Los libros de autoayuda y superación ¿Una basura ideológica?

Desde hace mucho tiempo he querido escribir algo sobre el tema, pero hasta ahora, no había sentido el impulso suficiente como para abocarme a maltratar las teclas de mi computadora. Y el impulso me lo dio mi hijo, cuando en una conversación que sosteníamos, me dijo una frase que me dejó pensando: “Y no me vengas con toda esa basura de autoayuda y superación personal”, después de mi sorpresa inicial y mi natural ¡Ohhh!, como buen padre orgulloso y poco objetivo, sentí que había procreado un genio y pasé por alto el tono un tanto irrespetuoso con que me habló.

La verdad es que si uno se pasea por las calles de Caracas y se detiene frente a las vidrieras de las librerías o los mesones improvisados y destartalados de los buhoneros, nos encontramos frente a una variedad inmensa de libros del género de autoayuda y superación personal. Los títulos son de lo más variado y van desde aquellos que quieren expresar cierta cientificidad, hasta los que exhiben títulos jocosos como “¿Quién se llevó mi queso?” o “La culpa es de la vaca” o “Se busca vivo o muerto al ratón que se llevó mi queso” (este no lo busque, lo acabo de inventar, es pero no ser plagiado en breve).

Hay una gran cantidad que contienen una dosis occidentalizada y superflua de filosofía oriental (el Yin y el Yan) y la contemplación trascendental, etc.). Llama la atención que en las vidrieras de las librerías o en los mesones de los buhoneros, los libros de autoayuda representan un 70% - 80% del espacio, el resto, está reservado a las novelas “Best Seller”, de dudosa calidad literaria, o a libros sobre gerencia para ejecutivos yuppies, que traen la última novedad en este campo, que por lo general no suelen ser más que refritos de teorías surgidas en los 50 o los 60 (¡del siglo pasado!). Por supuesto, no puedo dejar de lado, aquellos que nos comunican la clave para hacernos ricos de la noche a la mañana y sin esfuerzo (creo que una forma muy económica para superar el subdesarrollo sería el dotar a las escuelas de estos libros sobre la riqueza instantánea. ¿No se como no se me había ocurrido antes?

Ahora, mis queridos lectores, yo si les daré la clave para que se hagan ricos, y lo digo de verdad, no bromeo, los lectores perspicaces quizás ya la saben. Pues es muy sencillo, escriban un libro de autoayuda con un título atractivo como “El monje loco que vendió su Ferrari y se compró una montaña de queso”.

Pongámonos serios y analicemos el fenómeno de proliferación de estos escritos (no los califique como literatura a propósito). En primer lugar, debemos decir que estos libros son la expresión más visible y notoria de la cultura para las masas que se ha desarrollado a nivel mundial con el desarrollo del capitalismo.

Estos libros no han sido escritos para la clase media de los países subdesarrollados, sino para la clase media norteamericana, consumista, bastante inculta, sin formación política, movida básicamente por la obtención de la riqueza fácil, muy neurotizada y stressada, con altos porcentajes de adicción a las drogas. Una clase media a la cual no le quedan muchas neuronas habilitadas después de horas de intoxicarse con la televisión, como para leer algo que sea de verdad interesante y estimulante, además leer un Sartre, un Balzac podría producirles una hemorragia cerebral masiva.

La proliferación masiva de textos de autoayuda y superación personal comenzó por los años 60 y hubo algunos muy famosos como “Nacidos para triunfar” o “Tus zonas erróneas”, y por supuesto, no podemos olvidar la serie de Lobsang Rampa. En aquellos tiempos, muchos de estos textos eran escritos por profesionales de la psicología y tenían cierta base científica, pero hoy en día, cualquier charlatán con cierta habilidad para la escritura puede publicar un libro de este tipo. Mi tesis consiste en que esta inundación de librachos coincide con el momento en que el sistema capitalista comienza a evidenciar serios problemas sociales como depresión, stress, divorcios, una fuerte competencia, consumo de drogas, etc. Y se presenta una dificultad manifiesta para mantener el ritmo de crecimiento sostenido, y el “sueño americano” de los 50 comienza a convertirse en una pesadilla para muchos.

En la proliferación de estos textos también ha existido una causa de tipo económico, frente al crecimiento de la neurosis, la depresión, el consumo de drogas y el stress generado por una sociedad que estimula la competencia y el consumismo, y que identifica el éxito con la posición social y económica, la cual se demuestra por la posesión de artículos lujosos, nos encontramos que la adquisición de estos libros es mucho más barato que pagar un psicoanalista o un psiquiatra, y en muchos casos, el resultado es el mismo, es decir ninguno.

En los libros de autoayuda y superación personal que he leído (lo confieso abochornado, mea culpa, mea culpa) he encontrado una constante, y esta es que “el mundo es injusto” y todo cuanto podemos hacer es confiar en nuestra potencialidad para salir adelante en forma individual. De esta manera, el énfasis se pone en lo personal y no en lo social, no hay que culpar a la sociedad que el hombre ha creado de nuestros males, la sociedad (la capitalista) es perfecta en su injusticia, los defectuosos somos los seres humanos que no hemos sabido potenciarnos para ser ricos y prósperos y colocarnos en la cúspide de la pirámide social. En otras palabras debemos convertirnos en buenos competidores para correr la carrera de la vida y llegar a la meta de primeros. El mensaje oculto a mi parecer, es olvídese de ideas revolucionarias de cambio de la sociedad actual, la revolución solo puede darse en su interior, sólo usted puede cambiar sus circunstancias.

Recordemos en estos momentos al insigne economista Adam Smith, cuando nos decía que en la sociedad capitalista, el interés egoísta de los individuos enfrentados entre sí conducía finalmente a la prosperidad de todos. Increíble, al parecer hemos encontrado al primer y original escritor de textos de autoayuda, aunque él creía que escribía un texto de economía. Me permitiré una pequeña disquisición en este punto, entre la economía y la psicología hay un nexo mucho más estrecho que aquel que los economistas están dispuestos a reconocer, maravillados con sus modelos econométricos y sus gráficos. Creo que ya tengo otro tema para un futuro artículo, espero que aún me queden lectores para ese entonces.

Ahora bien, he calificado los textos de autoayuda como basura ideológica y puede ser que algunos piensen que la publicación masiva de este tipo de libros se deba a una conspiración urdida en algún laboratorio secreto con el propósito de lavar el cerebro del pueblo, y plantar en la mente de los lectores, un conjunto de ideas y creencias favorables al status quo en lo político y lo social. La verdad creo que es mucho más simple que eso, aún cuando, el resultado puede ser el señalado anteriormente. Los libros de autoayuda son al final de cuentas, un producto más que busca satisfacer una necesidad, y por lo tanto, existe una demanda en el mercado que debe ser cubierta. La depresión, la tristeza, el consumo de alcohol y drogas, el stress, la desintegración familiar, han dado lugar a que la gente busque respuestas, alivio y consuelo, pero por encima de todo, la búsqueda de una esperanza. Y esto es lo que fundamentalmente venden esta clase de libros, la esperanza de encontrar en sus páginas, la respuesta para hallar la paz espiritual y una existencia feliz. Si hay algo que demuestra la inutilidad de estos libros, es justamente su proliferación, pues si alguno en verdad lograra su objetivo y cumpliera la promesa de llevar al lector a una existencia colmada de dicha, los demás no tendrían demanda alguna. La verdad es que los lectores de este tipo de libros suelen ir de uno a otro en busca de la clave de la felicidad, como aquel que corre y corre persiguiendo el final del arco iris con la vana esperanza de hallar la marmita repleta de doblones de oro, y al final sólo queda el cansancio y la frustración.

Para tratar de ser objetivo debo decir que en el campo socialista también ha habido una buena dosis de charlatanería ideológica, sino, que fue entonces la revolución cultural del gran timonel Mao Zedong, que llevó a miles de jóvenes a desfilar por las calles de China blandiendo el libro rojo de Mao, mientras recitaban sus frases llenas de sabiduría revolucionaria. Bien, acabo de mostrarme ante ustedes como un librepensador en toda su grandeza (me estoy sonriendo), es decir, de aquellos que toman para sí, ese dicho de la revolución mexicana que reza “un tirito al gobierno y otro a la revolución”

Volviendo al tema, son muchos los libros de autoayuda que nos hablan de las experiencias exitosas de unos cuantos individuos que aprendieron a cambiar sus vidas con las enseñanzas extraídas de la lectura, otros, nos presentan esas experiencias como fuente inspiradora para la publicación del libro. Lo que muchos no se percatan, es que se trata de casos excepcionales, es decir, se nos vende la idea de que todos tenemos la potencialidad para ser excepcionales, ahora bien, si todos efectivamente nos volviéramos excepcionales, la excepción dejaría de serlo, y entonces el negocio de los escritores de autoayuda se iría al diablo.

En alusión a lo expuesto, pondré una nota más personal e íntima al recordar la conversación que presencié hace muchos años atrás, entre un médico uruguayo y mi padre, quien también lo era. El galeno uruguayo defendiendo el sistema capitalista, le decía a mi padre – “Tú y yo somos la prueba viviente de que este sistema permite a todos los individuos vencer la pobreza”. Aún veo la cara de mi padre con un gesto de malicia respondiéndole – “Si, pero tú y yo somos excepcionales”. Creo que me he puesto sentimental pues también he recordado una frase de mi madre con la cual me reconfortaba en los momentos aciagos – “Recuerda hijo que en la vida todo pasa, y esto que te sucede, también pasará”. Creo que en esa frase tan sencilla, se esconde una sabiduría mucho mayor que la que podemos hallar en cientos de páginas de la inmensa mayoría de los libros de autoayuda. En efecto, en la vida todo pasa, porque la vida misma, un día se habrá de extinguir en la nada, y se llevará todo lo bueno y todo lo malo, todas las risas y todos los llantos, y los confinará para toda la eternidad en la bóveda del silencio absoluto e inescrutable que ningún ser vivo jamás ha escuchado y jamás lo hará.

Ahora, yo les obligaré a leer mi filosofía de la vida, a no ser que cierren los ojos, pero no creo que quieran perderse esta perla de sabiduría. Después de haber leído algunos libros de autoayuda, y lo que he recogido como experiencia a lo largo de mi vida, he llegado a la conclusión, que lo que verdaderamente importa y hace la diferencia en los momentos difíciles por los cuales transitamos todos los seres humanos, no son las frases grandilocuentes de unos cuantos charlatanes de oficio, sino la calidez de un abrazo, la caricia de una mirada colmada de afecto, comprensión y solidaridad, el contacto de una mano que nos palmea el hombro. Es decir, la unión de nuestra humanidad con la de otros, el reconocernos en nuestras miserias con otros seres humanos y sentir la fuerza que nos envuelve cuando nos damos cuenta que no estamos solos.

Quiero resaltar también, que como producto de mi observación personal sobre la gente que se ha cruzado en mi camino, he concluido que la gente más despreocupada, menos neurótica, y en resumidas cuentas más feliz que he conocido, son aquellas muy ocupadas, no en sí mismas, sino en los demás. Aquellas personas que se preocupan del bienestar de sus familiares, de sus hijos, de sus amigos, de la comunidad. A mi parecer, mientras más miramos hacia afuera, y sobre todo, mientras más nos ocupamos de otros seres humanos, mejor funcionamos en nuestro interior, con menos stress, desesperación y tristeza. También he podido observar que estas personas no se encuentran en la categoría de lectores asiduos y compulsivos de libros de autoayuda, incluso muchos de ellos, ni siquiera en la categoría de lectores de nada, cuando mucho, el periódico.

Lo que acabo de señalar es muy distinto a lo que encontraremos en las páginas de la mayoría de los libros de autoayuda, donde se exalta el individualismo, el egoísmo y la competencia entre los individuos. En realidad, cuando logremos construir una sociedad mejor, más solidaria y participativa, seguramente, los libros de autoayuda desaparecerán, y podremos volver a leer a los grandes autores de todos los tiempos, Dostoievsky, Sartre, Tolstoi, Neruda, por citar unos pocos.

Como dice uno de esos best seller de los últimos tiempos “Más Platón y menos Prozac” o como diría yo “Menos Coello y más Afecto”.

(*)Economista

htorresn@gmail.com


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Hernán Torres(*)


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