Esperando la reconversión monetaria con trasero en dos manos

-"Ni idea tengo como será ese rollo de la entrada del nuevo cono monetario. Uno de ellos habló de una cantidad impensable de billetes para poder cubrir la demanda o la necesidad del mercado. Tanta es la masa, dijo ese señor, que el gobierno ni nadie está en capacidad de ponerla a circular en el tiempo necesario".

De esa manera me habló mi vecino y "ese señor", a quien se refirió, es Hugo cabezas.

Yo, creyéndome más perspicaz y porque hablaba con alguien quien no puede ni siquiera soportar le hablen de un mango maduro, le respondí sonriente como quien tiene la llave justa en la mano.

-¡No chamo! No te mortifiques ni armes rollo por eso. Esos tipos tendrán mucho de locos, pero no lo son tanto. Ellos harán lo que se suele hacer, mientras el nuevo cono va entrando, el otro va saliendo, como quien pasa el agua de un tobo para el otro. Cuando el que estaba lleno quede vacío, el vacío se llena.

Después de hablar, me dije para mis adentros:

-¡Me la comí!

Mi amigo, mientras yo hablaba, me miraba con los ojos desmesuradamente abiertos, como si yo le estaba sorprendiendo y dejaba sin efectos su argumentación. Eso creí yo. Pero al oírle responderme, quien despepitó los ojos esta vez fui yo, por pendejo.

-"Caramba Armando, ¿tú estás loco? ¿Qué país habitas? ¿Si los bancos no sueltan los reales por taquilla, tú ahorita mismo me acabas de decir que tienes días sin ver un billete, a cual tobo lleno te refieres? ¿Con cuál vas a llenar el vacío?"

No puedo decir que me puse "rojo" de vergüenza porque sería una echonería racista que no tengo por qué tenerla. Los criollos como yo, o trigueños como decimos en mi pueblo, no se ponen rojos aunque se estén muriendo de la pena o la arrechera. A menos que carguemos camisa y gorra rojas; pero nunca me ha gustado pegarme a eso de la moda y menos disfrazarme. Yo en ese momento, muerto de vergüenza o pena estaba, por la estupidez que dije.

Menos mal, pensé yo, se me ocurrió rápidamente una idea para sacar a mí amigo de la conversación que traíamos y esta vez comentarle:

-Si, hasta ahora los comerciantes de toda la cadena nos tienen acoquinados con el pago de efectivo y electrónico, ahora la vaina va a empeorar. Por cierto, los supermercados y todos aquellos negocios que aceptan tarjetas de crédito, ponen a sus mercancías el mismo precio que en la calle cobran quienes venden por punto. Ni de vaina el de efectivo.

Dije aquello sabiendo a mi amigo intolerante a todo lo maduro, para que olvidara la idiotez que cometí, agregué como para "conciliar" con él, "lo peor es que el gobierno pareciera hacerse el loco con este juego del efectivo y el electrónico."

Esta vez, el juego tampoco pareció salirme como lo había planificado, o mi amigo, pese serlo mucho, pese las diferencias políticas, no se siente tentado a conciliar en eso, tanto que me sentí como si fuese el gobierno enfrentando la guerra económica o cual boxeador que se golpea así mismo, pues mi contertulio me respondió de esta manera.

-"Armando, ese jueguito, que produce más real que la renta petrolera a 100 dólares el barril, comienza desde la banca. El último vendedor de la cola es víctima de lo mismo. Compra algo con efectivo y otra porción más grande con electrónico y por allí lo prenden. Y en ese negocio está metida la banca, privada y pública. De esta última se beneficia el Estado y gente del gobierno, o de esa banca. El gobierno mismo, por lo que respecta al cobro del IVA, sale favorecido. Es decir, forma parte del jueguito. Por eso, el gobierno ha callado. Y Maduro, ahora cuando habló ante la ANC, sobre ese asunto y se comprometió a tratar con la banca para ponerle coto a ese asunto, lo hizo porque no le quedaba ya otro camino y las cifras electorales se lo están exigiendo. ¿Pero por qué no rebaja sustancialmente el IVA?"

Cuando mi contertulio mencionó el apellido del presidente puso cara de alguien indispuesto, pero por el interés de apabullarme a mí a quien cree uno de los últimos fósiles que caminan por la vida, tragó grueso y no se detuvo. Eso sí, me percaté que mi interlocutor, tenaz opositor, ha dado un cambio y eso es bueno, admitió que en el tenebroso juego están metidos los empresarios privados, de la banca y la red comercial.

Reaccioné como esos buenos boxeadores para coger golpes, sólo para eso, y volví a la carga sin importarme me pulverizara mi masa ósea y la dejase reposando en el cuerero que se ha vuelto mi cuerpo.

-Bueno vecino, usted en eso tiene toda la razón. Por lo menos admite que la banca está en eso, en primer término la privada, pero también debo recordarle que empresarios medios y grandes, también están acaparando efectivo.

Agregué, por puro echar, adornarme e intentar quitarme la vergüenza y deshonra de encima:

-Usted sabe bien, que el dinero y particularmente nuestro dinero, es una mercancía y, que como tal, participa en el cambio. Pero ahora pareciera que se ha vuelto una en sí misma y más costosa que las otras. Por eso, los mercaderes andan detrás de él como policías tras ladrones.

Después de decir esto creí haberme reivindicado ante mi amigo y vecino, pero que va, se me vino de nuevo como combatiente que ve al adversario ya deshecho y llegado la hora de noquearle o el matador que al toro mira fácil para meterle la espada hasta la cacha. Ya no da más para la lidia y figuritas.

-"¿Cómo es eso de los policías y ladrones, sobre todo de los primeros detrás de los segundos? Días atrás, Armando, escribiste como unos ladrones quienes le habían robado el carro a un familiar tuyo, lo pusieron en su sitio completico y, cuando regresaron guiando a los familiares de la víctima para que tomasen posesión del mismo, tuvieron que espantar a policías que lo desvalijaban. Y dijiste que los venados corrieron tras los perros."

En verdad, sentí como si me hubiesen golpeado con en pesado mazo entre los dos ojos, perdí la vista, el orgullo y no pude más que sonreír para que mi contrincante no siguiera diciendo lo mismo que yo digo. Pero no lo digo a él, sólo por no darle la razón.

Y esa conversación que empezó por la reconversión monetaria, se produjo ahora, antes que ella entre en vigencia. Voy a procurar que mi vecino no me vea por mucho tiempo.



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Armando Lafragua


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