La justificada reacción del Presidente Hugo Chávez frente a las agresiones verbales de prominentes voceros de la rancia oligarquía peruana, se corresponden plenamente con la realidad y la reciente historia política de dicha nación.
No miente cuando señala que Alejandro Toledo y Alan García son “caimanes del mismo pozo” putrefacto y nauseabundo. Lumpenburguesia descompuesta y delincuencial.
Acierta cuando afirma que A. García es el “candidato del imperialismo y la derecha neoliberal”. Un corrupto y ladrón de siete suelas, ahora de la mano del sacerdote supremo del neoliberalismo hispano, su majestad Mario Vargas Llosa.
Recordemos quién es este criminal sujeto.
Alan García, jefe y candidato presidencial del viejo, decadente y podrido Partido Aprista Peruano (APRA), es uno de los dos favoritos para ganar la competencia por la presidencia del Perú, en junio próximo.
Dirigió violentamente el Perú entre 1985 y 1990, cuya administración quedó gravada en la memoria del pueblo como uno de las más corruptos y criminales de la historia peruana.
No se podrá olvidar los cerca de 10 mil muertos por la política contraguerrillera del régimen aprista.
imperativo recordar los 12 millones de peruanos sumidos en la pobreza y miseria del tramo alanista.
En 1991, cuando Alan estaba por fuera del gobierno, se le acuso en el poder legislativo por varios ilícitos como enriquecimiento ilícito, contra la fe pública, coimas en la compra de aviones de guerra (Mirage 2000) y otras serias recriminaciones.
García frente a estos serios y fundados cuestionamientos, de la misma forma que lo hiciera años después Fujimori, salió corriendo de Lima para evadir el castigo penal que le correspondía. Posteriormente, fruto de un arreglo entre el fujmorismo, el APRA y otros grupos políticos delincuenciales, pudo “limpiar” sus delitos contra el Estado y la nación, y regresar al Perú, desde Bogota, libre de “polvo y paja”.
De 1990 al 2000, el APRA mantuvo estrechos vínculos secretos con el Servicio Nacional de Inteligencia Nacional (SIN) y el gobierno de Fujimori. Agustín Mantilla, importante jefe de este partido y hombre de confianza de Alan García se ocupó de las gestiones coordinadas con Vladimiro Montesinos director del SIN y agente de la CIA, de quien recibió abundante apoyo económico para sostener al APRA.
El 14 de agosto de 1985, García llevaba un mes en su gobierno cuando una patrulla del ejercito dirigida por el teniente Telmo Hurtado asesino a 69 campesinos en Accomarca (Ayacucho). Entre los campesinos muertos había niños, ancianos y mujeres. Telmo Hurtado justifico esta masacre y Alan García lo ascendió a capitán, para premiarlo. En adelante, la estrategia de seguridad interna del régimen aprista se basaría en el crimen, la tortura, el secuestro y la ejecución clandestina organizada desde el Estado. En octubre de 1985 bajo la tutoría del gobierno la policía quemó vivos a 34 prisioneros de guerra recluidos en la prisión de Lurigancho (Lima). En junio de 1986, el régimen ordenó la masacre de 300 prisioneros en las prisiones de Lurigancho, El Frontón y Santa Bárbara.
El gobierno de García Pérez fue el primero en organizar grupos paramilitares para secuestrar y ejecutar a los enemigos del Estado. En 1988 en el seno del Servicio de Inteligencia del Ejercito (SIE) se organizó el grupo clandestino llamado “Escorpio”, cuya finalidad era realizar operaciones clandestinas de secuestro y asesinatos contra supuestos subversivos y opositores. El grupo Escorpio tenía el apoyo estatal y del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. Casi en el mismo periodo, Agustín Mantilla, aprista, ministro del Interior y brazo derecho de Alan García, organizó el comando “Rodrigo Franco”. Este comando en el que participaban el jefe de la policía antiterrorista de ese entonces (el general Reyes Roca), y miembros apristas como el “chito” Ríos, y otros, fue autor de una centena de acciones terroristas clandestinas y del secuestro y muerte de lideres sindicales, profesionales, abogados, dirigentes políticos, estudiantes, periodistas, y otros. Algunas de sus victimas fueron el abogado Manuel Febres y Saúl Cantoral dirigente sindical de la Federación Minera del Perú.
La joyita que les toco a los peruanos. Para colocarlo en la galería de los principales criminales del mundo globalizado, junto a los sátrapas africanos. Parece que se quedó cortico en su juicio el Presidente Chávez.
San Cristóbal, 1 de mayo del 2006