Las mordidas de Miguel

Miguel Salazar no es escuálido sino escualo. De los que Rosa Luxemburgo llamaba “tiburones en la estela del barco de la revolución” porque no son cazadores sino carroñeros, tampoco son criminales que se enfrentan ni delincuentes que se ocultan, sino ávida y reptilínea fauna cadavérica que se alimenta de las víctimas del malentendido y la mala intención. No vive para hacer “periodismo de denuncia”: denuncia para vivir del periodismo sin hacerlo.

No lo conozco ni conocí su historia: he sido afortunado. Pero me tocó sentir personalmente el frío que produce, cuando “bajea”, el paso de su sinuosa sombra reptilínea.

MARICHINA Y LOS MILLONES DE CADAFE

Hace tres años fui, temporalmente, Jefe de Prensa de Cadafe. Mi superior era Marichina García Herrero, a quien había conocido en su cuna de recién nacida y ahora veía por segunda vez convertida en hermosa mujer con ojos de soplete, madre, revolucionaria y poeta. De su padre Arnoldo García Iturbe, gran jurista prematuramente ido, heredó el irreducible carácter coriano; y el comunismo le vino por el lado materno de los Herrero.

Los Herrero merecen una mención especial: en los años 50 llegó a Venezuela, esta familia de refugiados españoles fundada por Remigio, joven panadero comunista convertido por la guerra en oficial de milicianos, famoso por sus hazañas y por el odio del general Queipo del Llano quien, en sus famosas transmisiones de borracho asesino fascista por Radio Sevilla, lo llamada “…el miliciano Remigio que para la guerra es un prodigio”. Herrero dejó un libro (Miliciano), y una hermosa familia donde todos son militantes o simpatizantes comunistas, y Marichina no es una excepción. Pero en Las Verdades de Miguel, Salazar la presentaba como social-cristiana, mujer fatal, hiedra que trepaba y atrapaba presidentes, de la República o de CADAFE, una especie de vampiresa corrupta y mujer de mil contratos.

Revisé todos los contratos firmados por Marichina (los administradores eran opositores y estaban encantados de ayudarme) y lo único que descubrí era que Miguel Salazar era un calumniador.

-“Quiso cobrar publicidad de CADAFE en 7 programas de radio de una hora a 7 millones cada uno, me explicó Marichina, sin ningún documento de respaldo, alegando un trato “de palabra” efectuado meses atrás con un ex presidente de CADAFE pasado a la oposición y que ya ni estaba en Venezuela. Algunas personas me aconsejaron que pagara, aunque fuera irregular, para librarme de una campaña difamatoria, pero al más alto nivel del gobierno me apoyaron para no pagar esos 49 millones injustificados: “con ese dinero yo construyo una escuela”.

En esa mi primera semana, Miguel publicó más barbaridades contra Marichina y la acusó, además, de haber contratado como Jefe de Prensa “a su tío” (yo) para poder robar con más facilidad. Afortunadamente para él, y para mí, el calumniador tuvo la buena idea de no ensuciar mi nombre con su pluma, y así nos evitó un mal momento.

“BERNAL ME SUBESTIMA…”

Cuando volví a mi trabajo en la Alcaldía Libertador, eché el cuento. Me respondieron con uno parecido: el personaje le había pedido a Freddy Bernal unos millones para un evento (seminario, taller o algo parecido) y éste, efectivamente, le había dado una contribución importante, pero no la astronómica suma que pedía. Según el chisme Miguel habría comentado: “Bernal me subestima como periodista y como amigo…” la realidad es que, a partir de entonces, Las Verdades de Miguel iniciaron una campaña feroz contra el Alcalde de Caracas.

“NADA PERSONAL”

Quienes siguen la carrera de Miguel con la atención que merece, niegan que sus ataques se limiten a negocios personales. Algunos tienen base real porque la gente le manda información. Otras “denuncias” son inventadas y provienen de los lejanos laboratorios de “guerra sucia” que dirigen la guerra psicológica contra la Revolución. Esas “denuncias” aparecen en diversos medios al mismo tiempo y su propósito es sembrar dudas en la opinión pública, desprestigiar los logros y debilitar a las vanguardias del Proceso Bolivariano.

En los ataques de Miguel contra el programa “La Hojilla” y contra TELESUR, parece que no hay nada personal contra Andrés Izarra y Mario Silva. Forma parte de la estrategia contrarrevolucionaria global, donde Miguel representa el papel de un Andrés Velásquez de la prensa. Un Andrés Velásquez actual, después de la quemazón.

Retardé hacer público este artículo, porque coincidió con una orden de captura emitida por un tribunal contra Miguel Salazar, y no quería ser un hachazo al árbol caído. Pero viendo el tono prepotente de sus declaraciones, recordé que en esta Revolución sólo van presos los chavistas y los escuálidos que van se escapan. Nunca se es demasiado patán con los patanes y este Miguel lo es aunque tuvo la oportunidad, y la desperdició, de aprender que no se debe poner a la gente en la picota.


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Eduardo Rothe


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