Docencia Amena

Dos leyes en Cicpc: una pal vivo y otra pal pendejo

Se supone que todo ciudadano o ciudadana bajo el amparo de la ley es visto de forma igual. No obstante, en Venezuela al hablar de la viveza criolla no dejamos de sorprendernos cuando ésta viene personificada de un poderoso o poderosa capaz de emplearla a favor de sus intereses particulares. En todo caso esta actitud poco corregida y muy común en altas esferas resulta difícil someterla por falta de coraje de quienes tienen la oportunidad de frenarla.

¿Cuántas veces se ha podido observar la incomodidad de un señor o señora que se siente atropellado o atropellada por las autoridades cuando se le exige el cumplimiento de la ley cuando éste o ésta la ha infligido? Pues, bien, nos faltarían dedos de manos y pies para indicar tal número.

En todo caso lo lamentable es cuando quienes ocupan roles fundamentales en puestos claves dentro de la administración pública son presas fáciles de las pretendidas de estos señores y señoras que al valerse de posiciones encumbradas en la sociedad resuelven todo a su favor. Desde luego pasarse por víctimas es una manera de hacer creer a quien puede darle una mano salvadora a tiempo, pero cuando se trata de imponer criterio sobre el débil no tiene empachos y es capaz de jurar ante Dios y las leyes e incluso acusar.

Miremos pues como en nuestras fuerzas de seguridad y orden público nos conseguimos con funcionarios y funcionarias cortados a la medida para ser instrumentos de estas excentricidades de familias orbitales. Mientras tanto, el Estado por medio del Poder Judicial y Moral luchan, en el papel y hay sus excepciones individuales, porque se cumplan las leyes y exista equidad a la hora de aplicar la justicia. Pero en la calle o en el campo… en muchos lugares de este país no faltan los vivos y vivas criollos y criollas con plata en el bolsillo imponiendo todo tipo de criterio acomodaticio.

De este modo nos resulta lamentable observar, en primer plano, el desvío dado en un caso de investigación particular por la policía científica. Esa misma de la que se hace alarde por Radio Nacional de Venezuela.

En este país esta institución la conocemos como Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas. Nótese todo lo que engloba el nombre al iniciarse un proceso investigativo y que debe culminar con su esclarecimiento. Pudiera darse, entonces, asumirse preferencias hacia casos manejados por este organismo detectivesco cuyo largo nombre en un pasado no tan lejano impactó. Y a esta organización le sobran méritos por su historial y grandes casos de conmoción pública resueltos. Sin embargo, las manchas suelen aparecer y surgen precisamente ante los ojos de los poderosos y hasta simpatizantes del antigobierno. Es entonces cuando hay que cuidar lo logrado hasta la actualidad.

En este sentido creemos en la institucionalidad. En el respeto hacia las víctimas. En la aplicación de la justicia. Pero tememos existe funcionarios con doble moral o vividores de oportunidades en la que incluso terminan dañando a jóvenes noveles que se incorporan como policías.

Los maulas se han visto camuflados de pie a cabeza y buscan atomizar en tiempos más complicados y difíciles todo avance de la revolución Bolivariana. Nada que garantice seguridad, especialmente de vida y bienestar alguno, se verá con buenos ojos por factores de oposición si proviene del gobierno chavista.

Las instituciones en tiempos de revolución deben ser revisadas persona por persona para que juntos podamos sentir esperanza por la verdadera transformación en pro del desarrollo del país y de toda la región latinoamericana. Pues una nación vecina como Colombia, donde a diario los organismos de seguridad permiten y forman parte de las agresiones, persecuciones y muerte de líderes sociales, campesinos e indígenas no es un aliciente, mientras acá la ley se aplica de acuerdo al vivo y el pendejo.



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Brígido Daniel Torrealba


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