Salvar al gobierno no es salvar la revolución

La Revolución Bolivariana que lidero Hugo Chávez se encuentra en su momento más crítico desde sus inicios, antes sus enemigos se les encontraban en las afueras de su contorno ideológico militante, ahora es un virus mortal que la ha atacado desde adentro, la falta de un tratamiento adecuado y oportuno la tiene en la actualidad en estado agónico, salvo por un reducido grupo que aun la sigue dignificando pero no desde la posición oficial precisamente, sino mas bien desde la acera del frente, con sus duras criticas, ofrecidas amorosamente como el antídoto, que si se tomara en cuenta, pudiera haber comenzado un proceso de reversión de lo que parece inminente.

Mientras todo esto sucede, el Poder Financiero Internacional, siempre detrás del telón, observando su obra trágica, como les gusta, se frota las manos, no solo esperan pacientes el desarrollo de los acontecimientos y con ellos la caída de su más preciado fruto, la toma de las reservas de petróleo mas grande del planeta, mientras, cuales psicópatas, igual toman las riquezas del oro y otros metales codiciados por ellos, en una especie de remate completo, no solo destruiremos este absurdo revolucionario, sino que terminaremos de devastar las tierras donde se escenifico, piensan ellos.

No bastara para los actuales dirigentes al frente del gobierno la entrega vergonzosa de sus riquezas auríferas y otras, ni sus gastadas estrategias de intento de reciclaje en los conclaves internacionales, el mundo ha cambiado mucho y las informaciones corren veloces arrasando viejos paradigmas y destruyendo esperanzas sanas de los pueblos. Que no nos vengan mañana a decir que todo fue responsabilidad del imperio, los hechos hablan por sí solos, el imperio sin cómplices conspiradores no puede actuar, los traidores no están ubicados en los que permanentemente viven desgañotados luchando por la salvación de lo que fue unas de los procesos de transformación humana más reluciente que haya conocido la Humanidad en el aun joven siglo 21, sino que son los que claudicaron desde sus puestos de responsabilidades, haciendo y deshaciendo con el poder que le dio el pueblo, y por demás gozando de la dulce vita, entre lujos de reyes, placeres aberrantes y cualquier forma de inmoralidad posible que podamos imaginar.

Y todo comenzó con el magnicidio más aterrador que se haya perpetrado en los últimos tiempos, el de Hugo Chávez, una empresa sin duda alguna diabólica, de muchos accionistas locales y foráneos, que ahora disfrutan de su parte en todo lo acordado o la reclaman. Así de perturbador es, pero no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.

Llega a su fin la dantesca obra de producción satanista, se valieron de todo sus recursos para consumarla, la verdad que ese Hombre llamado Hugo Chávez los perturbo, no los dejaba dormir tranquilo, es cierto que están relativamente teniendo éxito, porque ahora se marcha hacia un cambio en la Venezuela Bolivariana que aunque este legitimado por una inmensa mayoría, no será para el beneficio de ese pueblo al cual dejaron abandonado a su suerte, dentro del dolor de su decepción, apuñaleado una vez más por quienes juraron convertirse en sus redentores. Pero caerá el gobierno, jamás la fuerza viva de los revolucionarios, que somos nada más y nada menos quienes buscamos con ansias la justicia, quienes trascendemos las ideologías como rectoras del porvenir de la Humanidad y nos dejamos guiar por la fuerza pura de nuestros seres verdaderos.

Ni los que están, permaneciendo son la respuesta a las necesidades del momento, ni los que ahora, aprovechando el fracaso de los líderes revolucionarios, han construido una mayoría, representan el camino, no, ni unos ni otros. Estamos ante una encrucijada, la vía debe ser otra, los pueblos son sabios, al final se salen con las suya.



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Rafael Guillén Beltre


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