso tumbar cuando le dieron a guardar el botín. En fin, se convirtieron en cuatro delincuentes conocidos como la banda de Muñeco e´pobre, de la que ya quedaban tres porque él había matado a uno, que tenían azotada a lo que se conocía como la gran Catia, que comienza en la iglesia de Paguita frente a Miraflores y toda la avenida Sucre, hasta El Paraíso. Hasta una crónica sobre él había escrito un folclórico reportero de sucesos de Última Noticias. En las varias jefaturas de policías de la zona, estaba la fotografía de Muñeco e´pobre.

"Mi tía lloraba todos los días -cuenta María- porque sabía que en cualquiera momento le llegaba la noticia de que lo había matado, porque lo estaban buscando. Dicen que los comerciantes ofrecieron una recompensa a la policía por su cabeza. Pero yo creo que la bondad humana no muere del todo, porque Edgardo siempre le mandaba cosas a mi tía y me enviaba dinero a mí. Como nos criamos juntos y yo siempre lo quise. Ya no venía por el bloque, pero siempre buscaba la forma de mandarle cosas a mi tía. Un sábado como a las 5 los emboscaron en Monte Piedad. Allí se prendió un tiroteo. Hirieron seis policías y mataron a dos, pero a los dos compinches de Edgardo los mataron y él se escapó".

María cuenta que una semana después lo volvieron a emboscar por Propatria, donde hirió a dos policías y se volvió a escapar. Y una semana después lo acorralaron en el barrio La Silsa. "Muchacho, por Radio Rumbos narraban la persecución de Edgardo subiendo ese cerro y cayéndose a tiros con la policía, hasta que cayó en la punta del cerro, iba herido, llevaba nueve tiros encima y había herido cinco policías más. Le entregaron el cadáver a mi tía y lo fuimos a enterrar. Fue lo mejor. Creo que había nacido para terminar así. Tienes que tomar en cuenta que era pobre".



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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