Era verdad, entonces. ¿Quién lo hubiera creído?

"¿Tú crees que hay derecho a que nuestro país lo hayan gobernado, imponiéndole el sello de su barbarie personal, hombres como Páez, Monagas y Crespo? Su aceptación y prolongada permanencia en el poder se debe a que el pueblo y sus prohombres comparten plenamente su ética, su estética y su idiosincrasia, aunque esa misma clase dirigente fuese la causante de la presencia de esos bárbaros en el poder".

Guzmán respondió con tristeza: Venezuela no tiene remedio. Por eso no quiero saber nada de ella y menos de su gente. Andueza Palacios antes de ser presidente me decía que la única forma de mejorar al país era cambiar la raza, y que bastarían cien mil extranjeros, aunque fuesen putas, para espantar al negro y al indio, razón de nuestras desgracias.

¿Por qué será que en Venezuela los gobernantes de más bajo origen son los más ladrones y amantes del lujo desorbitado? Comecatres como Páez, Monagas y Crespo nada les fue suficiente para su vanidad y codicia, a diferencia de la gente de buena cuna, que nos ha gobernado, como Soublette, José María Vargas, Manuel Felipe de Tovar, Rojas Paúl e Ignacio Andrade.

—El imperialismo se ha desbordado. Lo que en siglos anteriores habían sido factorías de Inglaterra, Francia y Portugal en África, Asia y la Polinesia, cubrieron millones de kilómetros, arrasando con pueblos de tradición milenaria, como Siam, la India, Kenya y Afganistán. Hasta la minúscula Bélgica, se apoderó del Congo. La pequeña Holanda fundó un vasto imperio en la Polinesia, lo que aunado a las Antillas arrebatadas a la Capitanía General de Venezuela, la han convertido en una potencia de segundo orden. Las naciones de Europa emprendieron un magno despojo en nombre de la fe Cristiana contra las otras cuatro partes del mundo.

Las razones de aquel atropello multitudinario fueron justificadas como defensa de la civilización, silenciando la verdad, que era la explotación de los recursos naturales de los pueblos sojuzgados, con mano de obra barata, tráfico de esclavos y sobre todo la ubicación de millones de desempleados generados por la revolución industrial, además de servirles de degredo a su población penal.

Estados Unidos tenía la misma ética que asumía a Europa ante las naciones débiles. Hawaii, una sociedad bien estructurada, que tenía la desgracia de haber nacido en mitad del Pacífico y mantener prácticas paganas respecto el sexo, el trabajo y la alegría, fue víctima del impacto calvinista y puritano de congresantes americanos de moral impoluta en material sexual, pero no militar, siendo anexada al monstruo del Nuevo Mundo. El afán expansionista de Estados Unidos, ya competía con Europa en la geografía der Hispanoamérica. Por eso Estados Unidos se opuso, y no por moral sino por conveniencia, a la propuesta inglesa sobre Venezuela. Su gestión no fue un acto de honestidad internacional, fue la visión de un avezado comerciante, que rechaza asociaciones ante un gran negocio de poco riesgo. ¿Y si los Estados Unidos, válido de la amenaza inglesa y el caos imperante, se erigiese en nuestro protector? ¿No seríamos acaso un protectorado?

El Cardenal Cisneros, el célebre preceptor de Carlos V, confesó una vez que el odio, y nunca el amor, había sido, siempre, la razón principal de su existir. Por odio de los españoles más que por amor a los americanos, el Libertador realizó su gran empresa. A lomo de odio, Boves casi arranca de raíz la raza blanca de Venezuela, por el poderoso rencor que existía hacia la Europa transplantada. Cuando retornó el amor con el obsequio de Inés, al quedarse sin odio se echó en Urica en brazos de la muerte. No hay gran estadista ni conductor de tropas que haya hecho algo imperecedero por amor.

Son las cuatro caras de nuestro país en casi dos siglos que lleva de existencia. Los reyes de la baraja son Venezuela. De analizar sus virtudes y defectos, nos llamarán la atención la serie de rasgos que tienen en común, además de ser la más vívida expresión de los venezolanos. Fueron leales amigos, implacables enemigos y hombres valerosos. Fueron ladrones y aprovechadores, malos maridos y mujeriegos. Amaron a sus madres sobre todas las cosas, admiraron profundamente a sus progenitores y antepusieron por encima de los intereses del país su sentido familiar y tribal. Los tres descendían de canarios; llevaban sangre de los conquistadores y de las razas vencidas; procedían de hogares modestos económica socialmente. Los tres fueron jugadores y deportistas, madrugadores y desconfiados. Amigos y protectores de los extranjeros. Enemigos de la letra escrita.

—En Venezuela la situación es desesperante. El salario actual no alcanzan para comprar alimentos, (pollo Bs/ 650 y, para de contar), no hay medicinas ni respeto a las instituciones; de los extremos a los que puede llegar un país, bajo las influencias de dirigentes e ineficaces.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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