Necesitamos un encuentro eficiente

Volvió a aparecer el duende de la carrera para alcanzar la superioridad militar. Tenemos razones para señalar, en base a la política y de vida, que la carrera tras ese duende nos ha llevado lejos, y ahora nosotros no sabemos cómo escapar entre esos obstáculos que son las montañas de armas nucleares. Todo esto complica y envenena la situación en el mundo.

Inmediatamente se crea una situación que crea incertidumbre, intensifica la desconfianza de unos a otros, la sospecha. Y entonces ya no estaremos para reducciones de armas nucleares. En una palabra, para que nos ocupemos a fondo de la reducción de los arsenales nucleares se necesita una situación muy distinta. Llegar a una etapa absolutamente nueva de la carrera de los armamentos, etapa muy imprevista por sus serias consecuencias.

La arbitrariedad, la afirmación cortante porque sí, porque lo quiero, porque lo necesito, la creación de nuestra verdad vital —verdad es lo que nos hace vivir—, es el método de la pasión. La pasión afirma, y la prueba de su afirmación estriba en la fuerza con que es afirmada. Nada digno de ser probado puede probarse ni desaprobarse, y por tanto, sé prudente y, ateniéndote siempre a la parte más soleada de la duda, agárrate a la fe más allá de las formas de la fe.

¿Por qué algunos países se arrogan el derecho a inventar y desarrollar nuevos sistemas de armamentos que amenazan a otros pueblos y Estados, aún sin ser desplegados o usados? Esta cuestión es internacional, porque se sale del marco de la soberanía nacional.

Hoy, la soberanía de un país se extiende también al espacio atmosférico de su territorio nacional, circunstancia que hace incuestionable el derecho a protegerlo frente a una invasión. Pero habrá mayor amenaza del espacio exterior, allí donde se pretenda colocar armas. Tales propósitos son un intento de crear un nuevo instrumento de chantaje contra los Estados independientes. Derecho Internacional a que se prohíban las "carreras" de armas espaciales sobre los habitantes de otros países.

La comunidad mundial está integrada por muchos Estados con distintos antecedentes históricos, tradiciones y usos. Cada país y cada pueblo tienen su verdad, sus intereses nacionales y sus aspiraciones. Ésta es una gran realidad del mundo de hoy, la que no existió hace más de sesenta años. Surgió a consecuencia de la opción de los propios pueblos por el desarrollo independiente y el movimiento nacional.

Todavía hay quienes conciben el mundo como su coto privado y extienden arbitrariamente sus "intereses vitales" a otras distintas zonas. Ello alienta la carrera armamentista, porque esa actitud emana de la opción por la fuerza, sin la cual es imposible imponerse en lo político y en lo económico. Son estereotipos de la vieja mentalidad, propia de cuando aún se consideraba "legítimo" explotar a otros pueblos y a sus riquezas, decidir arbitrariamente sus destinos.

¿Adónde conduce conservar tales visiones? Pues, al incremento de la conflictividad regional. La hostilidad provoca incendios cuyas llamas se propagan peligrosamente y afectan, directa o indirectamente, los intereses de un crecimiento número de Estados. Los conflictos regionales inciden gravemente en las relaciones internacionales en general. En los escenarios de guerras declaradas y guerras sin declarar, en los frentes y en las retaguardias, mueren seres humanos. La vorágine de la ruinosa carrera armamentista arrastra a países que padecen la más penosa de las miserias y hambrunas masivas.

¡La lucha sigue!



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Manuel Taibo


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