Quienes reclaman cochino pudieran ser agentes de la CIA, según Mario Silva

El año pasado, no por gracia sino porque la relación precios-salarios estaba anunciado que la navidad sería sin muchas cosas, pero lo más grave, sin hallacas. Porque para quienes no lo saben, pues este medio hace posible la maravilla a uno le lean en el exterior, cerdo y hallacas en navidad corren, como se dice en el lenguaje coloquial venezolano, "ligaditos". El pernil del cerdo se hornea pero también sirve de ingrediente del plato estrella de la navidad venezolana, la hayaca. Perciba el lector he escrito la palabra que lo identifica de dos maneras con "ll" y "y", porque indistintamente así lo hace el venezolano.

Pero el año pasado, ese pernil que fue anunciado en cantidades superlativas y hasta exageradas, según procedente de Portugal, nunca llegó. Por eso se dieron tantas explicaciones y ninguna convincente. Porque el sector oficial nunca habló de la verdadera. Pero si con algo el venezolano ha venido conformándose, es con eso que le ofrezcan no le cumplan y para más señas el oferente se haga el loco, como que "yo nunca dije nada". El conformismo es tal que todo sigue como si nada hubiese pasado. Ahora mismo, desde el jueves pasado, esperamos por el anuncio de nuevas medidas económicas, que el presidente ofreció en entrevista con periodistas internacionales. Llegó el día y cuando el venezolano se aprontaba a escuchar lo nuevo con lo que vendría Maduro, en vista que las últimas medidas ya hiperinflación y especuladores las hicieron trizas, de repente se entera que el presidente anda por Cuba. Esta vez a una reunión de cumpleaños del Alba. No fue un viaje de esos al estilo de los griegos a las islas donde moraban los oráculos en busca de la verdad o respuesta toda interrogante.

No llegó pues el pernil portugués el año pasado; el gobierno no se sintió apesumbrado y menos apenado y se limitó a "echarle tierrita" al asunto, contando que el venezolano al día siguiente, como parece habitual, de eso no se acordaría. Y seguiría votando y esperando como que "algún día llegará".

Los problemas se acumulan. A la gente no le llegan las bombonas de gas o debe pagar cifras hasta descomunales a los "rodilla en tierra" de gas comunal para que se lo hagan llegar; la CANTV no le importa un pito si se cae la línea telefónica y se ponen sus técnicos a esperar que uno por calentera deje de pagar el servicio para quitarle la línea y vendérsela al mejor postor para resarcirse por los bajos salarios que reciben u optemos para llamarles y pagarles lo que pidan para reparar la avería. Hasta las cableras privadas, esas de la señal televisivas, andan en lo mismo. El servicio hospitalario y de salud cada día es peor, pese el gobierno diga que tenemos "uno gratuito y de excelente calidad". Los precios no se paran. En este sentido pareciera que hay una competencia con vehículos supersónicos que corren y corren sin atender a lógica alguna. El gobierno firma con fantasmas listas de "Precios Acordados", y quien eso anuncia, generalmente el vicepresidente El Aissami, como el único que firma, pudiera ponerse a reír de nosotros porque de nuevo caímos en su trampa. Todo eso pasa y repasa y nada pasa. No hay gobierno que a ese estado de cosas ponga paro y reparo y tampoco oposición, pues esta anda buscando como solución que en lugar nos quiten la luz porque se cayeron los cables, vengan los gringos y tumben la red toda a fuerza de bombazos y destruyan escuelas y hospitales y entonces si es verdad que se montaría la gata sobre la batea o la cura peor que la enfermedad. Pues tampoco se cuenta lo que harían después.

Y todo eso pasó a lo largo del 2018 y quienes tienen la responsabilidad optaron por la misma línea, hacerse los locos y los venezolanos todos la de olvidar y deseando viniesen mejores momentos y sobre todo dando contundentes pruebas de buena fe y respeto por la paz y los derechos de las gentes.

Llegó la navidad de nuevo y nosotros que nos habíamos olvidado del cochino, marrano o cerdo, dicho así por razones muy obvias, de aquel que nos ofrecieron en diciembre pasado y del otro, ese que habitualmente se adquiría a lo largo del año, en vista que se nos volvió un artículo o alimento de lujo, caemos otra vez en la trampa de esperanzarnos con unas hallacas a la vieja tradición con cochino que en cantidades enormes, como para darle de comer a medio planeta, quizás por aquello del "programa de Recuperación Económica y Bienestar" – así mismo con toda su redundancia – traería el gobierno, si no gratis por lo menos a un precio acorde con la "peladera" que al venezolano distingue. Y nos pusimos otra vez, como si aquello no hubiese pasado, a esperar que el cochino hasta entrase a la casa.

Los anuncios de prensa y por lo que uno escucha a la gente y lo que sabe en "vivo y en directo", hablan de un cochino que llegó pero al parecer no en las cantidades que anunció el gobierno. Lo cierto es que como antes y esta vez voy más atrás del año pasado, pareciera que el cochino muerto y despedazado, entre el barco que lo trae y los distribuidores, quienes forman parte de las huestes que atrapan al gobierno y de las que al parecer este no se puede deslastrar, toma vida y lejos de llorar como cochino que sabe va al matadero, coge monte y desaparece para aparecer luego en mercados más lucrativos.

Y hasta se difundió la idea que quien eso denuncia, lo que el gobierno dice que hagamos, se convierte en enemigo, tanto que Feijó Colomine*, en días pasados escribió un artículo en el cual le dijo a Mario Silva, el señor de La Hojilla, "Usted acaba de sembrar ciertamente la duda de ser un agente de la CIA", haciéndose portavoz de quienes se quejan por lo del cochino. Para Silva quien eso haga, según Colomine, es eso, agente de la CIA. Había oído a lo largo de mi vida muchas acusaciones de esas, pero nunca una tan original, criolla y marrana como la relacionada con el cochino. De donde ya uno sabe, donde haya alguien que se queje por no haber comido o encontrado cochino en el mercado se trata de uno de esos. Quién a uno pregunte, ¿tu papá mató cochino?, posiblemente es uno de esos agentes que anda averiguando algo. ¡Cómo se nos enriquece la vida y la teoría política!

Ya llevamos unos días escuchando los mismos cuentos de antes, los lamentos por la misma cosa. El cochino para las mayorías no aparece y el poco salvado lo dividen en pequeños pedazos, un poco como por aquello de multiplicar los panes. Eso es lo que dice la prensa, porque unos pocos ciudadanos más desenvueltos, sintiéndose engañados y hasta apremiados por la miseria que cunde, han optado por protestar y tomar calles. Uno no sabe hasta cuándo durará eso. Sobre todo si en busca de cochino andan los agentes de la CIA.

Pero no es tampoco por el cochino, es por todo. Hasta el pescado, pese vivimos frente a un mar extenso y abundante, dejan se lo lleven para que lo poco que aquí dejan, nos cueste como cochino en navidad. ¿Quién gobierna? ¡Vaya usted a saber!

Sin percatarme he confesado mi condición de agente de la CIA, pero sin cochino, reclamando pernil.

*https://www.aporrea.org/actualidad/a272975.html



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Armando Lafragua


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