Frente a este escenario conflictivo, los venezolanos no tenemos nada que celebrar, irse de la OEA no es una derrota pero tampoco un triunfo. En efecto, la diplomacia es el arte de conversar con los enemigos, acordar puntos de coexistencia sin inmolarnos, y si ello no fuere posible, al menos ganar tiempo.
Ahora que Venezuela se va de la OEA, no sería sorpresa que se dicten sanciones contra nuestro país ya que el propósito final del bloque que nos acosa es forzar un cambio de gobierno en nuestro territorio. La OEA dice que le debemos millones de dólares, así que urgente es tomar previsiones. Nuestra salida genera una sensación de justificación internacional para que nos penalicen por diferentes vías, sobre todo económicas, de allí que pudiera ser el siguiente paso de EEUU un bloqueo bancario que le prohiba a Venezuela el uso de la moneda estadounidense en transacciones de todo tipo, retomando el formato de Órdenes Ejecutivas dictadas por el expresidente Obama contra países considerados como "autoexcluidos" del Derecho Internacional. Ver caso: Executive Order 13622 of July 30, 2012.
Ver video en YouTube: VTV: Jesús Silva analiza situación de Venezuela 2017 https://youtu.be/LPl6ZZ3hkbo
Pero visto que en América Latina a Venezuela le han ido arrancado aliados, y que en la actualidad sólo Bolivia y Nicaragua manifestaron una defensa frontal de nuestra patria en la OEA, pues llega a ser comprensible apartarnos de esa instancia. No obstante, no puede obviarse en un análisis franco que sería muy significativo que muchos gobiernos que tienen discrepancias con EEUU se sumaran a la ruptura del vínculo con la OEA. Y supremamente interesante sería que los presidentes de esos países explicaran por qué aun hoy prefieren quedarse allí en vez de retirarse.
Sin embargo, apoyamos la decisión del gobienrno venezolano porque evidentemente Venezuela decide retirarse de la Organización de Estados Americanos para protegerse de un bloque de países miembros y su secretario general Luis Almagro; elloa han promovido una intervención en los asuntos internos del país sin considerar el artículo 18 de la Carta Democrática Interamericana que plantea seguir los procedimientos de consulta previa con el gobierno del país involucrado en conflicto antes de aplicar otras acciones o sanciones. La legítima defensa del Estado Venezolano frente a un atropello flagrante es más que razonable.
Ahora bien, en términos políticos prágmaticos, queda claro que en la OEA se expresa un nuevo bloque mayoritario de gobiernos que no simpatizan con la línea política de Venezuela y tal realidad es determinante en los sucesos recientes. Los Estados Unidos de América siempre han tenido un papel de liderazgo en esta organización, y a su visión crítica de la situación venezolana se suman gobiernos muy influyentes en el sistema interamericano como Cánada, México y más recientemente Brasil y Argentina con la llegada de los presidentes neoliberales Temer y Macri, respectivamente.
Claramente con la salida de Venezuela, el bloque antes mencionado, y los pequeños países que le obedecen, se encuentran mejor organizados burocráticamente para asediar al Gobierno Venezolano. Es decir, las presiones diplomáticas de la OEA contra Venezuela no desaparecen porque nuestra nación ya no hará vida en ese foro, por el contrario, con nuestra ausencia, el adversario promociona una sensación de triunfo e imposición de su verdad crítica. Ahora ese bloque antivenezolano procurará intenacionalizar todavía más la imagen de Venezuela como país que desacata el Derecho Internacional y que se aisla para defender un régimen interno antidemocrático que posterga elecciones.
Por lo pronto, la tarea fundamental es consolidar una nueva plataforma de integración como CELAC, que permita dar fuerza a las relaciones diplómaticas, económicas y políticas de América Latina con especial énfasis en los Estados que priorizan su soberanía, independencia y autodeterminación contra la vieja dominación del norte sobre nuestro continente.
