Economía feminista en Venezuela. Un aporte al debate sobre la crisis económica

Atendiendo al llamado del presidente obrero Nicolás Maduro creo que urgen las reflexiones teóricas y críticas sobre el actual momento económico del país. Razón puede tener el camarada Maduro en llamar a economistas a interpretar desde sus macro visiones el fenómeno sucedido en Venezuela, pero el problema ya no es de especialistas, sino de cuestionamientos al modelo en sí mismo. Muchos de estos sesudos economistas formados en las mejores universidades del país y del mundo conocen milimétricamente la biblia del mercado, de la macroeconomía, de la oferta y la demanda, sin embargo, la crisis estructural del modelo económico en Venezuela parece responder ya a otros factores, no solo a la reconocida guerra económica de baja intensidad, sino a la lógica destructiva de una economía rentista e importadora ajena por demás al propósito del socialista Plan de la Patria.

Delicado me parece dejar que los economistas continúen buscando explicaciones, creando teoremas y alquimias a una realidad que los rebasa visiblemente. La economía no es un campo de estudio privilegiado para los economistas, es una forma compleja de relacionarnos cotidianamente. No soy economista, pero sí creo que las mujeres podemos decir más de economía que cualquier doctor del BCV, muchas no desbordaremos el lenguaje con palabras técnicas pero sabemos muy bien la relación entre oferta y demanda, y cómo administrar el sueldo y el ahorro frente a la especulación y el desfalco.

Siendo feminista, consigo que un interesante aporte desde el feminismo para entender el carácter estructural de esta crisis económica y social, se relaciona con el orden androcéntrico que prevalece en la matriz económica global. Por androcentrismo entiendo una forma de poder centrada en los intereses y privilegios del género masculino. Consideremos que el sujeto al cual me refiero es el representativo del poder blanco, burgués, heterosexual (ahora tendríamos que expandir esta categorización a comunista y asiático). No quiere decir que no existan mujeres poderosas, pero estas actúan en representación del poder masculino y no les interesa que eso cambie.

La dinámica de la economía venezolana no escapa a este mismo criterio, veamos por ejemplo ¿Quiénes son los tomadores de decisión? ¿Qué tipo de decisiones toman?, ¿Por qué esas decisiones y no otras? Estas preguntas de manera obligada me hacen pensar que los sesudos especialistas a los que Maduro convoca, hombres en su mayoría, entienden la economía desde su lugar de género, por ello le es fácil no considerar la reproducción biológica y el cuidado de las familias con el peso que realmente ostentan en la economía nacional:

(…) La economía feminista devela y critica el sesgo androcéntrico de la economía y define lo económico de manera más amplia, prestando fundamental atención a las actividades "invisibilizadas" históricamente y realizadas sobre todo por las mujeres. Es así que redefine el concepto de trabajo. Diferencia la dimensión extradoméstica orientada al "mercado" de las actividades indispensables para la reproducción como el trabajo doméstico, el cuidado (no remunerado) y la producción para el autoconsumo. La dimensión doméstica, aparentemente invisible del trabajo femenino, oculta un aspecto importante de la contribución femenina a la actividad económica, ya que es parte de la producción del bienestar de la sociedad al proveer bienes y servicios más allá del mercado. Al considerar el trabajo femenino como un agregado macroeconómico fundamental, propone un nuevo paradigma que sitúa el trabajo de cuidados como un aspecto determinante de la reproducción social y de las condiciones de vida de la población y recupera como agentes económicos a las mujeres, mostrando, al mismo tiempo, las relaciones de género como relaciones sociales de poder (Berger, 2014:68)

El enfoque, no trata solo de visilbilizar el aporte de las mujeres al Producto Interno Bruto (PIB), sino a la deconstrucción de esta fórmula económica y matemática. Al desconocer el cuidado de la familia como base de la productividad capitalista, desconocen el esfuerzo de las mujeres en el aporte total. Por economía del cuidado me refiero a lo que muchas feministas han denominado la relación tiempo-salud que las mujeres dedican al cuidado de su propia familia o de otras. También la economía feminista ha tocado el problema de la fijación de impuestos, por ejemplo, el IVA. Al ser un impuesto pagado por todas y todos, resta de la remuneración salarial la capacidad ahorro, sin contar que en la actual crisis económica los productos sensibles a ser acaparados o especulados son aquellos de más uso entre las mujeres, porque lamentablemente, la Revolución Bolivariana y el modelo rentista no han transformado las relaciones de género, y continúa viendo a la mujer como la reproductora y cuidadora de la Patria.

Las salidas económicas propuestas por el gabinete económico de Maduro poseen una mirada androcéntrica de la realidad, vista desde un poder vertical y ordenador, basado en la explotación de la naturaleza y el ser humano, mas no en la reproducción de la vida. La economía feminista no podrá responder a toda la crisis pero sí puede aportar a construir una mirada diferente que respete la naturaleza y a la vida humana desde el lugar de los sujetos subalternos en la Revolución.

Bibliografía:

Berger, Silvia (2014). "Economía feminista y crisis desde América Latina". En Del "vivir bien" al "buen vivir" entre la economía feminista, la filantropía y la migración: hacia la búsqueda de alternativas, Alicia Girón (Coord.): 67-90. México: Universidad Autónoma Nacional de México.

Socióloga feminista afrovenezolana



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