La fortaleza y la debilidad del chavismo histórico

Las urgencias de una coyuntura difícil (dificilísima) nos llevan a una situación paradójica, en la cual las amenazas inminentes nos impiden ver justo lo que pudiera mejorar nuestra capacidad de respuesta. Del apuro no sólo queda el cansancio, sino sobre todo la equivocación. Tenía razón aquel sabio que decía: voy lento porque estoy apurado, o algo parecido. Por eso es bueno, justo en este momento, respirar hondo y pensar en términos de mediano plazo.

En primer lugar, suspender los juicios apresurados, efectos de prejuicios largamente cultivados. Tratar de no reaccionar reptilmente con oposiciones cerradas del tipo blanco/negro, bueno/malo, sí/no. Hemos llegado hasta aquí, después del desarrollo de un largo juego, de una prolongada sucesión de movimientos en los cuales ambos contendores desplegaron sus estrategias. Si hoy la percepción general es que la derecha en América Latina está logrando dar jaque al giro hacia la izquierda iniciado hace ya 17 años, habría que revisar las estrategias de hace lustros, no las tácticas de hace unas semanas.

Por ejemplo: ¿cuáles fueron las principales fuerzas y las principales debilidades del chavismo como movimiento social y político? Pienso que fueron tres cosas: a) la presencia de un liderazgo carismático que copó el espacio mediático y político (y, por tanto, cultural), b) la capacidad de amalgamar en un discurso tradiciones políticas muy heterogéneas lo cual, a su vez, logró articular las principales demandas sociales y políticas, c) la disposición de una abundante renta petrolera, que permitió financiar planes sociales que construyeron un apoyo social importante.

¿Cómo es eso de que la principal fortaleza fue, al mismo tiempo, la principal debilidad? Pues que, al sostener casi todo en el liderazgo en un solo hombre, un Chávez sobreexpuesto mediáticamente, controlador e impulsor de la totalidad de las acciones de gobierno y de organización, garante de las grandes promesas, el "hiperlíder", ese impulso extraordinario, que en ciertos aspectos llegaba al misticismo religioso (notable todavía hasta en discursos como el de Toby Valderrama), mucho iba a caerse al faltar él. Y eso ocurrió. Fue tan duro el hecho desnudo de su muerte, que muchas psiques destrozadas desearon inconscientemente y con desesperación que eso, tan real como la simple muerte, haya ocurrido en virtud de alguna conspiración que le permita a toda la frustración, la rabia y la desesperación, hallar un blanco (un conspirador, un mítico asesino oculto) sobre el cual liberar un solo rayo negro.

Ese discurso chavista que era, al mismo tiempo, democrático, cristiano, bolivariano, marxista-leninista, maoísta, guevarista, institucional, guerrero, militar, cívico, amoroso, ardoroso, caritativo, folklórico, musical, poético, romántico, grosero, refinado, etc. por supuesto que apeló a todos los gustos y subjetividades, pero cultivando en sí las incontables contradicciones de las ideas dispersas, incoherencias inevitables, fragmentos de pensamiento, hilos lógicos enredados, que, finalmente, tenían que obstaculizarse entre sí, neutralizarse, enfrentarse entre sí, en una jerigonza que nunca fue un pensamiento consistente, que nunca pasó de ser agitación y apenas propaganda "basura", llena de clicés rituales de mitin callejero.

Que esos ingentes recursos de la renta petrolera, al fin destinados en proporciones impensables, a planes sociales, a proyectos gigantes, a misiones, a contratos colectivos onerosos, a propagandas agobiantes, a ayudas internacionales, a financiar instituciones integracionistas, a casas, escuelas, ambulatorios, cursos, estudios en cualquier parte, a cualquier precio, etc., iban a acabarse al primer intento serio de bajar los precios del barril. En fin, esa inventiva propia de Eudomar Santos ("Como vaya viniendo, vamos viendo"), respaldada por realazos, se iba a encontrar de pronto sin combustible, pero siempre orientados a un pueblo que no necesariamente era clase trabajadora, que no necesariamente entendía que socialismo era algo más que recibir sin nada a cambio, y que en un momento dado prefirió cobrar por hacer cola para alimentar las líneas del contrabando y acaparamiento del "bachaqueo". En fin, de nuevo el "fantasma de la Gran Venezuela" asomó su horrible estampa, cuando se insistía en que era posible convertir a Venezuela en una "potencia", en un pase mágico, igual al de bautizar como "socialista" cualquier cosa, desde areperas hasta aeropuertos.

Y cuando se perdieron las perspectivas, se perdió el poder. Ahora la lucha por mantenerse en el poder, es ciego en sí mismo, trivial, repetidor de antiguas verguenzas, como el del carnet para mantenerse en el cargo, como el de la coacción para obtener algo de un gobierno que todos saben que está contra las cuerdas, porque fue derrotado por (dice él, aturdido) la "guerra económica". Defender el poder después de perder el sentido, es patalear como el coyote con el abismo debajo.



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Jesús Puerta


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