En la batalla final contra el gran capital, dónde está la educación universitaria

Han transcurrido 58 años de la promulgación de la Ley de Universidades que norma en Venezuela la educación superior de entonces, modificada en el 70, actualmente educación universitaria, tal como lo plantea la Ley Orgánica de Educación. De esos 58 años de la Ley al servicio del Estado Burgués, 18 han transcurrido en el marco del proceso bolivariano, donde lo más resaltante de la IV Repúblicas, muy poco modificado hasta ahora, salvo excepción de algunas instituciones que dependen del estado, ha sido el monopolio del conocimiento, el docentismo, el profesionalismo y una educación para la dominación, así como, el mantenimiento del gran capital.

El gran capital, dado que la ciencia, ni la técnica, son neutras, conjuntamente con sus aliados nacionales ajustó la educación universitaria venezolana al desarrollismo desde la década del 70 hasta los 90, donde luego se adecuó al florecimiento del neoliberalismo; siempre considerando la autonomía universitaria como inmodificable, cuando se trata de una categoría histórica, es decir, cambiante, y prueba de ello, es que, los que antes defendíamos con la vida la autonomía universitaria, hoy la criticamos; y los que la atacaban en el pasado, ahora la defienden con todas las armas comunicacionales del gran capital, por cierto, con los recursos que aporta el estado, tal como lo planteó en su oportunidad el gran Camarada Luis Biggott, un gran ausente en esta batalla contra el gran capital, en el campo de la ciencia, la técnica y la investigación.

Ahora bien, en la estrategia de transformación de la educación universitaria nacional, planteada por el proceso bolivariano, en el caso de colegios e institutos de educación superior, a partir del año 2001, las autoridades de estos, empezaron a denominarse Comisiones de Transformación y Modernización, en atención a lo que luego sería el nacimiento de la Misión Alma Mater, creada mediante el Decreto 6.650 del 24 de marzo de 2009, publicado en Gaceta Oficial Nº 39.148 del 27 de marzo 2009, donde se oficializa la creación de esta misión relevante para la transformación de la educación universitaria.

Pasados 7 años del inicio del proceso de transformación universitaria, quienes hemos estado como autoridades universitarias debemos reconocer autocríticamente que no se han alcanzado las metas políticas establecidas, y que, debemos reimpulsar con fuerza el proceso de transformación para poder estar en condiciones favorables, en esta guerra frente al gran capital y sus aliados nacionales e internacionales, en una batalla que pudiera ser la final, en el choque inevitable entre el gran capital transnacional occidental, principalmente los Estados Unidos y los pueblos, que como el venezolano, decidieron tomar la ruta de la emancipación nacional.

Indiscutiblemente, seríamos inocentes si creemos que una nueva Ley de Universidades transforme las instituciones universitarias; no, no es así, solo ayuda o inclusive puede obstaculizar el proceso de transformación; proceso complejo, entre otras razones, porque la universidad tradicional, la iglesia católica y algunos estamentos militares en América Latina y el Caribe están calificados como las instituciones más conservadoras.

En la revolución bolivariana, la educación universitaria incrementó la matricula por encima del 300%, aumento el número de egresados en una cifra superior al 140%; está presente en 335 municipios, en más de 1900 aldeas; se dio la creación de una docena de universidades y aumento en 587% de becarios activos en el 2008. Estas cifras halagadoras tienen su principal componente en las universidades experimentales, Misión Sucre, universidades politécnicas territoriales, colegios e institutos universitarios de tecnología. Aun así, pareciera que no estamos en condiciones de enfrentar con éxito la batalla frente a una mayoría de los disociados de las universidades autónomas y privadas bajo la égida política de la MUD y sus dueños imperiales.

Se debe plantear en esta etapa un clima constituyente, para construir colectivamente una institución universitaria que contribuya con modelo económico productivo, frente al rentismo; clima constituyente, frente la sospecha permanente de lo constituido; sin reingenierías planteadas por algunos universitarios, ni partir de cero como proponen otros; hay que repensarlo todo, casi nada debe quedar en su lugar, aplicar la experimentalidad que no adoptaron precisamente las "universidades experimentales", que claudicaron en su intento, principalmente por el peso del lastre de la vieja universidad.

En esta batalla entre el gran capital y la reacción, las instituciones en general, lejos de ser el combustible de los 14 motores planteados por el Camarada Presidente Maduro, se constituyen en freno para el arranque y continuidad de estos motores, sino planteamos un movimiento constituyente que sacuda el alma, el corazón y la conciencia de los universitarios patriotas de la Venezuela amenazada por los cuatro puntos cardinales, por la "operación tenaza", que tanto denunció el Presidente Maduro.



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Roger Lázaro


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