Cuento o razón

La navidad era un verso de parranda

La llovizna ligera tenía intenciones de empezar el concierto de la lluvia a tempranas horas de la mañana, mientras el periodista Juancho Marcano y su perro Pipo, se encontraban en el garaje de la casa, observando como los helechos danzaban con el ritmo de las pequeñas gotas del chubasco que se anunciaba.

Evaristo, el amigo y vecino de conuco, de Juancho, huyendo de la garúa, llegó hasta el portón de la vivienda y desde ahí llamó al dueño para que le abriera, y el periodista, apuró el paso hasta la entrada y dejó pasar a su amigo para que escampara en los espacios de la casa del reportero, quien lo invitó a sentarse y hasta le brindó un trago y ahí Evaristo dijo: "Con este tiempo así lluvioso y en diciembre, amigo Juancho, se me vienen los recuerdos en tropel de cuando era joven, ¿Tú te acuerdas?

El periodista de un solo jalón se tomó el trago y comentó: "Claro, Evaristo, y este clima me trae mucha nostalgia y pienso en mis amigos de aquella época, donde la navidad era un verso de parranda, pues bajo este ambiente nos reuníamos en cualquier casa, hacíamos un sancocho, cantábamos y disfrutábamos de las bebidas espirituosas y todo era alegría y felicidad; todo era compartir y convivir, y lo cual nos llenaba de mucho gozo y más aún si escuchábamos aquello: Si no me dan de beber/ voy a botar la comida/ porque yo sin la bebida/ no siento ningún placer/".

- Ah, tiempos aquellos Juancho, que sólo viven en nuestros recuerdos y sin que el mensajero de la época los pueda volver a traer, dijo Evaristo también con nostalgia.

Juancho Marcano, se introdujo a la casa y volvió con dos tragos que los amigos, se los tomaron rápido, mientras el chubasco se retardaba, pues las lloviznas iban perdiendo intensidad, lo cual indicaba que el sol iba a hacer su entrada, alejando así la visita del aguacero.

- Mira Evaristo, una cosa sí te digo, navidades, lo que se llama navidades, las de antes, sin duda alguna, aquello en verdad si era emocionante.

- En realidad, amigo Juancho, eso nadie lo discute, dijo Evaristo, quien se despidió y se marchó a su conuco, mientras Juancho Marcano y su perro Pipo, se quedaban en casa, disfrutando de una música decembrina con todo su sabor a nostalgia.



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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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