Mi palabra

Caen como frutas maduras, mientras Maduro resiste

"Un depravado sabe llevar mejor

que nadie la máscara de un santo"

Doncho Tsonchev

Un amigo, que de filosofía no sabe nada, pero la malicia cultivada en la vida diaria, aunado a la cantidad de trabajos, que ha desempeñado, sin dejar a un lado el trabajo que ha pasado, como cualquier pobre de este país, lo convierte en un combatiente de primera línea; las veces que me ve, se acerca con una sonrisa agradable, contagiosa y nunca le falta alguna expresión para alegrar el momento. La mañana del viernes le escuché decir, mientras esperábamos amainara una lluvia por demás intensa, el cual refresco la ciudad todo el día ¡Están cayendo, como frutas maduras, y eso que Maduro, no mueve la mata!

Apenas terminó de hablar, se oyó la voz de un señor, quien ansiosamente se encontraba en la misma espera, pero con el rostro contrariado ¡Lamentablemente es así, y muchos de los que nos embarcamos en esa tarea de sacar a Maduro, nos estamos quedando mirando para todos lados, y al único, que vemos con los cojones bien puesto, es precisamente a Maduro! El amigo, que anteriormente había lanzado la expresión, tan cierta, como una que se le escapó a un obrero en un momento de rabia y frustración ¡Estamos jodidos, y hay gente deseosa porque estemos peor! calló, respiró profundo para finalmente despedirse, con la satisfacción de haber acertado al hablar; ni siquiera esperó cesará la precipitación.

Tan cierta, es su opinión, que solamente se necesita, como –dice un amigo– echar una mirada retrospectiva a dos o tres años atrás, cuando la pandilla comandada por Luis Almagro –OEA– y dirigida por Trump, se creían la todopoderosa en América, haciendo más reuniones, que, en un club social, con el mismo fin: buscar la caída del Presidente Maduro; mientras Almagro se exhibía más que una candidata en un concurso de belleza. Ahora, ni siquiera se siente; anda tan perdido, como Pedro Pablo Kuczynski, el mismo que renunció en el Perú, después de hacer el papel de tonto útil, por mandato de Trump, con sus ataques contra Maduro. Por ese trance han pasado varios, para caer directamente en las páginas del olvido.

Del lado de la oposición venezolana, las caretas han venido cayendo, tan reiteradamente, como si hubieran terminado los carnavales de Brasil, dejando algunos conocidos personajes tan desesperados, que no les queda otra, si no seguir intentando armar escaramuzas apoyados en las intromisiones descaradas de funcionarios del gobierno estadounidense. De los nuevos opositores, surgidos del mismo gobierno, sobresale Rafael Ramírez, quien, desde la comodidad de su residencia en su escondite en el exterior, donde fue a parar huyéndole a la justicia venezolana, se autoproclama cada momento, como el salvador de la deteriorada PDVSA, cuando él, es uno de los principales culpables de la situación en que se encuentra; agravada en los últimos años por el criminal bloqueo dirigido por Trump. Coincidir con Trump, es terminar, como cualquier vende patria posible, comparable a Guaidó.

La situación del país, es sumamente delicada, y quién lo dude, o lo niegue, cae en la irresponsabilidad de ocultar la verdad. La tarea del momento es señalar a los principales culpables, incluyendo algunos funcionarios del gobierno, quienes no están a la altura del compromiso. Los grandes problemas del país, exigen amor por la patria, porque no hay otra manera de enfrentarlos: la pandemia haciendo presencia, en medio de un bloqueo, más la voracidad del capitalismo –las farmacias– en su máxima expresión, recordándome un irónico comercial en una emisora local ¡En tiempos de crisis, unos van llorando, y otros vendiendo pañuelos! A esto tenemos necesariamente que sumarle la falta de consciencia de un sector importante de la población, creados precisamente por el capitalismo salvaje, al no respetar las recomendaciones de la OMS.

Nadie puede llamar irresponsable a un presidente, que, desde el mismo momento de asumir el cargo, se ha enfrentado a una oposición enfermiza, agresiva, marcada por el odio, el cual ha implementado todas las acciones posibles para asaltar el poder. Desde payasos autoproclamados, pasando por funcionarios que aprovecharon la coyuntura del momento, brindada por el Comandante Chávez, pero al fallecer, salieron en estampida con las alforjas llenas, vociferando cualquier improperio contra el subestimado por el imperialismo y su lacayos: Nicolás Maduro Moros, quien resiste todas las amenazas habidas y por haber, mientras los traidores, renegados y opositores frustrados están cayendo, como frutas maduritas frente a la consciencia de un pueblo golpeado, pero negado a entregar a los enemigos de siempre.



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Narciso Torrealba


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