El salario mínimo en México es una mentada de madre a los trabajadores: éstos no responden


1. Fuera de dos o tres valientes que tomaron el camino de las guerrillas en América Latina u otros dos tres que se pasaron la vida confrontando al poder burgués en las calles, el 99 por ciento de los habitantes o trabajadores del continente –sin conciencia ni dignidad- ha preferido aguantar en la miseria y el hambre la terrible opresión de la clase explotadora y gobernante. Nunca olvidaré las expresiones del filósofo Etienne de La Boétie: “Los hombres, al nacer bajo el yugo y la ser luego criados y educados en la servidumbre, sin mirar ya hacia delante, se contentan con vivir como han nacido, no piensan tener otro bien ni otro derecho más que el que han encontrado, y consideran natural el estado de su nacimiento”.

2. El salario mínimo oficial en México es de 123 pesos diarios, es decir, 3,696 pesos al mes; (el dólar está a 20 pesos) el presidente AMLO se redujo a más de la mitad el salario a 106 mil mensuales, o sea, a 3,500 diarios. Lo que los obreros reciben en un mes López Obrador los recibe al día; pero aquí no radica el problema. Los jueces y magistrados de la SCJN cobran cuatro veces el equivalente del salario del presidente y lo mismo otros miles de altos funcionarios del INE electoral, de Relaciones Exteriores, de altos mandos en política e instituciones. La lista de todos ellos la tiene el gobierno, pero siguen cobrando y haciendo grandes negocios con la protección del mismo gobierno. La Constitución vale un carajo y el presidente muere de miedo tocarlos.

3. Con base en el alto costo de las mercancías el salario mínimo debería aumentar al doble, es decir, a 7,400 pesos al mes y olvidar la demagogia de los cinco o diez pesos de aumentos anteriores. La demagogia permanente gubernamental repite, como si fuera un chiste: que el salario mínimo de México es el más bajo de América Latina; que no sube “por los factores de la producción”, porque los empresarios –todos multimillonarios- dejarían sus empresas. Es la peor demagogia del capitalismo que conserva en la miseria y el hambre a los trabajadores. ¿Por qué no entregar a los trabajadores las fábricas que abandonen los empresarios? Por eso siguiendo a de La boétie habría que decir que mientras permanezca la cobardía y el miedo, los grandes políticos y empresarios seguirán pisándole la cabeza a los pobres del mundo. (22/XI/20)



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Pedro Echeverría


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