Una Navidad para el renacer de la esperanza patriótica

Hoy celebramos el nacimiento de Jesús en Belén, celebramos la Navidad, una fecha tan importante para nuestro pueblo, nuestra cultura y religión. A todos, sin distinción alguna, nos embarga un sentimiento especial, donde nuestros pensamientos están con nuestros seres queridos, con los que están lejos, o los que ya no están.

En cualquier circunstancia, por más dura o dolorosa que sea debemos celebrar este día con un sentimiento de amor, esperanza y solidaridad. El sentimiento de la Navidad no se puede medir por el hecho comercial, ni por la abundancia material. El Niño Jesús nació entre los humildes, él en pesebre, celebrado por sus padres sólo con un poco de queso, pan y leche. En ese ambiente de enormes privaciones, nació un hombre que luego se convertiría en la esperanza y redención de todo un pueblo, que haría universal los sentimientos de amor, hermandad y solidaridad.

Cuando nació el Niño Jesús, sus padres María y José, lograron escapar de Belén y no fueron alcanzados por Herodes, rey opresor, quien cometió el crimen atroz de matar a los niños de Belén temiendo el nacimiento de Jesús. Crimen inútil, pues no se puede matar la esperanza de los humildes.

Hoy en nuestro país, a pesar de la tragedia que vive la mayoría de nuestro pueblo, nuestros pensamientos y sentimientos deben ser de Esperanza y solidaridad.

Una Esperanza que sea Patriótica, por el rescate de nuestros derechos, el derecho al vivir bien, a la soberanía, al libre pensamiento, al trabajo, al conocimiento, a construir nuestro Plan de la Patria, hermoso libro donde prefiguramos nuestro futuro, para devolver la Patria a nuestros hijos y a los hijos de sus hijos.

Esperanza en que las familias venezolanas podamos estar juntas de nuevo, que esos 4,7 millones de jóvenes, hombres y mujeres, puedan volver al país, para ver a sus padres, hijos, seres queridos, pisar su tierra, trabajar en ella, sin temores, angustias, privaciones.

Esperanza de que todos los presos políticos del país, sean de la posición que sea, puedan recuperar su libertad plena, rehacer su vida: los trabajadores de PDVSA, de Corpoelec y Ferrominera, secuestrados sin juicio, sin derecho a la defensa; los oficiales de nuestra Fuerza Armada Bolivariana, sepultados en las prisiones sin ningún tipo de derechos.

Solidaridad con los que han perdido sus seres queridos, víctima de la indolencia de sus carceleros, víctimas de la tortura, del crimen político; con las familias de los miles de los jóvenes de los barrios más pobres ajusticiados por el FAES y otros cuerpos parapoliciales, con los que mueren en la calle, absurdamente, producto de la violencia sin límites. Dice la leyenda Maya que los ojos de los enterrados permanecen abiertos mientras exista injusticia, llegará el día en que descansen en paz.

Solidaridad con el humilde, con los ancianos, los pensionados, los pobres, a los que los tienen dando carreras de un lado para otro con su medio petro, medio pernil, caja clap, con su miseria a cuestas, mientras las élites se regodean y maravillan en sus bodegones con todo tipo de exquisiteces, en sus fiestas en las alturas y celebraciones fastuosas, en un país devastado, ahora, un país lleno de contradicciones y miseria.

Solidaridad con los trabajadores despojados de sus conquistas y beneficios, de su trabajo, con los campesinos expoliados de sus tierras, con los habitantes de los barrios despojados de todo y asediados por el FAES, con los soldados y oficiales saqueados del honor patrio, con los millones de jóvenes que han tenido que cruzar las fronteras de la patria, cruzar Los Andes, el mar Caribe, en un diáspora innecesaria, cruel, terrible, solidaridad con la madre o el padre que quedaron solos, sin sus muchachos que tuvieron que dejar la patria, con el pensionado, el enfermo, el que tiene hambre, con el indígena que ve su tierra arrasada, con todos los que hoy atraviesan un mal momento.

Solidaridad con todo un pueblo, noble, extraordinario, que aún en las peores circunstancias económicas y sociales, celebra estos días de Navidad, que junta todo lo que puede para llevar la hallaca a la mesa de la casa, ya no un estreno pero quizás, algún regalo para los niños, inocentes de todo lo que pasa.

La Esperanza de que todo ésto cambiará y volveremos a ser un pueblo grande, en el disfrute pleno de sus derechos, al ejercicio de la política, a expresar sus opiniones e ideas, al trabajo, al ejercicio de la solidaridad, de la soberanía, a reconstruir con nuestras propias manos, sin injerencia de nadie, ni grupos, ni potencias extranjeras, el país que queremos.

La nobleza de nuestro pueblo y la celebración de sus tradiciones, no es ningún mérito del gobierno, al contrario, es una demostración de perseverancia, de fe, de esperanza. Lo único que no puede hacer maduro y su gobierno, es cambiar la esencia de lo que somos, un pueblo noble, solidario, pleno de sentimientos de amor, no se puede engañar a todo un pueblo con lucecitas de feria mientras se hace tanto daño, mientras existe tanta injusticia.

Desde la distancia del exilio al que me han confinado, separado de mi patria y mi pueblo, de mi familia y seres queridos, mis amigos, compañeros, a todos les deseo una Feliz Navidad, mis mejores deseos. Estén en la circunstancia que sea, los invito a reflexionar en este día, a pensar en el futuro posible, en la Esperanza Patriótica. Todo ésto ha sido un accidente, no es normal, no nos acostumbremos, un gran engaño, pero nada es eterno, ni aún las tiranías más oprobiosas, que tengamos la certeza de que nuestro pueblo, y el país como un todo, se sobrepondrá a esta terrible circunstancia en que nos encontramos, saldremos de este abismo y lo haremos sin perder nuestra esencia, sin que se desdibuje nuestro sentimiento patrio, lo afirmativo venezolano, por la acción de esta camarilla que oprime a todo el país.

Nuestro pueblo, nuestros ciudadanos, nuestros hombres y mujeres, profesionales, trabajadores, campesinos, estudiantes, son extraordinarios, no importa cuántas dudas, cuánto desengaño, frustración o cuánta rabia tengan, ahora lo importante es que prevalezca lo mejor de nosotros: amor a la patria, a nuestra tierra, la solidaridad y fraternidad, tenemos que reconquistar la esperanza, la pasión patria, sólo así, seremos capaces de movilizar a todo el país por objetivos altruistas, por encima de las miserias humanas o intereses grupales, para rescatar y reconstruir nuestra patria, la única que tenemos y que espera por nosotros.

La esperanza es capaz de movilizar a pueblos enteros, la nuestra además es patriótica, es la certeza de que recuperaremos nuestra patria, libre, soberana, popular y Bolivariana, plena de libertades y buen vivir para todos. Así será por la acción del pueblo venezolano. Que la paz y prosperidad retorne a nuestro país, que las familias vuelvan a unirse y que estas sombras que nos espantan se disipen.

¡Feliz Navidad!



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Rafael Ramírez Carreño

Ingeniero y político venezolano. Ex-embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la ONU. Ex-ministro de Energía y Minas y expresidente de empresa pública Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) hasta el año 2014. Militante Revolucionario, Chavista y Bolivariano.

 @RRamirezVE

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