El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia el derrumbe. Alexis Carrel…
Los trillados discursos sobre soberanía alimentaria, soberanía nacional, libertad, progreso y antiimperialismo, se convierten en pura cháchara, cuando vemos las largas colas hasta para comprar papel sanitario para limpiarse el trasero; es la triste realidad cotidiana. Hecho real ya matizado por el conformismo, la sumisión, y la resignación, ante el miedo de muchos venezolanos por el represivo: control social, político, y policial de facto actual.
Venezuela el rico país petrolero del siglo XX hoy luce palúdico, miserable, con su población flaca, y hambrienta en pleno siglo XXI, y a finales del año 2017, cuando su juventud ante la ausencia de oportunidades opta por emigrar. La educación anda por el suelo e ideologizada, y los mendigos abundan hurgando en la basura en busca de alimentos. La población padece del deterioro, y la carencia de los servicios públicos como: electricidad, escuelas, servicios médicos eficientes, vías asfaltadas, son ya de por si calamitosos.
La comida escasea en este otrora país petrolero en los hogares venezolanos, ahora el racionamiento es como en Cuba, con una alimentación monótona, y escasa, donde adultos, y niños hacen largas cola para obtener los alimentos. Venezuela se transformó en el país de las oportunidades, en el país de las miserias. Un país donde no había inflación, cuando el número de industrias iba increcendo, exhibíamos con orgullo el mejor sistema eléctrico nacional de Latinoamérica, donde la electricidad funcionaba, junto a la vialidad, buenas carreteras para viajar a cualquier rincón del país.
Era creciente el número de liceos, escuelas y universidades (donde estudiaron los ‘ñangaras ricos’ hoy en el poder, cuando eran unos pobres de solemnidad) con buenas infraestructuras, así como los acueductos, autopistas, y puentes recibían buen mantenimiento. Millones de europeos emigraron a Venezuela contribuyendo a su progreso en: panaderías, talleres mecánicos, la industria de la construcción, la industria pesquera, la agropecuaria, las bodegas las transformaron en supermercados. Hoy la miseria toca las puertas de los venezolanos con las bolsas de comida bajo un estricto control social policial y militar, fascismo puro.
Llegó el caos con el retorno de los indigentes en panaderías, y restaurantes pidiendo comida, las calles de tierra en las barriadas populares sustituyen al asfalto, la inflación atroz se devora los salarios, las universidades destruidas, los huecos se comen las carreteras, el hampa asesina semanalmente a centenares de venezolanos, aguas negras, y basura por doquier, parte integral del paisaje urbano de las grandes ciudades reducidos a escombros. Desapareció el estado de derecho, y el imperio de la ley. En 18 años hemos perdido 60 años de progreso, y una buena parte de las libertades democráticas que nos llenaban de orgullo de ser venezolanos. La ANC con la ‘ley contra el odio’ apuesta a que nos habituemos a todo lo malo.
Hoy ante el mundo nos exhibimos: como miedosos, resignados, sumisos y conformistas sin aviso, y sin protesto. Los cubanos, sirios y chinos controlan el comercio, los servicios públicos, y las empresas estratégicas.
Desde La Habana le marcan la pauta al gobierno de cómo se debe actuar, da mucho dolor ver cuando llaman a Raúl Castro, sin rubor alguno "mi comandante".
La economía con una inflación de cuatro dígitos acelera el hambre, y la pobreza. Más de dos millones de venezolanos han emigrado a otras latitudes ante el deterioro de su calidad de vida, y el avance necrofilico del totalitarismo estalinista.
Hoy mas que nunca dependemos de la importación de alimentos, químicos, medicinas, gasolina, y armamentos obsoletos. La soberanía está en manos de Cuba, Irán, Bolivia, Rusia, Nicaragua, China, Bielorrusia etc.
¿Dónde estará la tan cacareada soberanía? Moraleja: Cuenta la historia que la Habana cuando Batista era una ciudad bellísima, era el Miami de la época, hoy luce reducida a escombros; y por el mismo camino va la sucursal del cielo la bella Caracas.