Amarga navidad en Venezuela o cómo retomar el sentido de la vida humana

Este 25 de diciembre al consumarse la Navidad propiamente, evento histórico siempre marcado por grandes contradicciones en su misma época digamos original y recreada después por san Francisco, "El poberello de Assissi", pareciera que fue una "Amarga Navidad"; esto según los criterios "normales" del Viejo Testamento, pues como sabemos la riqueza constituía un signo de bendición para aquella comunidad y la pobreza, por el contrario, una desgracia. Los pobres de Dios o Yahvé, Elohín, mostraron otra perspectiva: estos pueden estar más cerca de Dios, lo cual parece ser un gran misterio.

Ergo, muy pocos, ay, sabemos vivir la Navidad desde la pobreza digna, bien llevada y alegre. Como ha recordado recientemente el actual Francisco-Papa la comercialización de aquel evento hoy nos hace sentir una larga tristeza si no la celebramos "Por todo lo alto"; sobre todo en Venezuela transida por una alta conflictividad socio-política y una economía altamente inflacionaria, amenazas de intervención internacional y demás catástrofes.

Vivimos un tiempo de tribulación, de acuerdo a un criterio expresado después de sus deliberaciones anuales a mediados de 2018 la Conferencia Episcopal Venezolana, CEV. Organización que forma parte de aquellas otras propiamente políticas o de "intereses electorales" que propugnan un cambio de modelo o "transición" a todas luces neoliberal respaldada por toda la burguesía nacional, tipo Argentina, Chile o Brasil, se supone. Ello frente a los actuales mandantes encabezados por el presidente Maduro y su grupo de colaboradores inmediatos, entre quienes no son menos el Alto Mando Militar, los militantes del Psuv, algunos de ciertos aliados, excepto grupúsculos de izquierda radical, supuestamente preclaros adalides de teorías harto eficaces y por aquello de que los extremos se tocan, se han aliado a un tal Frente Amplio, que según cierta narrativa "todo está bien pensado" para la ya nombrada "transición".

En cambio, desde el Ejecutivo ha dicho el presidente que Venezuela resiste diversos embates internos y externos de alto impacto, incluyendo el magnicidio el 4 de agosto de 2018; los programas sociales también fueron creando esperanza y cambio, dado que la coyuntura actual en esta otra narrativa debe ser transformada, construir nuevas perspectivas, "cambiar lo que no funcione" ha señalado el Jefe de Estado en su mensaje de fin de año: "El pueblo no nos ha fallado y nosotros tampoco le vamos a fallar", ha agregado Maduro, palabras más, palabras menos. Cabe preguntar, las dificultades actuales de Venezuela ¿no nos recuerda en parte aquella época remota de la Natividad de Nazaret cuando una comunidad pedía también ejercer su autonomía e independencia?

Navidad entonces no es amargura y ello a pesar de las lágrimas porque tenemos familiares u otras personas cercanas en los afectos que han emigrado, este 25 de diciembre de 2018. Hubo alegría, vimos niños estrenando juguetes, patines y bicicletas en la plazoleta de la Iglesia Catedral de Barquisimeto por ejemplo y, antes, en la Noche Buena, también habíamos visto en el barrio otros niños, adolescentes y adultos luciendo prendas nuevas. Caramba, nos dijimos Navidad siempre es alegría, la gente se las ingenia ¿Cómo harían? ¿Recibieron remesas de familiares que ahora trabajan en el extranjero? Por lo que oímos de pasada, sí. ¿O cómo "rindieron" el tradicional bono de fin de año, utilidades o aguinaldo decembrino que suelen entregar empresas privadas u organismos del Estado a los trabajadores y empleados públicos?

Gente de compras en romería también pudimos ver por la principal "Calle del Comercio" como se llamaba antaño la actual Avenida 20 de Barquisimeto y días atrás el popular Mercado San Juan y las tiendas del Terminal de Pasajeros también rebosaban. Las compras navideñas tuvieron cierta continuidad, de tal suerte que esta Navidad 2018 no sería tan amarga; el Estadio de "Los Cardenales de Lara", así llamado, por estos días de vacaciones decembrinas ha estado repleto, en particular "La Tribuna Central" pero, claro, nunca como antes donde "el consumismo capitalista dependiente" impuso en Venezuela una cierta tradición dizque por cierto era indicador de "calidad de vida" en el marco de la democracia representativa o IV República, "Cuando éramos felices y no lo sabíamos".

Aunque esto último "Según y cómo se mire la cosa", se cumple o no el conocido refrán porque en aquella época y lo sabemos por experiencia la desigualdad campeaba. A este efecto, conviene citar un "escrito de juventud" del actual Arzobispo de San Cristóbal Mario Moronta-Rodríguez quien en su libro "Comprometerse es servir" en el ya remoto año de 1976 sostenía que:

"Vivimos una sociedad consumística que aliena al hombre. El consumismo crea valores de burguesía y comodidad, basados en un ideal de falsa liberación y conformismo. El hombre vale más por lo que no es, sino por lo que posee. Vivimos en un sistema que favorece y provoca consumo. Expresión de esta sociedad de consumo la encontramos en la publicidad y en los medios de comunicación social. Estos presentan el ideal de una vida despersonalizada. Se manipula a la persona. Se vacían sus más importantes valores. Frente a este hecho, el conformismo y la pasividad aumentan. ¿Por qué luchar o cambiar? Hay que "vivir la vida" sin más esfuerzo… Lo importante es sobrevivir. En nuestro país existe una tremenda desigualdad social. No se resalta ya que la clase media se tranquiliza con medidas populistas y reformistas. Sabemos que una minoría posee la mayoría de las riquezas nacionales. Y desconcierta el número inmenso de problemas sociales. Vivienda, alcoholismo, juego, desempleo, drogas, hambre, analfabetismo. Venezuela es el país del "manguereo" y de la "guabinosidad" (Moronta-Rodríguez, M. "Comprometerse es servir". Ediciones Trípode. Caracas. 1976. Pp. 81-82).

Así las cosas, de aquellos barros deviene la actual polvorera en que nos encontramos y que algunos añoran como tiempos felices, cuando objetivamente era una "realidad nacional" tan conflictiva como la actual, tal vez por aquello de que "Cada día (o época) tiene sus propias preocupaciones" y que citado obispo valora de la siguiente manera:

"El 23 de enero rompe la aurora de la democracia. En 1959 comienza "la estabilidad política" de Venezuela. El juego democrático apareció en escena. Las guerrillas y la izquierda pretenden darle jaque mate. Pero se consolida el capitalismo criollo para acrecentar la dependencia protectora del vecino del Norte. Hay seguridad y tranquilidad en la clase media. Se abandona el campo. Crece la ciudad. El armamentismo aumenta en pro de la defensa del orden democrático. Venezuela es país libre de América. Pero aumenta la marginalidad, el desempleo… Surge la alternativa del "cambio". Esto es permitido y necesario en el juego democrático. Hay tensiones con los Estados Unidos. Pacificación. Acercamiento hacia Cuba. Venezuela se hace conocer políticamente en el exterior, a través de un presidente estadista, Caldera. Los problemas de Venezuela siguen siendo graves" (ob cit., p. 81).

Venezuela tuvo en la IV República momentos de auge político y económico, sobre todo a consecuencia de los altos precios petroleros y la "vinculación protectora" de los Estados Unidos, asunto que benefició sobre todo a la clase media; al contrario, en la medida que opta por otro modelo socio político, Revolución Bolivariana o Socialismo del Siglo XXI, se imponen sanciones económica- comerciales. Se revela así en lo concretos cuán dependiente ha sido históricamente el país y de las consecuencias de haber abandonado el campo o no haber superado las desigualdades sociales, además desatender la infraestructura de servicios; también se ha notado que en los últimos 20 años las actitudes burguesas, de comodidad, manguereo, guabinosidad, no han sido superadas. Todos hemos visto como la corrupción pública y privada ha crecido. El cambio, la superación de las desigualdades aún esperan, los avances han sido más bien pocos, lastimosamente. Falta reconstruir todo el tejido social venezolano.

Entro "Con esas ideas y sentimientos" a la Catedral, "Rogando, rogando", con lo que estoy parafraseando así a un viejo cura amigo mío que hablaba así en misa y al cantor Alí primera (Flora y Seferino). A penas ha empezado la misa y advierto que el celebrante es ¡un obispo larense!, ahora promovido por el Papa Francisco a la Diócesis de Calabozo, estado Guárico.

Lo conocemos de "vista", como conoce uno a figuras relevantes. De cura recién ordenado en una Semana Santa que predicó e hizo confesiones en el caserío del que somos oriundos, El Hato de Baragua en 1979, cuando era arzobispo de Barquisimeto el margariteño Mons. Críspulo Benites Fontourvel; después por simple curiosidad nos hemos enterado hace tiempo que se desempeñó como párroco en la Iglesia Catedral, Profesor del Seminario Divina Pastora, Secretario de la Conferencia Episcopal Venezolana y nombrado obispo por Juan Pablo II, en su tiempo uno de los más jóvenes. Especializado en sagrada teología en la Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia) y licenciado en Derecho Canónico (Roma) que recordemos; y tenemos la impresión que desempeña su rol con sana doctrina, fuera de la estridencia de algunos de sus hermanos en el episcopado, de quien bien pudieran aprender mucho.

Bien, continuando con los recuerdos ya en otra ocasión lo hemos visto celebrar la eucaristía por acá en una Semana Santa o de Pascua y ahora en Navidad. Estará de vacaciones y encuentro familiar. Por cierto, parece un catedrático de esos que antaño "leían" su lección, recordando en esto la lectura, aunque apresurada que hiciéramos de un libro de don Guillermo Morón, donde indica que "leía" sus lecciones en la Universidad Simón Bolívar; mutatis mutandis este obispo, pues, lee sus homilías en una moderna tableta, nada deja así a la improvisación.

Cuestión que uno agradece porque comenta con solvencia, coherencia o sentido común (porque uno no sabe nada de teología sino de oídas), las tres o cuatro lecturas bíblicas (si se incluye el salmo responsorial) las va explicando serenamente en el plano teológico-moral actualizando su contenido, creando así un clima de oración en agradable recogimiento.

Dios siga bendiciendo a este "guaro" excepcional que no confunde su rol pastoral con la función política de laicos en la plaza pública, dominada por la hybris o desmesura; lo que no quiere decir que cuando tiene que realizar denuncias proféticas deje de hacerlo, como veremos al final de esta nota.

"La Navidad tiene gran resonancia en nuestros corazones…" empezó diciendo el Arzobispo Manuel Felipe Díaz, que es a quien nos referíamos líneas atrás, en la homilía de la Misa de Navidad en la Catedral Metropolitana de Barquisimeto, este 25 de diciembre de 2018; a lo que agregó luego más o menos textualmente que: A pesar del dolor, la enfermedad, el sufrimiento y la guerra la vida humana tiene sentido, en la que Dios se encarna con todas sus limitaciones.

En Navidad, siguió diciendo el Arzobispo Díaz, surgen los mejores sentimientos como la paz y la alegría, valores que deberían ser los de toda la humanidad, con un Mesías cuyos signos no son los de la riqueza, sino al contrario: los de la pobreza, la de los últimos de este mundo que exigen reivindicar su dignidad; como en el pasaje leído hoy (25/ 12/ 2018) del profeta Isaías en que Dios saca a su pueblo Israel del cautiverio de Babilonia; alude a una precesión jubilosa, donde reza Isaías (52, 7-9):


"Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que anuncia la paz, al mensajero que trae la buena nueva, que pregona la salvación, que dice a Sión: "Tu Dios es el rey". Escucha: tus centinelas alzan la voz y todos a una gritan alborozados, porque ven con sus propios ojos al Señor, que retorna a Sión. Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor rescata a su pueblo, consuela a Jerusalén. Descubre el Señor su santo brazo a la vista de todas las naciones. Verá la tierra entera la salvación que tiene nuestro Dios".

Ergo, la "eidesis" (de acuerdo con los tipos de conocimiento platónico) es que la Navidad como objeto de reflexión supone definir el significado de la categoría paz, o más concretamente: que es para nosotros paz y alegría en el entorno familiar-comunitario, qué imágenes (o imaginarios) tenemos de tales componentes fundamentales de la convivencia, que son dinámicos y no estáticos; por eso conviene pensarlos intelectualmente, ponerlos en discusión, hasta alcanzar en el horizonte temporal de la persona y la sociedad, la idea absoluta de paz y alegría comunitaria, así como para el griego lo absoluto era la polis.

Así, más que hablar de amarga Navidad en Venezuela, conviene retomar el sentido de la vida humana, tender a la realización de lo esencial, vida humana que en su horizonte histórico más elevado tiene un sentido más trascendente que la simple acción de comprar y acumular, pero es una idea que no está directamente asociado a la extrema riqueza ni mucho menos a la extrema pobreza, sino a lo justo, tendiendo seguramente tender al justo medio aristotélico-tomista, lo morigerado o apolíneo, lejos de lo dionisíaco.

En la perspectiva cristiana en Navidad Dios con su poder tiene la iniciativa de salvar a su pueblo de cualquier servidumbre, hace resplandecer su gloria. Es sorprendente cómo en Navidad la Biblia nos recuerda que la gloria de Dios resplandece en la miseria y a Él hay que volver el corazón; existencia gloriosa que hoy se hace presente en santa misa, nuevo portal de Belén, la paz y alegría de la Navidad, dijo o leyó el obispo Manuel F. Díaz. Recordamos también de pasada que meses atrás este obispo leyó un comunicado cuyos primeros párrafos dicen así:

"1. Los Obispos de Venezuela, reunidos en la 110° Asamblea General de nuestra Conferencia Episcopal, como pastores del Pueblo de Dios, atendemos los temas pastorales que nos son propios; sin embargo, como ciudadanos, dirigimos la mirada y la reflexión hacia nuestro país y su situación particular, que sin temor a equivocarnos calificamos como una "gran tribulación" (Cfr. Ap 12, 7-12), que afecta a la vida de los venezolanos y compromete seriamente su futuro".

Seguidamente agrega estas otras consideraciones que ojalá fueran oídas por los gobernantes de turno, véanse:


"2. Como lo vislumbrábamos en nuestra Declaración del 23 de abril del presente año, la situación del país se torna cada vez más grave. La mayor parte de la población no cuenta con los medios para hacer frente a la monstruosa hiperinflación. La calidad de vida de los venezolanos, ya sumamente precaria, se deteriora día a día. A los graves problemas que reiteradamente hemos puesto de relieve en nuestras exhortaciones y comunicados, relativos a las áreas de la alimentación, la salud, los servicios públicos (agua, electricidad, comunicaciones, vialidad), la seguridad personal, el empleo y el ingreso, se suman ahora los de la circulación y venta del efectivo y el del transporte público. En este último caso, siendo evidente la desaparición paulatina del parque automotor, la improvisación de medios de transporte sin control ni seguridad ha sido ocasión de tragedias en distintos puntos del país, con pérdida de vidas humanas y mayores dolores para numerosas familias".

A este respecto se pudieran agregar otras muchas cosas, siendo una de éstas cómo estas falencias se proyectarán en el nuevo año 2019 y cuál será el rol que debemos asumir los ciudadanos, cómo y quién irá construyendo una alternativa política viable para Venezuela; el presidente Maduro en el ya mencionado Mensaje de Navidad señaló que se propone potenciar las líneas de: la paz, abatir la hiperinflación y fortalecer las misiones sociales y los otros mecanismos de protección social, además de combatir el burocratismo la corrupción y solucionar los problemas concretos de la gente común, es decir, los asuntos abordados en el comunicado de la Conferencia Episcopal.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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