Artículo para creyentes, agnósticos y ateos

La Traición de Judas y el Papa Francisco. Historia, economía y política. Persona y humanidad

Sábado, 11 de abril de 2020.-  En la misa vaticana celebrada en la Casa Santa Marta por el Papa Francisco el Miércoles Santo (8 de abril 2020), la Homilía estuvo centrada en La Traición de Judas, que de acuerdo al Evangelio de San Mateo (Mt 26, 14-25) vendió a Jesús por 30 monedas de plata a sacerdotes del Sanedrín.

El Papa Francisco desarrolla la Homilía con relación a situaciones históricas del pasado y del presente en las que operan diversas formas del comercio, en las que se aplica la venta de seres humanos: “Cuando pensamos en el hecho de vender a la gente-dice el Papa- nos viene a la mente el comercio hecho con los esclavos de África para llevarlos a América.”

Alude así Francisco a un hecho de la Antigüedad característico de un sistema económico: la Esclavitud, que sin embargo sigue encontrándose en el mundo actual.

Y, ciertamente, de acuerdo al último informe de la Walk Free Foundation (asociada a la OIT), en 2019 había en el planeta 40 millones de personas sometidas a esa condición, definida como un estado en el que una persona no se puede rehusar debido a amenazas, violencia, coerción, abuso de poder o engaño.

Las situaciones involucradas son diversas: tráfico sexual de niñas y mujeres en países o de un continente a otro, así como trabajadores (en su mayoría mujeres) vinculados a sectores tradicionales (como el servicio doméstico) y modernos (las llamadas cadenas internacionales de valor), en las que personas del tercer mundo participan, con poca o ninguna protección, en la fabricación o ensamblaje de computadoras, teléfonos móviles, ropa, o en actividades agropecuarias: pescado, caña de azúcar, cacao, etc.).

El Papa asimismo se refiere en su Homilía a situaciones en las que “también hoy en día se vende gente”. “Judas que venden a sus hermanos y hermanas, explotándolos en su trabajo, no pagando lo justo, no reconociendo los deberes”. Con ello alude, sin duda, a la condición por la cual, tanto en países del Norte como del Sur, se encuentran decenas de millones de trabajadores sometidos a procesos de tercerización o precarización, lo que incluye a personas de un perfil profesional elevado, sujetos todos a “contratos basura” de los que no pueden librarse.

El Papa Francisco, asimismo, deriva del hecho bíblico, un repudio moral a situaciones que comprometen el mundo de vida de las personas y sus afectos más cercanos: Es mas-agrega- se venden muchas veces las cosas más queridas: “pienso cómo para vivir más cómodo un hombre es capaz de alejar a sus padres y no verlos nunca más, ponerlos protegidos en una casa hogar y no ir a verlos. Vende”.

“Ahora están tranquilos están alejados. Cuídenlos ustedes”. Se trata de rasgos de inhumanidad, expresión de un modo compulsivo de vivir que socava valores individuales y familiares.

Para el Papa Francisco todas esas intervenciones humanas, antiguas o modernas, económicas o socioculturales, del mundo privado o público, deben ser asumidas y superadas en nombre del amor, la justicia y la fraternidad. El elemento perturbador esencial que los reúne es la imposible coalición entre la vida y el dinero: “Jesús dijo: No puedes servir a Dios y al dinero, dos señores.

Es lo único que Jesús establece y cada uno de nosotros debe elegir: o sirves a Dios y serás libre en la adoración y el servicio, o sirves al dinero y serás esclavo del dinero. Los explotadores ocultos que son socialmente impecables, pero bajo la mesa comercian, incluso con la gente. No les importa. La explotación humana consiste en vender al prójimo”.

La superposición que establece el Papa Francisco en su Homilía, entre lo que serían pecados personales y pecados sociales, nos remite a la noción de “pecado estructural”, en la que confluyen una dimensión subjetiva y una dimensión objetiva.

En el trabajo “Mecanismo de funcionamiento de una Estructura de Pecado” (solidaridad.net del 27/3/2018) se lee en ese sentido: “Siempre ha habido a lo largo de la historia instituciones y estructuras de pecado, sin embargo, en el siglo XXI la humanidad ha llegado a un estado de interdependencia tal que se puede decir que tanto el mal como el bien están estructuralmente interconectados”.

Aquí se reúne un “afán de ganancia exclusiva y sed de poder. Se afecta tanto la persona como el sistema en su conjunto, una problemática amplia que plantea la conversión personal y estructural”.

En esa misma línea Francisco sostiene en la Homilía: “Pensemos en tantos Judas institucionalizados en este mundo que explotan a la gente. Y también- advierte- pensemos en el pequeño Judas que cada uno de nosotros tiene dentro de sí a la hora de elegir: entre lealtad o interés. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de dejarse atraer por el amor al dinero o a los bienes o el bienestar futuro.

“Judas, ¿dónde estás?”. Pero la pregunta la hago a cada uno de nosotros: “Tú Judas, el pequeño Judas que tengo dentro: ¿dónde estás?”.


Cesar Henríquez Fernández
10/04/2020



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César Henríquez Fernández


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