La segunda clase para Ivancito

Hola, Ivancito, espero que hayas estudiado. Un amiguito tuyo, Luis Guillermo Sosa Pike, escribió un artículo en el Facebook en el que intenta contarnos "Un poco de Historia entre Estados Unidos y Simón Bolívar y a lo que tal vez hizo alusión el Presidente Duque", ¡Se refiere a ti, Ivancito! ¡Te salió defensa, te felicito! Luisito hizo un intento, sí, Ivancito, un intento por contar la historia desde su posición política (eso se respeta), pero incurrió en un grave error. ¿Cuál? El de contar medias verdades, ¿Por qué es un error? Porque éstas, aunque tengan elementos verídicos, son declaraciones engañosas que evaden o tergiversan la verdad. Son tan dañinas como la llamada posverdad, los fake news (noticias falsas), los falsos positivos (que tanto le gustan a Alvarito) y la verdad fuera de contexto. ¿Por qué? Porque sus efectos son más poderosos que las mentiras, ya que pueden convencer más fácilmente al receptor del mensaje gracias a la parte de verdad aportada. Los nazis, y especialmente Joseph Goebbels, en su rol de Ministro del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda, emplearon conscientemente tanto la mentira directa como la media verdad y la verdad fuera de contexto.

Luisito comienza su artículo con un epígrafe muy bueno de su maestro de Historia en el colegio San Carlos Medellín, Gustavo Méndez, "Historia es la narración de los hechos verídicos ocurridos en el tiempo y el espacio". ¡Buena cita, Ivancito! Acá en Venezuela, maestros de la talla de Belín Vásquez, Enma Martínez, Alexandra Mulino, Luisana Colomine, Omar Hurtado Rayugsen, Luis Peñalver, Manuel Carrero, Nelson Guzmán, Alexander Torres Iriarte y José Gregorio Linares tienen mejores definiciones, pero bueno, ya llegará el momento en que los leas.

Comenzaremos diciéndote que a las medias verdades que cuenta Luisito, hay que agregar el espíritu colaborativo que caracterizó a nuestro Libertador Simón Bolívar. Fíjate que el 14 de agosto de 1818 le escribe al presidente de Haití, Jean-Pierre Boyer (1776-1850), "me complacería mucho esta alianza [con Estados Unidos], puesto que sería ventajosa para los dos países, y porque es indis¬pensable que los gobiernos americanos libres se reúnan con el fin de consolidar su independencia y estar así en aptitud de rechazar los esfuerzos de la tiranía". Pero, ¿sabes que ocurrió? ¿Sabes que hicieron tus idolatrados gringos?
En el año 1818, Estados Unidos violó el acuerdo de neutralidad y vendió armas a los realistas que las transportaban en las goletas Tigre y Libertad. El Ejército Libertador, al agarrarlas in fraganti, las confiscó. Entonces el presidente de Estados Unidos, James Monroe, envía a Angostura a su agente diplomático, John Baptist Irvine, quien con el tono característico de la "supremacía" angloamericana exigió que las naves le fueran devueltas. Bolívar le respondió categóricamente el 7 de octubre de 1818 desde Angostura: "No permitiré que se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansia por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende".

Irvine denuncia al Libertador ante su gobierno diciendo: "El régimen del Dictador Bolívar ha producido desórdenes que necesitarán mucho tiempo para reparar; he terminado mi correspondencia y no deseo tener más roces con él; regresaré a los Estados Unidos". Para Irvine, Bolívar era un "general charlatán y político truhan".

Monroe, molesto porque un venezolano lo desobedeció, planificó la invasión contra nuestra patria si Bolívar no se retractaba. "¡Quiero mis barcos ya!" gritaba furioso. Inmediatamente llamó al Comodoro Oliver Hazard Perry, oficial de la Marina de Estados Unidos, y lo comisionó para que resolviera el asunto. Así, en junio de 1819 el presidente Monroe le confiere el mando de tres buques de guerra y le nombra ministro plenipotenciario para cumplir con la misión que Irvine no pudo consumar. Perry, aprovechándose que Bolívar se encontraba librando batallas para darle la libertad a la Nueva Granada, tu país, Ivancito, habló con el vicepresidente de la Nueva Granada. ¿Y sabes que hizo tu paisano? ¡Adivina! ¡No, no, Ivancito, no estás estudiando lo suficiente! El antioqueño Francisco Antonio Zea le devolvió las goletas al gringo. Cuando Simón Bolívar, el padre fundador de la República de Colombia, entra triunfante en Bogotá después de derrotar a los enemigos españoles en la Batalla de Boyacá que independizó a la Nueva Granada (sin ayuda del Capitán América ni de Supermán) consideró la capitulación como: "un acto de humillante debilidad". Pero esta historia no termina aquí, Ivancito, ¿sabes cómo terminó tu héroe Oliver Perry? Se enfermó de malaria y cuando pasaba orondo frente al Golfo de Paria en la nave "USS Adams" murió el 23 de agosto de 1819. ¡Sentido pésame, Ivancito!

William Tudor Jr. (1779-1830) fue el primer cónsul de Estados Unidos en Perú. Allí estuvo entre 1824 y 1828. Fue enviado a Lima para conspirar contra Bolívar. Comenzó su rastrero objetivo difamando al Libertador llamándolo: "el loco de Colombia" y diciendo que era un "conspirador y usurpador atroz". El 17 de mayo de 1826 le escribe a Henry Clay. "[Bolívar] "puede ser derrocado como uno de los más rastreros usurpadores militares, lleno de toda la execración de sus contemporáneos por las calamidades que su conducta les acarrea". Un año más tarde, el 7 de noviembre, retoma la idea "Mientras él viva sólo habrá guerras. (…) Hay muchos motivos evidentes por los cuales Estados Unidos e Inglaterra deberían ser adversos al éxito de su usurpación".

La guerra mediática, Ivancito, de la que tú formas parte con la Cadena Caracol y RCN no es nueva. ¿Sabías que los Estados Unidos desarrollaron una contra Bolívar? Si no me crees, pon atención a lo que le dice al Libertador, Bedford Wilson, oficial inglés a las órdenes de Simón Bolívar, en 1827: "No he encontrado un solo norteamericano que hable bien de Usted; los papeles públicos que circulan del uno al otro extremo de los Estados Unidos sólo hacen calumniar y denigrar los actos y su reputación. Sería inútil empeñarse en contener el torrente de mentiras que se publican cada día; y si es que se presentan ocasiones de desmentirlas con los hechos, los directores de periódicos salen del apuro diciendo que ellos nada tienen que ver con los hechos, que lo importante son los principios, y siguen con la campaña de difamación".

Tomás S. Willimont, procónsul inglés en el Perú, le escribe al Conde de Dudley, secretario del Estado Británico, en noviembre de 1826: "La maligna hostilidad de los yanquis hacia el Libertador es tal, que algunos de ellos llevan la animosidad hasta el extremo de lamentar abiertamente que allí donde ha surgido un segundo César no hubiera surgido un segundo Bruto".

El 25 de mayo de 1820, Bolívar le escribe a José Rafael Revenga que "jamás conducta ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros". El 23 de diciembre de 1822, desde Ibarra, le expresa a Santander: "Cuando yo extiendo la vista sobre la América (…) hallo que está a la cabeza de su gran continente una poderosísima nación, muy rica, muy belicosa y capaz de todo".

El 2 de diciembre de 1823, fue proclamada la "Doctrina Monroe" en la cual los Estados Unidos se oponían a cualquier injerencia de Europa en América y, en la práctica, se preservaban el derecho de controlar y someter a las naciones suramericanas y ca¬ribeñas. Su lema era "América para los [norte] america¬nos" es decir, "Toda América para los estadounidenses". Esto entraba en contradicción con los principios independentistas y de plena soberanía que Bolívar siempre se trazó. Ivancito, Bolívar no quería liberarse de un amo imperial para pasar a manos de otro, como hicieron tus antepasados santanderistas. Nuestro Libertador lo que pretendía era emancipar dándole poder al pueblo. Sin embargo, ante la amenaza de la "Santa Alianza" de intentar apoderarse de las colonias que acababa de perder en América, Bolívar recurre a Estados Unidos y su "Doctrina Monroe" para establecer una alianza que nos protegiera contra la temida invasión de la confederación pro monárquica europea en Suramérica. Ante la solicitud, el naciente imperio del norte de América nos dio la espalda. Imagínate, Ivancito, que no fue sino hasta 1822 que tus amigos gringos reconocieron nuestra independencia de España. Cuando Fernando VII se enteró de esto se molestó mucho y James Monroe escribió una nota diplomática donde explicaba que "este reconocimiento no se hace para invalidar los derechos de España, ni de impedir el uso de los medios que aún esté dispuesta a emplear para reunir aquellas provincias al resto de sus dominios".

Entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826 se desarrolló en nuestro país, Ivancito, el Congreso Anfictiónico de Panamá. ¿Sabes que hicieron tus gringuitos? Lo sabotearon con reuniones boicoteadas por el gobierno de los Estados Unidos con la ayuda muy bien pagada de algunos delegados suramericanos traidores (algo así como el Cártel de Lima de aquella época). El 1° de junio ya lo advertía nuestro presidente Simón Bolívar: "los americanos del norte, por ser sólo extranjeros, tienen el carácter de heterogéneos para nosotros. Por lo mismo jamás seré de opinión de que los convidemos para nuestros arreglos Americanos". El 20 de julio, Bolívar evalúa el congreso: "el golpe contra la integración de Hispanoamérica fue invitar a los Estados Unidos al Congreso de Panamá: era como invitar al gato a la fiesta de los ratones".

Gerónimo Pérez Rescaniere, cimarrón sentipensante venezolano, en su artículo "¿Por qué no se nombra a Harrison? III", publicado en Ciudad CCS el 7 de septiembre de 2012, explica que en 1829, "el general William Henry Harrison, embajador de los Estados Unidos, había convertido su casa bogotana en el sitio de reunión de los enemigos del Libertador. Asistían varios veteranos del atentado del año anterior, 1828, y se preparaba un segundo atentado" para el cual "ya había sido contratado un agente encubierto de Estados Unidos para ejecutar el magnicidio, un tal Godwin. A Harrison le llegó un telegrama enviado por el nuevo embajador, Moore, informándoles que el señor Goodwin, estadounidense, de profesión relojero, estaba preso en Bogotá y el gobierno colombiano no lo soltaría hasta que Harrison dijese cuándo abandonaría Colombia. Difícil es conciliar la pacífica actividad del relojero con el asesinato, pero este Goodwin era el hombre escogido para dar muerte al líder de la América española y a cinco hombres de su entorno más cercano".

El 5 de agosto de 1829, Bolívar le escribe al coronel Patrick Campbell, "los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad". ¿Crees que nuestro presidente exageraba, Ivancito? Pues no, resulta que el 7 de septiembre de 1829, William H. Harrison le escribe desde Bogotá a Henry Clay, Secretario de Estado de los Esta¬dos Unidos, y enemigo declarado del Libertador, todo un plan desestabilizador: "el drama político que se desarrolla en este país se apresura hacia su desenlace. Una mina ya cargada se halla preparada y estallará sobre ellos dentro de poco. Oban¬do se encuentra en el campamento de Bolívar seducien¬do las tropas. Córdova ya ha seducido el batallón que está en Popayán y se ha ido del Cauca a Antioquia, todas están preparadas para la revuelta. Una gran parte de la población de esta ciudad está comprometida en el plan. Constantemente se celebran juntas. Se distribuye dinero entre las tropas, sin que el gobierno tenga todavía cono¬cimiento de estos movimientos El medio a que acuden los santanderistas para ocultar sus designios consiste en una eterna y extravagante alabanza del general Bolívar".

El 15 de octubre de 1829, el abogado bogotano Estanislao Vergara Sanz de Santamaría (1790-1855), hombre de confianza del Libertador, escribe al canciller colombiano: "hemos estado en estos días muy ocupados y aún lo estamos con los señores Harrison y Henderson [cónsul inglés], que habían formado un complot infernal contra nosotros. ¡Qué malvados tan execrables son, principalmente el primero! Él tenía meditada aquí una insurrección sangrienta en apoyo de la de Córdova [novio de una hija de Henderson], con quien ambos han estado en comunicación y cuyas empresas sabían dos meses hace. Se nos ha asegurado que un cierto Goodwin, relojero norteamericano y amigo íntimo de Harrison, era el instrumento de que éste debía valerse para asesinar al general [Rafael] Urdaneta, al Sr. Bresson [Charles de Bresson, embajador de Francia] al Sr. García del Río, a Miranda [Es Leandro, hijo del general Francisco de Miranda, miembro del círculo íntimo del Libertador], y a mí, y este anuncio nos ha venido por persona respetable. La revolución que se meditaba es efectiva e indudable; Harrison era su cabeza, y sus colaboradores Henderson, Tayloe, secretario del primero, Leidersdorf, y ese Gooding, y otros norteamericanos…"

Acá tomo las palabras de Luisito: "Ojalá los ofendidos puedan leer esta cátedra y le enseñen a sus hijos que hay que estudiar y no rayar paredes".

Tu diminuta Colombia, Ivancito, la de tu oligarquía cundinamarquesa, promueve la violencia, la ingratitud, el servilismo, el abuso, la xenofobia y apoya la injerencia gringa. ¿Y sabes algo? Tu Colombia es violenta con tu propio pueblo. Masacra a las campesinas y campesinos quienes, despavoridos, tienen que dejar sus conucos huyendo del paramilitarismo que tu gobierno creó. Muchos de ellos viven en Venezuela. No te preocupes, están bien, gozan de los mismos beneficios que los venezolanos.

Ivancito, así como hay dos Colombias, una grande y una diminuta, hay dos Estados Unidos, uno grande y otro diminuto. Nosotros siempre hemos amado los Estados Unidos del cacique Seattle, de los Novajo, Sioux, Cherokee, Cheyenne, Semínolas, del político Abraham Lincoln, del periodista John Reed, de los cineastas Orson Welles y Stanley Kubrick, de la cantante de gospels Mahalia Jackson, del rockero Jim Morrison, de las activistas sociales Assata Shakur y Angela Davis, de los escritores Ernest Hemingway y Howard Fast, de los guionistas Dalton Trumbo y Ring Lardner Jr., del compositor Aaron Copland, del activista W. E. B. Du Bois, del pastor Martin Luther King, del boxeador Muhammad Ali, del matrimonio Ethel y Julius Rosenberg, del actor Marlon Brando, de los Estados Unidos del jazz, de los movimientos ambientalistas, de las Panteras Negras, de los que repudiaron la pena de muerte a Sacco y Vanzetti, de todas las víctimas del Macartismo, en fin, del pueblo trabajador. ¡Dile no a la xenofobia, Ivancito! ¡Deslíndate del Cártel de Lima (esa mala junta no te conviene)! ¡No sigas asesinando a los líderes comunitarios de la Colombia grande, por favor! ¡Sí, lo sé, Ivancito, sé que son órdenes de tu jefe Alvarito! ¡Estudia, estudia! y como siempre te decimos… ¡hasta la próxima clase!

 



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Alí Ramón Rojas Olaya

Músico. Promotor cultural. Docente.

 elrectordelpueblo@gmail.com      @rojasolaya

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