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Venezuela: ¿Un país de borregos?

"Nada es tan desalentador como un esclavo satisfecho".

Ricardo Flores Magón.

Un borrego etimológicamente hablando es la persona , que carece de autoestima quedando sometido a la voluntad de otro sin pensar, sin hablar, sin protestar, sin rebelarse, sin discernir, yendo tranquilo al matadero a sabiendas que morirá. Siempre creyendo que ese es su destino, y no otro.

Los pranes de la política que integran la varia pinta, y dispersas fuerzas opositoras, disidentes, y militares, parecen estar convencidos de que: "el pueblo hambreado no piensa", así como el gobierno actúa aplicando este desastre con la falta de gasolina, alto costo de la vida, colapso de todos los servicios e infraestructura pública etc. Manejando e interpretando una situación de que el pueblo venezolano está conformado por borregos nariceados por las migajas de la corrupción que ellos reparten a través de sus planes de control social como las bolsas clap, bonos etc.

La designación de la directiva del CNE por el TSJ para organizar, y decidir lo relativo a las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre del 2020, descabezando partidos, y la manera cómo deben organizarse las elecciones para elegir la nueva Asamblea Nacional, prueba una vez más la subordinación del poder público, la Justicia y demás instituciones del Estado a los intereses del gobierno nacional.

No fue la Asamblea Nacional quien decidió el contenido de ese CNE, ni como fue aprobado, fue el Comité Político de la Nomenklatura entre los cuales se encuentra el gobierno cubano, ruso, chino iraní, turco, que no pueden hacer otra cosa que aceptar lo que decidan los nuevos colonizadores de la patria de Simón Bolívar, Señores, y Amos , Rey de Reyes, Zares, Monarcas, Emperadores, algo así como "la peste del siglo XXl" como se describió el virus chino, y que se designó guardián de la Constitución sin medir las consecuencias posteriores, que está causando este criminal confinamiento.

No es ocioso preguntarse a estas alturas de esta gran tragedia nacional ¿por qué no deciden, de una vez por todas, anular la AN, el TSJ, y demás entidades públicas? Los miembros del Comité Político del Sanedrín Revolucionario se economizarían miles de millones de dólares que bien podrían servir para aumentar sus capitales. ¿De qué sirve la Asamblea Nacional, el TSJ, el CNE si los miembros estalinistas de la nomenklatura encerrados en Fuerte Tiuna, y fuertemente protegidos por militares armados hasta los dientes, tienen la primera, y la última palabra, sobre cualquier problema nacional?

El pueblo llano no sabe que el conformismo ante la corrupción, y el caos económico donde nada sirve en este país, está rayando ya en la estupidez colectiva, y llama a los ciudadanos a ejercer más su justo derecho a exigir de que cese este desastre, y se hagan mejores obras en bien de la sociedad.

Sorprende de verdad la extraña pasividad de los venezolanos ante este desastre que en otras latitudes suscitarían protestas cívicas y movimientos de masas de contundentes efectos políticos. La falta de gasolina, y el caos en el transporte público, el precio de alimentos, y medicinas por ejemplo, no han dado lugar a manifestaciones de inconformidad colectiva o callejera.

Esto se ha prestado para que voceros del Gobierno, manifiesten que todo proviene de un puñado de opositores y disidentes obsesionados, que la inconformidad con lo que hablan se reduce a unas estrategias del imperialismo yanqui, que al pueblo no le interesan estos reclamos elitistas, y que la gente está aburrida, y harta de que se diga que todo está mal.

Aquí en cualquier cola se palpa una callada indignación, una repugnancia larvada, pero es cierto que no ha habido grandes protestas populares, y que también se percibe cierta saturación con el tema del interino Guaidó. Pero esto mismo le está dando la razón a la conducta adocenada, y al borreguismo estúpido de millones de venezolanos sumisos ante la corrupción, el despilfarro, y la ineptitud.

Hay conductas de militares que se creen los dueños del país que desconciertan no solo por lo cínicas, sino por el rechazo ciudadano que provocan. Los venezolanos parece que ya se han acostumbrado a observar en los más altos funcionarios militares, la inmoralidad en la administración pública. La pasividad ante estos fenómenos puede obedecer a una mezcla de asco e indiferencia. A no querer saber, ni tener nada que ver, con asuntos del Estado o la política.

Pero esta actitud es un preocupante síntoma de desinterés democrático, no se limita a la política o a la corrupción militar incrustada parasitariamente en la administración pública. Ni siquiera los hechos que afectan el bolsillo, o la calidad de vida del ciudadano parecen despertar su capacidad de reacción o protesta.

A la gente no parece importarle que se roben los dineros públicos. Ya que los servicios públicos, no funcionan como la salud, la educación, las carreteras etc. Ahora con aumentos en $, de la gasolina, teléfonos, comidas, y medicinas.

Es curioso, en fin, que un país tan combativo por su gesta independentista, y un historial de luchas políticas, se muestre hoy tan resignado ante hechos que deberían sublevar la conciencia ciudadana. Mientras más palo recibe, más aguanta.

¿Qué es esto estupidez o realismo mágico? Será que los niveles de horror y barbarie que estamos viviendo han acabado por anestesiar al venezolano y volverlo güevon ante hechos que en otras sociedades suscitarían reacciones masivas. Haber visto en estos últimos seis años morir gente joven en enfrentamientos políticos estériles, parece haber vuelto escéptico o reacio a todo lo que signifique confrontación y denuncia. ¿El mero hecho de estar sobreviviendo, a las sucesivas olas hiperinflacionarias los ha vuelto sumisos?

El punto de control militar en las calle, y el guardia corrupto parecen poca cosa frente a los traumas colectivos que se está padeciendo.

Hoy no existe siquiera una izquierda o una oposición democrática que se proponga capitalizar la inconformidad popular. En parte por culpa de esa misma izquierda, que años anteriores prefirió, el sectarismo ideológico. Hoy las masas no comen cuento ni salen a la calle por nada concreto. Tanta experiencia acumulada de mal vivir, corrupción, narco lavado, les ha creado una costra difícilmente penetrable de escepticismo e indiferencia. Pero, ojo, que no hay descontento popular que dure cien años, ni pueblo que lo resista.

Los venezolanos han tratado de aguantar esta pela lo más que han podido, pero lo que está ocurriendo en la nación es de tanta gravedad que no se puede callar, y esto no es oposición, ni escualidismo, ni de apátridas, sino una macabra realidad. En las próximas elecciones al final se demostrará sí en verdad Venezuela es un país de borregos, o de aborregados de una izquierda acomplejada.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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