El autoengaño es la quinta columna del enemigo

Es como dicen por ahí "enfrentamos a lo peor de Colombia", es decir, a una de las oligarquía más ladina, arrastrada a los intereses del Norte, más cobarde, más oportunista, asolapada, indiferente, asesina, del continente. Más aún que la nuestra. Es lo que sorprende de la actitud de nuestro gobierno en sus "relaciones" con el hermano país.

Pareciera como si fue necesario cerrar la frontera para que el de aquí descubriera todo lo que estaba pasando en ella. La pregunta que hago ahora es este ¿Cuál habría sido la "táctica" a seguir por nuestro gobierno, si el precio del barril de petróleo no hubiera bajado de los 100 dólares por barril? Seguro que, así como Bogotá no se hubiera percatado de que Cúcuta también existía (si no se hubiese cerrado la frontera con Venezuela), Caracas no se hubiera enterado de la existencia de San Antonio, Ureña, San Cristóbal, si no cae el precio del barril de petróleo a 35 $ el barril. Entonces, la "táctica" sería otro.

Este episodio dramático del cierre de la frontera, sin entrar en consideraciones anecdóticas y particulares, descubre, a mi manera de ver, la falta de visión "estratégica" de nuestros gobierno. O, simplemente, para no desmerecer al comandante Chávez de poseerla, perdieron el norte "estratégico", y al estilo de algunos jugadores malos de ajedrez han apostado por el "cómo vaya viniendo, vamos viendo".

Como dije, el cierre de la frontera devela el "tacticismo" del gobierno, para abordar los problemas que son propios de la revolución y los que no, lo inherentes a su desvío. Pero, más que el cierre de la frontera, la caída del precio del petróleo.

Lo primero que debemos analizar es, cuál ha sido el carácter de nuestras relaciones con los gobiernos colombianos hasta ahora. ¿Por qué, conociendo la Revolución la naturaleza oligárquica, ladina y fascista de quienes mandan en Colombia, siempre ha jugado al "mi amigo, el presidente Santos"?. Pero ahora recuerda que "mi amigo el presidente Santos" fue el ministro de defensa en los peores y más negros episodios del gobierno de Uribe. ¿Por qué, tanta "tensión diplomática" de micrófono mientras se les tiene prometida a Colombia, a su oligarquía, no a los pobres de Cúcuta y zonas limítrofe, a su capitalismo, una buena parte de la torta en la Zona Económica Especial del Táchira? Así mismo se hubo mantenido "buenas relaciones comerciales" con Ecopetrol, a pesar de que esta empresa Estatal exporta un porcentaje elevado de nuestra gasolina, producto del contrabando, es decir, a sabiendas de haber sido nacionalizado por Colombia un insumo producto del robo, del delito.

La conducta de nuestros líderes es efectista, por supuesto, pero descaradamente ambigua. Tan es así, que le sirve de alimento al cinismo de los oligarcas colombianos al punto de demandar a Maduro en la Corte Internacional de los Derechos Humanos. De las metidas de pata del gobierno de Maduro se sostiene la Oligarquía colombiana, el capitalismo colombiano, los cuales no son ni serán nunca nuestros amigos, con los cuales jamás deberíamos estar haciendo ningún tipo de negocios ni firmando acuerdos comerciales. Así como tampoco tiene sentido hacerlo con la propia, con el capitalismo nacional.

Al extraviar la estrategia de hacer una revolución socialista, olvidar el espíritu socialista y la conciencia de debernos a la sociedad, que nos obliga a resolver nuestras necesidades con y por la sociedad, además de apropiándonos de los medios de producción capitalistas, de sus redes de comercialización, de transporte; además de tomar poder en nombre de y para los trabajadores y más pobres y actuar en consecuencia al servicio de toda la sociedad, ahora el gobierno del presidente Maduro tiene rato haciendo del ejercicio de poder una constante "puesta en escena", una permanente campaña sobre actuaciones políticas en el fondo improvisadas. Un constante "mareo", para que nos olvidemos que aquí había una tarea pendiente con la revolución socialista.

Es difícil coexistir, siendo una verdadera revolución, con el vecino enemigo, y hablo de los oligarcas y capitalistas colombianos y su muy coherente diplomacia. Mientras ellos están más que claros que nosotros, que mientras se sostengan en nuestro país las políticas sociales, es decir, el subsidio de los alimentos y productor de primera necesidad, el problema subsistirá, a la vez saben, están más que seguros que Venezuela no tiene cómo obligar a Colombia a hacer lo mismo, es decir, a tener políticas sociales similares. Y mucho menos, no los va a convencer jamás Venezuela de hacer una revolución social o socialista, que, inclusive aquí, y a pesar de los subsidios y la repartidera de cosas materiales, hace rato que se abandonó como estrategia política.

¡Claro!?, el gobierno colombiano. El gobierno venezolano, tiene miedo a hacer lo correcto. Tiene miedo a hacer la revolución. Si se lucha en el país contra el capitalismo se debe luchar contra el capitalismo donde quiera que este haga vida. La Venezuela revolucionaria, por sentido de causa común, debería estar más cerca de La Farc que del gobierno de Santos. No es posible que ahora seamos defensores de la democracia burguesa a ultranza, de las elecciones, cuales quiera que estas sean, así sean las de Guatemala, que son un bodrio podrido, para luego salir a felicitar a un presidente (o presidenta) electo, traidor de su pueblo, pobres pendejos, engañados por per sé por la democracia burguesa.

La demagogia y la mentira tienen pies de barro. No llegan lejos. Corregir algo en el gobierno es corregir la actitud para enfrentar los problemas. No se gana la partida cuando no se sabe qué hacer, qué objetivos estratégicos atacar. Y para eso se debe hacer inventario de las armas que contamos. Las primera y más importantes, quizá las únicas importantes, son las armas morales. Y hay una que se destaca: hablar con la verdad, vivir lo más cerca posible de la verdad. El auto engaño es la quinta columna del enemigo.



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Héctor Baíz

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