¿A quién le interesa una elección que nada cambia?

Tal como están las cosas en el país, y tras lo sucedido el 28 de julio pasado, las próximas elecciones legislativas y regionales, no solo no le interesan a nadie, sino que, realmente, no sirven para nada.

Esto no quiere decir que se sea contrario a la vía electoral, como expresión de la voluntad del pueblo, sino que, ante la ausencia de soberanía popular, ante la ausencia de derechos políticos, conculcados por una feroz represión policial, no tiene sentido participar en unas elecciones sin condiciones mínimas, las cuales son utilizadas por el gobierno para tratar de legitimar su condición inconstitucional, producto de un fraude.

Si bien la Constitución establece que la Soberanía reside en el pueblo, que la ejerce mediante el voto, habría que añadir que la Carta Magna se refiere a ella como un concepto total: es la Democracia Participativa y Protagónica, son los Derechos Humanos, son los Derechos Políticos, son los mecanismos revocatorios, es el pueblo como poder originario, el elemento activo y protagonista de la vida política del país.

Es tan profundo y complejo el concepto de Soberanía Popular, que el texto Constitucional contempla la revocatoria del mandato e incluso, el derecho a la rebelión, en su artículo 350. Por cierto, si Chávez estuviera vivo, sería acusado por el fiscal sicario de "instigación al odio, traición a la patria, terorismo y asociación para delinquir", por haber inspirado el Texto Constitucional. Así están las cosas.

La gente no tiene interés en las elecciones. La campaña electoral es sosa, sin contenido alguno. Los candidatos se presentan como si no fueran responsables de nada de lo que sucede en el país, prometiendo pañitos de agua fría, mintiendo descaradamente. Es una campaña política que recuerda la decadencia, los años finales de la IV República. Es como esa campaña adeca, pero sin latas de zinc ni tanques de agua, porque hasta con eso acabaron.

El país atraviesa por una terrible desmovilización popular (lo que dirían los teóricos, "un reflujo"), caracterizada por la falta de objetivos políticos y propuestas revolucionarias de cambio real; pero, además, signadas por una situación asfixiante de represión y persecución política, donde nadie puede opinar, ni decir lo que piensa, sin ser víctima de una detención arbitraria o desaparición forzada, o ser tomado como rehén. Basta recordar el caso del ex candidato Henrique Márquez (aún preso e incomunicado) y, mas recientemente, del defensor de los Derechos Humanos, Eduardo Torres, acusado —como hacen siempre— de "las tres grandes del color": asociación para delinquir, terrorismo y conspiración-traición a la patria.

En estas condiciones, ¿quién va a participar? El CNE sigue dirigido por Elvis Amoroso, el mismo que ejecutó el fraude masivo del 28 de julio. La Sala Electoral, es la misma que confiscó más de 10 partidos políticos. Las autoridades judiciales, son las que, no solo han inhabilitado a miles de dirigentes políticos y sociales en todos los niveles, sino también las que se usan como instrumento de la persecución política. Mientras, la Fiscalía, perpetradora de las más graves violaciones de los Derechos Humanos, sigue emanando órdenes de captura y acusaciones, a diestra y siniestra, en contra de cualquiera que sea sospechoso de pensar.

Entonces, ¿cómo ir a unas elecciones en un ambiente de absoluta represión, donde cualquier pendejo te puede fregar la vida, donde una orden subalterna de uno de los grupos de la cúpula en el poder, puede conculcar tus derechos y cebar su odio sobre una persona, un rehén o un dirigente político, y puede hacerlo solo porque le da la gana? En un país sin Estado de Derecho, ni condiciones mínimas de garantías políticas, con una violación masiva de la Constitución y las leyes, no se puede participar en unas elecciones regionales, que no tienen importancia y que no pueden cambiar nada.

Son condiciones absolutamente distintas a las elecciones presidenciales, porque participar en estas últimas, desencadenó una movilización popular sin precedentes en este periodo, ante la expectativa de lograr un cambio político por la vía constitucional.

Pero, aún corriendo el riesgo de que se produjera un fraude y se desencadenara la represión (como efectivamente sucedió), la masiva participación popular que —repetimos— no era a favor de candidato alguno (y menos, de una propuesta de derecha), se convirtió en un referéndum masivo en contra de maduro, lo cual obligó al gobierno a mostrar su verdadera cara, demostrándole que no tienen apoyo popular, que se sostienen solo por la fuerza, reduciendo al madurismo, tras El Carmonazo del 10 de enero, a su condición de gobierno inconstitucional, de una dictadura.

El cuadro político del país sigue deteriorándose al extremo. El gobierno necesita, desesperadamente, algún tipo de legitimidad, y para lograrlo cuenta con sus propios "alacranes" de la oposición, los cuales hacen "campaña" y dicen lo permitido, pues aspiran que les den alguno de los puestos negociados, a cambio de lavarle la cara al gobierno.

Pero la realidad golpea y no se puede ocultar, ni con elecciones, twitters, ni recurriendo a groseras manipulaciones sentimentales. El gobierno no tiene legitimidad ni piso económico que lo sostenga. Éste es el gobierno de la Chevron, sin la transnacional, no puede sostener la principal actividad económica del país, sencillamente, porque destruyeron a PDVSA, la PDVSA del Pueblo, nuestra empresa nacional, que desde su creación sostuvo nuestra economía.

El gobierno remata la patria. Los contratos petroleros con los cuales se entrega la principal industria del país a los privados, constituyen una vergüenza y una violación de nuestra Constitución y las leyes. La cesión de las Empresas del Estado a los sectores que aplauden al gobierno y a las transnacionales que están dispuestas a participar de la entrega del país, constituyen una flagrante violación de la Soberanía.

Entonces, aquí volvemos al concepto enunciado más arriba en relación al tema electoral: la Soberanía reside en el pueblo y es ella un concepto integral, el cual tiene que ver con la independencia, con la economía, con el territorio, con el voto. El ejercicio del voto tiene sentido y legitimidad, si conduce a una recuperación de la Soberanía arrebatada. Es la participación del pueblo en todos los frentes de batalla política. Es la lucha por la Constitución, por el petróleo, por los Derechos Humanos, por la vigencia de las leyes, por la Democracia Revolucionaria y Popular, por el Plan de la Patria (que fue votado, mayoritariamente, por el pueblo venezolano en 2012). Es la lucha por recuperar el sentido bolivariano, la raíz doctrinal de nuestra Constitución. Es la lucha por recuperar el sentido nacional y popular de un gobierno, que debe estar al servicio del pueblo y no de las élites.

El llamado es, en medio de la más espantosa crisis de nuestra historia republicana reciente, dejar a un lado las fantasías y la muy conveniente indiferencia, el oportunismo político e ir junto al pueblo. No luchar por las migajas, sino para dar el salto estratégico, ese que lo llevó a cruzar Los Andes, plantarse el 13 de abril, derrotar el Sabotaje Petrolero. Volver al camino de Bolívar, al camino de Chávez, al País Posible.

Unas palabras para el Pepe Mujica

Quisiera rendir homenaje a la figura del Pepe Mujica, ex Presidente y combatiente Tupamaro, en Uruguay. Lo conocimos y trabajamos con él, junto a Chávez, dos líderes distintos pero que se complementaban y encontraban siempre en el esfuerzo transformador. Del Pepe, quisiera resaltar su extraordinaria condición humana, su humildad y honestidad revolucionaria, su estricto respeto por los Derechos Humanos y su capacidad de indignarse ante la injusticia, como puse en mi cuenta X al enterarme de su fallecimiento. Pepe vino del infierno, o mejor, sobrevivió a él, para construir el futuro.

En medio de la tragedia en nuestro país, el Pepe, no se anduvo por las ramas, dejó muy claro que maduro no era Chávez y que en Venezuela, este gobierno había acabado con el socialismo y se convirtió en uno autoritario, en una dictadura. Estas consideraciones le valieron insultos de lo más podrido del madurismo.

Así, al rompe, sin caer en chantajes, ni medias tintas. Ese era el Pepe Mujica que conocimos.



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Rafael Ramírez Carreño

Ingeniero y político venezolano. Ex-embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la ONU. Ex-ministro de Energía y Minas y expresidente de empresa pública Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) hasta el año 2014. Militante Revolucionario, Chavista y Bolivariano.

 @RRamirezVE

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