Coincidencias y misceláneas de la Patagonia

Días recientes, mirando unas imágenes que fueron publicadas por una sobrina que se halla domiciliada en la República de Argentina, y en donde aparece la muchacha, -según lo que ella, gentilmente remite- en una extensa zona llamada "La Patagonia", pude observar la belleza del lugar, verdaderamente es atractiva. Ignoro si algún día, antes de despejar los pies de este planeta, pudiera conocer ese importante lugar.

Por coincidencias circunstanciales de la vida, no hacía mucho que yo había terminado de leer, en mis ratos ociosos, las odiseas de los viajes del navegante portugués Fernando de Magallanes (1480-1521). Sin embargo, como encontré casualidades entre lo que mi noble sobrina había expuesto y mi calientita lectura; fue lo que me motivó a plasmar estas modestas cuartillas. Estoy convencido de que este tema puede abordarlo cualquier mortal en internet. Sin embargo, eso no resta el placer que se siente al imbuirse en las páginas de un texto físico.

Como esto, en realidad, no es una biografía del famoso navegante, no voy a extenderme tanto, sino voy a permitirme reflejar algo que, particularmente, me llamó la atención en relación al origen del vocablo "Patagonia", el cual considero que, como latinoamericano, por sentido de pertenencia regional, todo habitante de este continente debe saber. Aun cuando, necesariamente, no tengamos los talones puestos en determinados confines.

Ahora bien, vamos al grano. Según fuentes consultadas, en las fechas comprendidas: 7 de abril 1520 - 28 de noviembre 1520, en el "Porto negro de San Julián" la flota de Magallanes queda sitiada por la acción inclemente del invierno. La arrogancia de la atmósfera glacial, hacía sentir a los navegantes un miedo inefable. Se sentían perdidos ante tanta desolación. Me imagino la angustia y la desesperación de la tripulación; aunado a ello, sin el aporte tecnológico de los instrumentos de navegación de la época. Verdaderamente, considero, era una odisea.

Como toda noche tiene su día, al fin, aparece una señal de primavera. Es cuando en una sorpresiva mañana, en una colina, aparece un hombre de proporciones descomunales, a lo que escribe Pedro Mártir, en palabras del autor, lo siguiente: …"Tal era la talla de aquel hombre, que solo llegábamos a la altura de su cinturón. Tenía esbeltez, colorado el ancho rostro, y pintados alrededor de los ojos unos anillos verdes y una mancha en forma de corazón sobre cada mejilla. Su pelo era corto y blanco. Le cubrían unas pieles de animales entre sí". Los invasores (españoles) se sienten sorprendidos por la enorme talla de sus pies, y por esta razón –narran los autores- bautizan a los indígenas (Indios Tehuelches) de pies grandes (Patago) por lo que, consecuencialmente, llaman a esos confines "Patagonia", de ahí su nombre conocido en la actualidad. Visto desde el punto de vista antropológico, quizá muchos argentinos y argentinas, hayan heredado este fenómeno de sus ancestros. Si bien es cierto que no tengo cómo comprobarlo, no es menos cierto que nadie me ha argumentado opinión en contrario. En el caso venezolano, es lo que llamamos patones (Personas de pies grandes).

Pero todo no se queda aquí. Veamos: Resulta que, en España existía una casa denominada "Casa de la Contratación". No he ahondado en esto, pero me imagino que era como especie de un ente aduanero o una casa comercial. Lo cierto es que esta casa – según las fuentes- era la encargada de llevar a España no solamente ejemplares de plantas y animales, sino también especies humanas (éramos considerados una cosa, un objeto).

Así las cosas, a los españoles les resultaba difícil aprehender por las buenas a estos desproporcionados cuerpos; lo que los condujo a utilizar la astucia y el engaño, ante los indígenas, seres humanos cándidos y nobles. Como no podían enfrentarlos cuerpo a cuerpo, se valieron de miles artimañas. Una de ellas, lo entretienen, poniéndole en las manos supuestos regalos, como un botín, a la par que le enseñan unos grilletes con un tintineo, que a los patagones les causa admiración. Entusiasmados se ríen de oreja a oreja, pensando que el sonido los acompañaría al deambular; y dejan colocárselos. Pero, no, los españoles ya habían conseguido su objetivo: ¡Ya tenían la presa!

Cazados los patagones, se les hizo fácil la faena a los castellanos. Como a los bueyes los empujaban hacia el interior de las naves. Para mayor desgracia de los indígenas, muchos fallecían durante el viaje por problemas de salud, epidemias y escasez de alimentos, entre otros. Después de todas estas perfidias, los indígenas se dieron cuenta; y a partir de ese día comienzan las primeras contenciones, entre los usurpadores de territorios y los genuinos habitantes de estos confines. Pero como la historia la escribieron los europeos; debutan con acuñarles el nombre de rebeldes. Rebeldes con causa. Rebeldes que ellos mismos (Invasores) crearon. La realidad actual no escapa a ello.

Navigare necesse est; Vivere non est necesse

(Navegar es necesario; vivir no es necesario)



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José García

abogado. Coronel Retirado.

 jjosegarcia5@gmail.com

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