La oligarquía criolla ha tenido fobia al ingenio del pueblo venezolano (5/5)

El exiliado permanente durante los gobiernos del puntofijismo, Dr. Humberto Fernández Morán, ya para el año de 1996 lo que hacía era escribir, sus facultades físicas le impedía realizar trabajos de campo en la investigación y de laboratorios, de manera que la mayoría de los días se la pasaba escribiendo sus cosas científicas y muchas reflexiones. He aquí algunas de esas reflexiones

"Si sabiduría radica en conocer lo vasto de la ignorancia, entonces yo soy bastante sabio, pues soy ignorante experto.

"Yo si me he equivocado y eso garrafalmente, pero al darme cuenta he reaccionado; y hasta el final de mis días trataré de rectificar, corrigiendo entuertos"

"Yo soy optimista, y aunque esta era semi-oscura e inclemente parece negar todo lo positivo del pasado, la especie humana seguirá evolucionando con la ayuda de Dios y pese a los cataclismos planetarios. Lejos de una visión apocalíptica – tan popular en nuestro siglo - creo que el futuro nos reserva desarrollos insospechados. El milenio que se avecina contará con grandes dolores, pero también con profundas alegrías, pues apenas experimentamos un principio en esta expansión cósmica"

"El haber pasado por este valle de lágrimas no me ha dejado confuso ni desamparado, pues intuyo límites incandescentes donde otros ven barreras"

Estas reflexiones plenas de optimismo en medio de tanta adversidad, expresadas al final de su vida por nuestro genial científico Dr. Fernández Morán, quizás puedan servir para mitigar las trágicas vivencias de algunos venezolanos y utilicen su tiempo en hacer algún esfuerzo en realizar trabajos en beneficio de un pueblo. El doctor Humberto Fernández Morán quien el 17 de marzo de 1999 fallecería en Estocolmo, porque en el gobierno del Dr. Caldera II persistía el odio en el corazón de muchos dirigentes copeyanos que hasta el final de su gobierno no lo dejo regresar a su patria. Pero ya para cuando llegó un gobierno sin odios, la revolución bolivariana, primeros días de enero de 1999, ya para el Dr. Fernández Morán le era imposible movilizarse de su casa en Estocolmo; capital de Suecia. Sin embargo, la muerte de nuestro sabio venezolano no fue el fin del odio metido en el alma de un gran número de sus colegas, la mayoría estuvieron a su lado y se aprovecharon de las enseñanzas de aquel gran venezolano, porque lo ocurrido después de su muerte con sus pertenencias, manuscritos, trabajos inéditos y hasta microscopios electrónicos legados por él a su querida patria, Venezuela, es también una tragedia. Su herencia fue rechazada sistemáticamente porque nadie quería hacerse cargo de los costos del traslado, hasta que por fin pudieron llegar sus bienes a manos de la Universidad del Zulia; después de permanecer olvidados a la intemperie por meses y meses en unos contenedores.

En la Universidad del Zulia se intentó recuperar parte de la malquerida herencia del sabio, deteriorada por la indiferencia de muchos que fueron sus discípulos y dizque amigos, sobre todos médicos y científicos de la oligarquía que ocupaban cargos claves en todas esas instituciones profesionales. El amigo lector comprenderá que verdaderamente es triste que el odio, por envidia, llegue a tanto, pero así son ellos; los copeyanos. Ojalá esta historia, en parte muy lastimera, pueda servir para mitigar esas ansias innoble del odio de los socialcristianos, que como he dicho antes, no tienen nada de social y menos de verdaderos cristianos, porque en verdad son sus dirigentes todos son unos sacrílegos y vividores, que utilizan esas palabras (SOCIAL-CRISTIANO) para engañar a mucha gente cristiana, que ahora lamentablemente son militantes y simpatizantes de COPEI y de sus partidos derivados de él. Que viva el espíritu ingenioso y creador de un hombre bueno, el Doctor Humberto Fernández-Morán Villalobos, con la esperanza de que su figura en algún día sea enaltecida y ocupe su puesto dentro de los prohombres de esta patria.



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José M. Ameliach N.


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