No cambiemos a Chávez, cambiemos al PSUV

Histórico fue aquel discurso del comandante Chávez el 16 de diciembre de 2009, en Copenhague, en el marco de la XV Conferencia Internacional de la ONU sobre el cambio climático. En ese entonces recriminó la inexistencia de un mundo inclusivo, la entelequia de un mundo democrático, por parte del sistema mundial actual. Citaba a Eduardo Galeano "nosotros los países arrollados como por un tren que nos arrolló en la historia", gracias a los países que se creen superiores a los del Sur, a los del tercer mundo. Un espanto recorre Copenhague: el capitalismo es el fantasma, mientras los pueblos rugen y gritan "no cambien el clima, cambien el sistema". En función de esto el comandante Chávez se hizo uno con este clamor y pidió "no cambiemos el clima, cambiemos el sistema", en consecuencia salvaremos el planeta. El capitalismo, es el modelo de desarrollo destructivo que está acabando con la vida, con la especie humana. Estamos obligados a dar la batalla contra este sistema perverso y a abrir los caminos de la salvación humana, decía Chávez. La construcción del socialismo será una farsa contra todos y contra los que pretenden ser consecuentes con el neoliberalismo que ha traído a los pueblos hambre, ignorancia, división, destrucción, sumisión y pobreza. A nivel global esta es una radiografía de lo que es el mundo actual doce años después de aquel discurso con respecto al cambio climático. Si lo llevamos a cada país, especialmente en Venezuela, no hay ninguna diferencia en el ámbito político. El socialismo intentó dar los primeros avances sociales con el comandante, pero aún hay seguidores de este sistema oscuro que están dentro del gobierno que no pueden ocultar su simpatía por éste, contribuyendo a llevar miseria y pobreza al país, como consecuencia el proyecto de Chávez se quedó en el papel, cristalizarlo implica muchas transformaciones radicales y el gobierno no está ganado para esto, tampoco la Asamblea Nacional (representada la mayoría por el oficialismo), ni mucho menos el partido de gobierno, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Estamos a merced de un partido antidemocrático, de una nueva oleada neoliberal que está atentando contra Chávez.

El PSUV está en deuda con el país, estaba encaminado a romper las cadenas impuestas por la oligarquía venezolana, en vista de que actuaba como títere del imperio para implosionar desde adentro cualquier intento revolucionario. Tenían como norte estar al lado del pueblo y hoy comulgan con la "burguesía revolucionaria" que promueven con su accionar algunos ministros, gobernadores, alcaldes, diputados, legisladores, protectores y cualquier psuvista que defiende su bozal de arepa. Su norte era promover lo autóctono, la cultura, pero hay psuvistas que defienden la gestión de un gobernador que utiliza símbolos terroríficos imperialistas, que insta a la privatización de los servicios básicos, que haya sido el artífice del descalabro del gas comunal (plan de Chávez), esto es lamentable. El psuvista aplaude la apertura económica del gobierno a través de la LOZEE, que extiende la alfombra a la vieja burguesía y a los boliburgueses. Han violado nuestra independencia tanto o peor que Guaidó al permitir la imposición del dólar degradando más nuestra moneda, a pesar de que es una estrategia del imperio para llevar a la quiebra al país. No hay defensa por nuestro salario, ni por la mejora de los servicios públicos, ni por el ecocidio que se suscita en el Arco Minero del Orinoco, ni por la tala de árboles como consecuencia de la escasez del gas doméstico. Son indiferentes ante el aumento indiscriminado de los precios de los productos de primera necesidad, no exigen fiscalización a la SUNDDE, son permisivos con los sectores económicos que cada día empobrecen más a la clase trabajadora, que contribuyen a ampliar la brecha de la pobreza. Algunos diputados que defienden estas nuevas formas de hacer gobierno, sus padres fueron ayer víctimas de las persecuciones y homicidios del puntofijismo por defender las causas sociales, contradictoriamente hoy tienen conductas más adeco copeyanas que chavistas. Permiten los diputados oficialistas la discriminación y vejación del jefe de la AN hacia el único izquierdista que defiende la revolución y al legado de Chávez aun no estando éste dentro de las filas del PSUV. En las últimas elecciones internas cometieron el peor de los abusos de poder, violaciones de las normas internas, demagogias y uso indebido de los recursos para captar electores; apoyaron y apoyan candidatos que no superaron los votos, los impusieron a pesar de no tener aceptación en sus localidades o regiones. En este proceso electoral se mueve la gran maquinaria económica y electoral del PSUV —es lo que efectivamente saben hacer—, pero no por ello lo más honesto y digno de un revolucionario. Aun ganando las elecciones, debe revisarse, porque el verdadero perdedor es el legado de Chávez, su verbo, su proyecto, su obra, el pueblo de a pie. El PSUV todos los días entierra a Chávez,

Los que defendemos la obra de Chávez, que luchamos por la libertad espiritual y la soberanía de Venezuela, que como buenos majaderos soñamos con la causa de Bolívar (la construcción de la Patria Grande), gritamos hoy a Maduro como lo hiciera aquella multitud en Copenhague al comandante: No cambiemos a Chávez, cambiemos al PSUV, porque están cambiando al comandante por el salvajismo, porque están contribuyendo con la extinción de un plan humanista extensivo al planeta. No cambiemos a Chávez, cambiemos al PSUV creando más consciencia en las filas revolucionarias uniéndose los partidos de izquierda despiertos. Si los psuvistas no tienen la capacidad de ponerse al lado del pueblo y de enrumbar la revolución no son dignos de seguir siendo el partido de gobierno, ni de conducir el camino político de la revolución porque perdieron el norte. Lo único que tiene de socialista el PSUV es su nombre, ya que la voluntad de serlo la perdieron, hasta el color rojo lo sustituyeron por el color blanco. Su principal error como partido de gobierno fue no haber colocado como prioridad a la economía social, sino el discurso banal que se quedó ahí porque no trascendió a la práctica. Estamos en presencia de un partido violento, agresivo, discriminador, antidemocrático, antirevolucionario, antichavista y antibolivariano. Es la nueva ola de un movimiento social neoliberal pervertido, que no presenta propuestas novedosas, ni capacidad resolutiva de nada, que utiliza el encanto de Chávez para hacerse en el poder, para luego pactar con la burguesía y la derecha. Los seguiremos viendo en camionetas blindadas; protegidos por guardaespaldas para que el olor a pueblo no los toque, no por ser protectores de la causa revolucionaria. Hay un tiempo físico y un tiempo social: el primer tiempo lo dejó pasar el PSUV, mientras que el segundo para que exista debe haber una flecha de tiempo que apunte hacia un norte fijo. Pero cuando esa flecha no aparece o se detiene, el tiempo social no tiene orientación, es un tiempo suspendido o perdido, porque no se sabe a dónde va a ir el mundo, o un proyecto, o una revolución, esto es exactamente lo que le ocurrió al PSUV perdió su tiempo porque no sabe a dónde va.

El pueblo bolivariano, el pueblo de a pie, ese que invisibiliza ahora el PSUV no funciona con creencias de contingencia como otrora lo hicieran AD-COPEI, porque este pueblo despertó gracias a Chávez. Esta sociedad despierta camina con creencias de horizonte, con creencias de predictividad de ese horizonte. El PSUV tiene que revisarse, reorganizarse, reinventarse, rectificar y reimpulsarse (ahora son 5R) porque el proyecto bolivariano no está agotado, cada día está más vigente, sino la historia lo juzgará. Tomemos las riendas de nuestra nación y rompamos las cadenas de la esclavitud, para la construcción del socialismo con Zamora, Rodríguez y Bolívar más Chávez el que nos guía. Si el capitalismo se resiste estamos obligados a dar la batalla y a abrir los caminos de la igualdad, la justicia, del humanismo y del amor.

Fecha: 14/10/2021



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Esmeralda García Ramírez

Licenciada en Administración Articulista

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