¿El fin del sufrimiento?

El pasado primero de septiembre sentimos que nuestro Pueblo trabajador volvió a despertar; y fue por un momento, la misma Venezuela que acompañó a Bolívar por gran parte de la América Meridional; el mismo ejército popular y emancipador que salió el 11 de abril a las calles de Caracas, para salvar rescatar a Chávez, y a la Revolución Bolivariana.

A 6 días de aquella magnífica demostración de compromiso con Venezuela, nos preguntamos: ¿Esa gran movilización que técnicamente paró un golpe de Estado contra el gobierno constitucional encabezado por Nicolás Maduro, no tiene el mismo sentimiento de Patria para parar el sufrimiento que todo el pueblo trabajador venezolano está recibiendo en las numerosas colas que el imperialismo ha diseñado en todo el país?

La independencia, soberanía, seguridad, felicidad, la paz, la economía, el ejercicio del poder, y la culminación de la liberación nacional de Venezuela están por encima de cualquier otro interés de la Patria, y de la historia, más allá del capitalismo, que estamos precisados a derrotar; y todas esas posibilidades históricas están comprometidas y arruinadas en las colas donde se ha incubado la miseria que hoy agobia al proletariado venezolano.

Esas repugnantes colas montadas por el imperialismo, con la complicidad de la MUD, y la participación activa del empresariado, los comerciantes, mercachifles y bachaqueros están protegidas por barones de la corrupción; contrarrevolucionarios, enquistados en el gobierno y el proceso bolivariano; de otra manera no se explicaría la impunidad en la que actúan. Una muestra, es la inocuidad de las actuaciones de la Sundee, Sencamer, el Poder Ciudadano; los organismos de seguridad del Estado, presentes en casi todas las colas, y que están dedicados a proteger la usura de los negociantes que se alzan como los dueños de los regulados, para maltratar vejar y humillar, negar y conculcar el derecho humano que tiene nuestro Pueblo para acceder a los alimentos que necesita para vivir.

Los cargos 99 no están ocupados por trabajadores, sino por funcionarios regalados o bien pagados por el Imperialismo, o la burguesía apátrida anti venezolana para ayudar en el ataque económico en contra de Venezuela; los trabajadores son los que hacen realidad la producción, sin la cual nadie podría vivir y desarrollarse; y ese proletariado es el que está siendo robado y humillado en cada cola; lamentablemente el defensor del Pueblo, parece que ha cambiado al sujeto de su defensa.

La soberanía Popular está obligada a restituir la vigencia de la constitución y la autoridad del gobierno que preside Maduro, que ha sido vulnerada y desconocida en cada cola de supermercado, en cada acción de contrabando, de saqueo de nuestras divisas, de inflación inducida, o de saboteo de los servicios públicos: la anulación de las políticas públicas para proteger la calidad de vida de toda la sociedad venezolana.

Estas son algunas reglas gansteriles que impone cada dueño de supermercado: venta condicionada de los regulados, con carácter obligatorio, es decir para venderle un kilo de arroz, la víctima tiene que comprar 5 latas de caraotas envasadas en el año de la pera, etcétera, acción prohibida en la legislación que protege al consumidor; a discreción de cada negocio, se afilia unas empresas y otras no, violando la CRBV. Un buen número de médicos, enfermeras y paramédicos dañan o declaran dañados los quirófanos, desaparecen los medicamentos, para remitir a los enfermos a clínicas privadas para hacer negocios con la salud y la vida del proletariado venezolano.

¿Sera que podemos acabar con este sufrimiento?



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Eduardo Mármol


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