Está ahí porque le gusta el pico

Esa expresión vengo escuchándola desde mi infancia, tuvo eco en mi adolescencia y sigue resonando en mi edad adulta. Es como un navajazo en el costado, como una puñalada por la espalda cuando quién la dice es una mujer que se cree santa y pura y con el derecho moral de señalar a otra a la que la inequidad y el abuso y la dejadez de una sociedad desdeñada ha obligado a vivir los estragos de las transgresiones.

Es tan patriarcal, misógino y aberrante cuando son los hombres las que la repiten con la jactancia de quién violenta y es aplaudido y visto como macho alfa. Esa admiración que sienten los otros por el que se cree el líder de la manada.

¿A qué se refieren con que le gusta el pico? ¿Por qué a una mujer que trabaja en una cantina, en un bar, en una casa de citas tendría que gustarle que la abuse cuanto hombre quiera? ¿Por qué insistimos en culparlas de su realidad? ¿Por qué tratamos de aminorar la explotación sexual con comentarios tan denigrantes, llenos de saña e indolencia?

Seguimos jugando con las cartas del patriarcado y del sistema, repetimos como pericos las mismas palabras porque no requiere responsabilidad y porque nos faltan las agallas, la integridad y la humanidad para darle la cara a la realidad de la que todos somos culpables, por solapadores. Es más fácil guardar silencio y calumniar que enfrentarnos a las consecuencias de la injusticia social, de la inequidad de género, de la explotación sexual y laboral.

Qué expresión tan nefasta con tanto odio y mojigatería, es para desmenuzarla y estudiarla detenidamente, un concepto que arrastra el abuso de siglos que ha sufrido la mujer en los burdeles, en las casas de citas, en las cantinas, en los bares. El encubrimiento de la violación, del abuso. “Es que la violé porque a ella le gusta el pico.” “No fue violación porque a ella le gusta el pico, y bien que recibe dinero,” “es que si no le gustara el pico no trabajara ahí.” En mi clase social es ésa la expresión, en otras será más sofisticada pero no menos denigrante.

No solo es utilizada con quienes trabajan en esos tugurios, también para la mujer que se dispone a vivir su vida sexual sin reparar en habladurías. Yo me pregunto, ¿las virginalmente casadas no cogen?, pero claro bajo el manto puro de la bendición de Dios o la ley civil no se le podría decir que le gusta el pico ¿Por qué contribuir a que la sociedad siga denigrando? Además esa expresión debería ser tomada como insulto porque lo es, no es afirmación, se utiliza para denigrar, calumniar y deshonrar a una mujer tenga la clase social que tenga, sin importar su estado civil y su trabajo. Utilizarla es seguir alimentando el patriarcado y la misoginia.

Un buen principio –en lo que nos armamos de valor para actuar en consecuencia- para encarar el patriarcado sería eliminar de nuestro vocabulario expresiones que denigren a la mujer por su género. No es que le guste el pico -¿y si le gusta qué?- es que disfruta de su sexualidad. No es que le guste el pico es que es víctima de trata de personas con fines de explotación sexual. No es que le guste el pico es que la miseria obliga, la sociedad empuja, el hambre se impone, la inequidad hostiga.


La próxima vez que escuchemos esa expresión u otra similar, actuemos, pongamos un alto, aportemos a que en el vocabulario no se siga cimentando la misoginia.

Lo ideal sería que más allá del vocabulario la expresión “es un mal necesario” al referirnos a la explotación sexual de niñas, adolescentes y mujeres, -solapandolo de prostitución o trabajo sexual- la dignidad humana nos diera para exigir que estos centros de violación y tortura sean cerrados de por vida. ¿Cuándo seremos capaces de devolverla algo a la vida? ¿De reivindicar nuestra condición de seres humanos?

¿Por qué en lugar de decir que les gusta el pico no buscamos la forma de que el sistema cambie? Que sea un sistema donde exista la equidad de género y las oportunidades de desarrollo, sin que exista la denigración y la explotación sexual. Vayamos por lo grande, por lo consecuente, por lo que transforma, por lo que libera. No sigamos siendo mediocres titulados, mojigatos, castos y prejuiciosos.

Y por último: ¿ a usted le gusta el pico? ¿Le gustaría que alguien al referirse a su hija diga que le gusta el pico? ¿Le enseñaría a su hijo esa expresión?

Nota: No vaya a andar diciendo “felicidades” en el Día Internacional de la Mujer, confundiéndolo con “El día del cariño o del aniversario de bodas o de agarre o de prense.” Quién lo haga así es merecedor de una buena madurada con hulazos y cáscaras de naranja y quien salga con que “es que yo soy víctima del patriarcado y por eso lo digo así” le cae doble y de ribete una su camorra o pasadita. Ya están advertidos. Y pobre de aquella mujer que piense que ese día es de recibir flores y chocolates.


Marzo 07 de 2015.
Estados Unidos.


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Ilka Oliva Corado

Escritora y poetisa guatemalteca. Se graduó de maestra de Educación Física para luego dedicarse al arbitraje profesional de fútbol. Hizo estudios de Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala, carrera interrumpida por su decisión de emigrar a Estados Unidos en 2003, travesía que realizó como indocumentada cruzando el desierto de Sonora-Arizona.
Es autora de doce libros: Historia de una indocumentada. Travesía en el desierto de Sonora-Arizona; Post Frontera; Poemario de luz de faro; En la melodía de un fonema; Niña de arrabal; Destierro; Nostalgia; Agosto; Ocre y desarraigo; Relatos; Crónicas de una inquilina y Transgredidas, publicados en Ilka Editorial.
Una nube pasajera que bajó a su ladera la bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo”.
Sitio web: https://cronicasdeunainquilina.com/

 cronicasdeunainquilina@gmail.com      @ilkaolivacorado

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